Jueves 6 de febrero de 2003
 

Un misil contra la vieja Europa

 

Por Aleardo F. Laría

  Europa es la primera víctima colateral de la ofensiva contra Saddam. Ha sido alcanzada por un misil teledirigido bajo la forma de carta firmada por ocho de sus dirigentes en favor de la causa enarbolada por George Bush y de una eventual guerra contra Irak". El comentarista del diario francés "Libération" resumía así un sentimiento generalizado de malestar que en la "vieja Europa" provocaba un artículo que publicaban los principales diarios europeos con la firma de José María Aznar, Tony Blair, Silvio Berlusconi, Václav Havel y los primeros ministros de Portugal, Polonia, Hungría y Dinamarca.
El texto del artículo parecía estar encuadrado dentro de los lineamientos generales de la política exterior europea: "Los europeos hemos reafirmado nuestro apoyo a la Resolución 1.441, nuestro deseo de proseguir por el camino de la ONU y nuestro apoyo a su Consejo de Seguridad". Advertía que "la relación transatlántica no debe convertir en una víctima de los constantes intentos del actual régimen iraquí de amenazar la seguridad mundial" y recordaba que "gracias al valor, la generosidad y la visión de futuro de los norteamericanos Europa se libró de las dos formas de tiranía que han devastado nuestro continente en el siglo XX: el nacionalsocialismo y el comunismo". Terminaba manifestando que no era tolerable que un dictador viole sistemáticamente las resoluciones del Consejo de Seguridad porque si esas resoluciones no se cumplen, la credibilidad del Consejo desaparece y expresaban su confianza en que "el Consejo de Seguridad sabrá hacer frente a sus responsabilidades".
El trasfondo del artículo era otro. En momentos en que Francia y Alemania aparecían liderando un frente europeo contra la guerra, esa declaración tenía el evidente propósito de ofrecer una imagen pública de división. Para "Libération", "los líderes de Washington están tratando de hacer fracasar el resurgir de una "Europa poderosa" que pueda entorpecer su liderazgo militar, diplomático, económico y tecnológico (...) Intentan dividir a los europeos para reinar sin cortapisas y mantenerlos en su condición de clientes, si no de vasallos".
El presidente de turno de la Unión Europea, Costas Simitis, primer ministro de Grecia, criticó la iniciativa de Aznar y Blair porque "no contribuye a una aproximación común al problema". Ni Grecia, actual presidente de la Unión, ni Francia ni Alemania fueron invitadas a firmar. Tampoco fue informado el alto representante para la Política Exterior de la Unión Europea, Javier Solana. Las duras críticas a la misiva no iban dirigidas al contenido, sino sobre todo por la forma, por el ánimo de los firmantes de singularizarse ante Washington, aseguraron fuentes diplomáticas en Bruselas. "Ante las posiciones de Alemania y Francia, Blair y Aznar han dejado en claro a Washington con quién puede contar frente a Saddam, con o sin el apoyo de la ONU".
En el Parlamento Europeo quedó patente la división provocada por la carta de Blair y Aznar. Por 287 votos a favor y 209 en contra -correspondientes al Partido Popular Europeo- la Cámara aprobó una resolución en la que se asegura que "las violaciones señaladas por los inspectores no justifican el recurso a la acción militar". Resolución parlamentaria que iba en consonancia con las opiniones públicas europeas, claramente opuestas a la guerra, según lo revelan todos los sondeos. En España, un acto cultural como la entrega de los premios Goya de cine se convirtió en un acto espontáneo y emotivo en contra de la guerra, ante el asombro y la incredulidad de la ministra de Cultura de Aznar.
La guerra es una decisión ya tomada por el gobierno de Bush. Lo que ahora se discute es si EE. UU. irá adelante contando con una resolución expresa del Consejo de Seguridad, o sin ella. En opinión de Bush, las Naciones Unidas son irrelevantes y ha decidido plantear un ultimátum tácito a la organización internacional: si el Consejo de Seguridad no apoya la guerra, EE. UU. dejará de contar con la ONU. El contraataque estadounidense materializado en la carta de apoyo de "los ocho" países europeos ha situado a los franceses y alemanes en la incómoda posición de mantener una política exterior europea autónoma de Washington o dar el brazo a torcer. Francia es la única que cuenta con derecho de veto en el Consejo de Seguridad y por ello todas las miradas se dirigen ahora hacia París.
     
     
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