Domingo 2 de febrero de 2003
 

Ayudamemoria

 

 

  La hegemonía absoluta de Sobisch en el MPN parece haber llegado a su fin. Los severos cuestionamientos de Jorge Sapag, expresados por primera vez en forma pública esta semana, no dejan mayores dudas. Son la culminación de una serie de desencuentros, atribuibles en mayor medida a errores del gobernador, que han terminado por crear una situación sin vuelta atrás. Esto no significa, no obstante, la disolución sin más de la alianza gobernante. Ese es un asunto que sólo se podrá vislumbrar con el tiempo. Pero una cosa es segura: desde la perspectiva del sector que lidera el vicegobernador, se terminó el encolumnamiento automático y de ahora en más toda política oficial requerirá de consulta y consentimiento.
La hegemonía de Sobisch en el seno de su partido nació de la interna de agosto del 2001, cuando se impuso a Felipe Sapag y se rompió el equilibrio entre las dos grandes corrientes del partido provincial.
Este nuevo esquema se fue consolidando con el concurso de varios factores, entre ellos, la ausencia de un heredero capaz de liderar la corriente felipista, y se vio abonado por la bonanza económica surgida del alza del petróleo y el consiguiente incremento de los recursos provinciales.
En este contexto, ayudado por la singular personalidad de Sobisch y fogoneado por su corte de incondicionales, se fue afianzando la idea del líder providencial e infalible. Algo que sumado a la pobreza de las convicciones democráticas que anida en el sector alimentó un fuerte autoritarismo.
Pero a despecho de la memoria selectiva de Sobisch, Jorge Sapag no es un incondicional más, es el jefe de una fracción política que, con la propia, le permitió llegar al gobierno y desplazar a la ortodoxia histórica del partido.
Esta alianza se remonta a 1991, con la fractura de la familia Sapag y fue posible porque Elías y Amado Sapag aceptaron enfrentar a su hermano Felipe bendiciendo la fórmula Sobisch-"Pipe" Sapag.
Sobisch parece haber olvidado todo esto y por un mecanismo bastante conocido en política, junto a sus seguidores más ciegos ha tendido a rescribir la historia a la medida de su propia vanidad.
Stalin borró de las fotos históricas toda referencia a sus principales competidores políticos. En una de ellas, que muestra a los líderes de la Revolución de Octubre- Trotski brilla por su ausencia, pero producto de un trabajo mal hecho todavía se pueden distinguir sus botas.
Parecen ser las botas de Jorge Sapag las que volvieron esta semana, de la mano de sus explosivas declaraciones. Sin embargo, más que a plantear una ruptura definitiva, Sapag parece haber salido a plantar bandera luego de un largo, acaso equivocado silencio, que ha sido interpretado como consentimiento y sumisión.
El reproche de Sapag -"No estoy siendo considerado como vicegobernador"- viene al cabo de "una larga cadena" de errores cometidos por Sobisch. El excesivo enfrentamiento con los gremios estatales; la búsqueda de una alianza inconsulta con los partidos provinciales; la contumacia ante el escándalo de Centenario; el intento de someter al Poder Judicial con las ternas y su derivación en el escándalo de las cámaras ocultas; el enfrentamiento gratuito con los mapuches y, por último, el conflicto innecesario creado al quitarle la publicidad a "Río Negro".
Todo esto se ha visto agravado por un estilo autoritario que ha terminado por cansar no sólo a los Sapag sino a un amplio sector del partido provincial, incluyendo a una parte del bloque del MPN y a algunos colaboradores de Sobisch.
Desde la óptica de este campo, Sobisch no ha salido indemne de sus errores, fundamentalmente del presunto intento de coima que lo retrató por televisión y que lo desprestigió en todo el país. En ese contexto es que Sapag ha planteado la necesidad de postergar la elección de gobernador hasta setiembre u octubre, y lanzar una amplia discusión interna en el partido respecto de todos los temas de trascendencia política.
Claro que desde el ultrasobischismo la lectura parece ser la opuesta: ir ya a comicios para evitar un desgaste mayor de la imagen de Sobisch y no dar tiempo al fortalecimiento de una corriente opositora.
Pero, ¿qué posibilidades reales tiene Sobisch de evitar que esto último suceda? Para ciertos remedios parece ser tarde. Inclusive, algunos en el sector descontento evalúan que una convocatoria adelantada para el 27 de abril no dejaría a Sapag otra alternativa que salir a enfrentar al gobernador.
Una expresión de esta postura un tanto extrema es la que expresó la senadora Luz Sapag, al dar por definitivamente muerta la fórmula Sobisch-Sapag.
La postura que parece haber primado, en cambio, es la de recomponer las relaciones en el seno del gobierno sin abandonar la defensa del criterio propio, al menos hasta que se develen las dos incógnitas más grandes que se presentan: la puja por la capital provincial y las elecciones nacionales.
La imprudencia de Sobisch -el temor que inspira la consolidación de su proyecto autoritario- logró que buena parte de la oposición -peronistas, felipistas y lopezmurphistas- se unieran detrás de la figura de "Pechi" Quiroga. Y el intento del gobernador de jugar en favor de Carlos Menem contribuyó a enajenarle el apoyo de una porción de su propio partido.
Los dos meses que siguen son decisivos para el futuro del MPN y también para el fortalecimiento de una oposición democrática capaz de plantarse como alternativa.

Héctor Mauriño
vasco@rionegro.com.ar

     
     
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