Martes 4 de febrero de 2003 | ||
Vuelven los monstruos |
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Por Héctor Ciapuscio |
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En los "60 pasó por nuestras pantallas un film de Stanley Kramer que tenía como protagonistas a Gregory Peck y Ava Gardner y mostraba el fin de la raza humana como consecuencia de una hecatombe nuclear en escala planetaria. Recuerdo la escena en la que "la última gente" hacía fila en Melbourne -un confín del mundo todavía vivo, esperando la ola atmosférica de cobalto radiactivo que ya había liquidado a todos los del Hemisferio Norte y se desplazaba fatalmente hacia el Sur- , resignada a recibir, cuando los síntomas de la radiación se hicieran fuertes, una píldora que le ahorraría un fin inexorable y cruel. El autor del libro, un australiano, había ubicado en su país, con parecida imaginación geográfica a la que después aplicaría Bruce Chatwin situándolo más apropiadamente en la Patagonia, el último refugio de los hombres luego de la guerra nuclear. La película se titulaba "En la playa" y su exhibición mundial, en tiempos en los que el enfrentamiento nuclear era una posibilidad cierta, fue tan impresionante como para suscitar el comentario exagerado de Linus Pauling, dos veces Nobel, de que ese film había quizás salvado al mundo. Ahora, Michael Crichton, el escritor que dio el argumento para la película "Jurassic Park" y la resultante saga de sus dinosaurios clonados, publica otra novela con destino cinematográfico que se titula "Prey". El argumento trata de una pareja de tecnólogos que trabaja en Silicon Valley, él en inteligencia artificial, ella en el desarrollo de nanorobots para la compañía Xymos. Julia, la mujer, luego de que fracasa la venta del artefacto a los militares como sistema de reconocimiento encubierto, se empeña en convertir a los microrobots, mediante el injerto de bacterias vivas y aplicación de software que los capacitan para reproducirse y evolucionar autónomamente, en prospectos para su aplicación médica navegando por el sistema circulatorio y detectando, por ejemplo, tumores inhallables por los métodos conocidos. Apasionada, presta su propio organismo como cobayo con el resultado de que, infectándola y ganando su mente, la llevan a la locura y el crimen. Finalmente, sobreviene la destrucción épica de la plaga mecánica en los infectados dentro y fuera del laboratorio del que habían escapado, pero insinuando una incógnita última: ¿qué estarán proyectando ahora los de la Xymos Corporation para venderle al Pentágono sus preciosos nanorobots? Hay en esta trama motivos viejos y nuevos perfectamente reconocibles. Las máquinas autorreproductoras y su destrucción salvífica recuerdan a las del visionario "Erewhon" de Samuel Butler escrito en 1872. La fusión de nanotecnología, genética y robótica, a las advertencias de Bill Joy, el fundador del coloso Sun Microsystems, en su trabajo "Por qué el futuro no nos necesita" sobre el peligro de estas poderosas tecnologías conjugadas y la necesidad de ponerles límites, una postura que presentó también en el World Economic Forum 2001 de Davos en una reunión sobre el tema "¿Está la tecnología fuera de control?". En ese debate tuvo por comprensivo antagonista al físico anglonorteamericano Freeman Dyson. Este último, un científico de Princeton de autoridad indiscutible también como pensador, comenta ahora en relación con el mensaje de "Prey", la novela de Crichton, que está de acuerdo en que la biotecnología es tan peligrosa en el siglo XXI como lo era la tecnología nuclear en el siglo XX. El desarrollo espectacular del conocimiento biológico, si es irresponsable, es peligroso. Pero el tradicional comportamiento prudente de los biólogos -como lo muestran las experiencias de empalme de genes y de armas biológicas - es, en su opinión, un factor de garantía. Dice que contrariamente a los bien conocidos físicos que empujaron los programas de las bombas nucleares con gran entusiasmo, los de las ciencias de la vida nunca presionaron por armas biológicas. La gran mayoría de los investigadores biólogos no tiene nada que ver con armas. Y en cuanto al pasado, recuerda que los pocos que estuvieron involucrados con algún programa de este tipo se manifestaron en su mayoría opuestos a él. |
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