Martes 4 de febrero de 2003 | ||
Con los labios apretados |
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Por Alberto Galeano |
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En su libro "Los Ejércitos de la Noche", el escritor estadounidense Norman Mailer dice al referirse a la guerra de Vietnam: "No sabemos cómo acabará todo esto, y lo más terrorífico es que el gobierno tampoco lo sabe". Es cierto que Mailer habla de Vietnam, una guerra perdida por los estadounidenses, pero bien podría referirse a Irak, sobre todo después del belicista discurso pronunciado la semana pasada por el presidente George W. Bush en el Capitolio, en el que advirtió sobre un posible ataque militar contra Saddam Hussein. Mailer, al igual que otros intelectuales estadounidenses, detesta al presidente Bush, quien no deja pasar un segundo sin recordar al mundo el papel hegemónico que cumple Estados Unidos. Sin embargo, no hay pruebas fehacientes, sino sólo sospechas, de que Irak posee armas de destrucción masiva, dijo recientemente el jefe de inspectores de la Comisión de desarme de las Naciones Unidas, el sueco Hans Blix, quien también desestimó cualquier relación entre Saddam Hussein y la red Al Qaeda. Incluso Blix va mucho más lejos aún, al señalar que hasta ahora "no he visto nada que justifique una guerra" contra Hussein. Tanto Bush como el primer ministro británico, Tony Blair, han insistido en relacionar a Al Qaeda -controlada por el ex agente de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) Osama ben Laden durante la ocupación soviética en Afganistán- con Saddam Hussein, lo que fue desmentido por el gobierno iraquí. Según el semanario británico "The Economist", el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, denunciará el miércoles ante el Consejo de Seguridad de la ONU en Nueva York que Irak mudó sus armas de destrucción masiva antes del arribo de los inspectores de la ONU, el pasado 27 de noviembre. Las pruebas incluyen un informe referido a la red Al Qaeda -a la que Washington acusa por los atentados del 11 de setiembre del 2001- en el que sostiene que el asesinato de un diplomático estadounidense en Jordania fue orquestado mediante un operativo conjunto entre Bagdad y el grupo de Ben Laden. A esto se sumará el nuevo informe que presentarán los inspectores de la ONU el 14 de febrero, aunque el jefe de la Agencia Internacional de Energía Atómica, el egipcio Mohamed ElBaradei, dijo que antes de regresar a Badgad el régimen iraquí debe hacer ciertas concesiones a los inspectores. En concreto, ElBaradei reclamó entrevistarse con científicos iraquíes sin la presencia ni la presión de funcionarios iraquíes y que Bagdad permita el vuelo de los aviones de vigilancia estadounidenses, lo que no es aceptado por Bagdad. El discurso de Bush, en el que advirtió que "el rumbo de esta nación no depende de las decisiones de los otros", provocó un artículo de apoyo a los planes belicistas de Washington, firmado por representantes de ocho países europeos, entre ellos España, Italia y Dinamarca. La nota, obviamente, no fue suscripta por Francia ni Alemania, los dos países europeos que reclaman una segunda resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para atacar Irak, si fracasa la misión de los inspectores de la ONU en Bagdad. Quizás lo que no imaginaba Bush es que su máximo aliado, el primer ministro británico Blair, le sugeriría más tiempo para atacar Irak y le pediría que busque una segunda resolución de la ONU antes de emprender cualquier aventura militar sobre Bagdad. Algunos informes apuestan a que las operaciones militares contra Irak podrían iniciarse en marzo y concluir probablemente en junio con el derrocamiento de Saddam Hussein o su exilio junto con el de su familia y colaboradores. Sin embargo, otros analistas advierten que una guerra en los próximos días bajo el invierno iraquí puede ser rápida y exitosa, pero si se posponen las operaciones el calor del desierto debilitará las fuerzas de los soldados que envíen la Casa Blanca y sus aliados. En estos días, la foto de Bush suele aparecer diariamente en la prensa de todo el mundo. Como si fuera un personaje de "Los Ejércitos de la Noche", un relato basado en una marcha antibelicista sobre el Pentágono realizada el 21 de octubre de 1967, el octogenario Mailer dijo a "The New York Times" que "si no vamos a una guerra con Irak, George W. Bush se va a sentir mal". (Télam/SNI) |
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