Domingo 2 de febrero de 2003
 

El silencio

 

El no veranismo criticó siempre a Daniel Sartor.
Ahora lo aceptan sin reparos.
La claudicación tiene que ver con la necesidad de políticas objetivas del mendiorismo.

  Se puede o no estar de acuerdo con el ideario de Ricardo López Murphy.
Pero lo que no se puede es negarle racionalidad a ese ideario.
Se tome desde donde se lo tome. Desde lo particular a lo general o a contramano.
Desde este marco de referencia, ayer, durante su fugaz paso por Patagones-Viedma, López Murphy dejó varias reflexiones interesantes.
Dijo -por caso- que uno de los dramas de la política argentina no es tanto el tener una dirigencia inveteradamente proclive a repartir "más de lo mismo", sino la voluntad de esa dirigencia en producir "más de lo peor".
Y acotó López Murphy -en consonancia con lo que sostiene en un libro de reciente aparición- que es propio de conservadores considerar que el gobierno les pertenece. Acto seguido: la sociedad ocupa sólo el papel de "público" en la obra que ellos representan.
Ambas reflexiones caen al dedillo de mucho de lo que se sigue reiterando en la política rionegrina por parte de no pocos de sus actores esenciales. Sectores -como se señaló ayer- aferrados a la convicción que la legitimidad de voto que tienen les legitima todo lo que hacen.
No se sienten depositarios de poder. Se creen dueños del poder. A partir de ahí, toda esta percepción y ejercicio del poder se retroalimentan vía la impunidad.
Un esquema de poder así estructurado transforma pluralidad y debate de ideas en sinónimo de debilidad.
Nada de esto se construye solo. Requiere de complicidades. Tanto desde los pliegues y repliegues del mismo poder, como desde otros escalones de la vida pública.
Sobre el filo del fin de semana hubo un hecho paradigmático del vigor que en Río Negro tiene esa trama de decisiones y relaciones.
El gobernador Pablo Verani reinsertó a su fiel Daniel Sartor en el gabinete provincial.
No es necesario abundar en detalles de por qué Sartor es una figura polémica. Hombre de lógicas duales, desde su convicción de que todo lo que sirve al poder es legítimo, Sartor no reniega de ningún método con tal de lograr ese objetivo.
Sartor es dueño de una gran plasticidad para doblegar voluntades que se muestran resistentes al poder del gobernador Pablo Verani. Y también luce como un consumado ejecutor del clientelismo destinado a comprar votos en tiempos electorales explotando la necesidad de los sectores más desprotegidos.
Ya sea por lo que le delega Verani o por lo que supo construir a la luz de manejo del aparato de Estado, Sartor es el hombre con mayor poder político en la provincia tras el sillón del mandatario.
Sartor atraviesa la arena política siempre bajo el fuego de cuestionamientos que incluso apuntan a objetar sus parámetros éticos-morales.
En el año último, esos cuestionamientos se dispararon incluso con virulencia desde el radicalismo no veranista. Un conglomerado que en su denuncia y lucha contra el hegemonismo político que define los designios del gobernador, rugió y amagó con lo que aparentemente eran colmillos afilados por tigres de Bengala.
Pero no eran más que dientes de leche.
Desde el no veranismo Sartor fue denunciado en los términos que el italiano Renzo De Felice escribió que a lo largo de la historia se les aplica a pocos hombres: "Presencia de todo mal, ausencia de todo bien".
Algunos de los máximos timoneles del sector prometieron flagelarse públicamente e irse del poder, si Sartor retornaba al gobierno.
Ahora, cuando las urnas reclaman legitimar a Sartor vía un cargo en el gabinete, sucede lo llamativo: el no veranismo es silencio de radio.
No ha dicho esta boca es mía. Absorbió la determinación de Verani casi como preguntándose: "¿Y de dónde sacaste a este pibe, Pablo"?
¿Cómo es posible tanto silencio y negación de la postura que tenía ese sector sobre Sartor?
Es posible desde una necesidad del no veranismo. Veamos.
Es un sector derrotado por dos razones. Una, carencia de manejo maduro de sus contradicciones. Nunca entendió, por caso, que su colisión con el veranismo debía inscribirse en términos más amplios que la disputa por una ley o un cargo. Dos: por creer que le sería fácil violar la Constitución provincial, o sea llevar a uno de sus líderes -Bautista Mendioroz- a la candidatura a gobernador.
De ahí en más, consumida una inmensa porción de su poder y enflaquecidas sus filas, al no veranismo le surgieron necesidades. Especialmente al vicegobernador Bautista Mendioroz.
¿Qué necesidades?: las de mantener, en lo posible, la estructura política que montó durante siete años como presidente de la Legislatura. Ese presupuesto y esa estructura fueron la llave maestra desde la cual Mendioroz forjó gran parte de su proyección política.
Porque sin ellos, Mendioroz está en el llano de la arena política.
Y justo ahora, cuando con gesto cardenalicio de indulgencia Verani comenzaba a acomodar al mendiorismo en cargos y listas para las elecciones, sobreviene la designación de Sartor.
Y todo el no veranismo calla. Al menos a hoy.
Y le posibilita una vez más a Verani que use el poder como propio.
Y que proceda con más de lo peor.
Como recordaba ayer en la linda Viedma, López Murphy.

Carlos Torrengo
ctorrengo@rionegro.com.ar

     
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación