Viernes 14 de febrero de 2003

 

Jefe de supermercado recibió descargas eléctricas en fallido asalto

 
  CIPOLLETTI (AC).- Con una metodología de trágicos antecedentes en épocas del proceso militar en el país, dos sujetos que se hicieron pasar por repositores externos "picanearon" a un jefe del supermercado La Anónima, desesperados porque no hallaban la manera de acceder al dinero.
Con el jefe "apretado" en la oficina, presionado y amenazado, junto con otros tres empleados, los dos malvivientes cortaron un cable de 220 de tensión eléctrica y le hicieron varias "aplicaciones" en uno de sus brazos, pero anoche el estado del damnificado era estable.
La noticia se conoció a la tarde y no hubo ninguna información de parte de la comisaría 32, desde donde habitualmente se llama aunque en la mayoría de los casos cuando se producen detenciones.
El repudiable episodio se desencadenó minutos después de las 6.30 de ayer en la sucursal de La Anónima del acceso Mariano Moreno, frente al Parque Rosauer.
A esa hora ingresó, como lo hace habitualmente, el jefe de ventas del local, Juan Pablo Martín, junto con mujeres que hacen reposición interna, y otro operario, porque al público la apertura es a las 8.30.
Con evidentes datos sobre el movimiento en el lugar, se acercó a la puerta de acceso un hombre vestido con ropa similar a la de los repositores externos que colocan los artículos en las góndolas. Sin sospechar nada sobre el disfraz, ni de las intenciones del sujeto, se le abrió el paso.
Detrás entró otro, con vestimenta similar, pero ya ambos esgrimieron armas, amenazaron al jefe y a las empleadas y les exigieron que entreguen la plata.
Eso no podía ser, porque a esa hora no hay dinero disponible y además el jefe de ventas no tiene la clave ni conoce el mecanismo del manejo del dinero.
Enfurecidos, los falsos repositores llevaron a todos a la oficina del jefe, los ataron con cintas adhesivas y siguieron insistiendo por la plata.
No hubo caso de convencerlos de que no había dinero. Ya al borde de la desesperación, pensando que les mentían, uno de los maleantes cortó de un tirón un cable de electricidad, y se lo aplicó en uno de sus brazos al jefe presionando por "la guita".
Podrían haber insistido en la "picaneada" hasta el final, pero no iban a lograr nada porque ninguno de los que estaban ahí se hallaba en condiciones de entregarles una plata que no existía.
Con amenazas de que "no se muevan porque la van a pasara mal" los dejaron atados y se perdieron. Se presume que había un tercer delincuente en las inmediaciones actuando de "campana".
   
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