Domingo 2 de febrero de 2003
 

Choque previsible

 
  Nada impresionados por las hipótesis delirantes de los que imaginaban que el "movimiento piquetero" constituía una novedad política de importancia mundial, los estrategas del gobierno peronista encabezado por Eduardo Duhalde eligieron neutralizarlo incorporándolo al sistema clientelista manejado por el PJ y sus socios coyunturales, operativo que instrumentaron convirtiendo a los caciques en punteros con derecho a repartir una proporción de los fondos que se harían disponibles. Esta táctica no tardó en brindar sus frutos. Los piqueteros dejaron de ser una amenaza alarmante para convertirse en una parte folclórica, si bien para muchos muy molesta, del paisaje nacional. Por ser el método empleado para apaciguarlos el tradicional -detalle que no ha impedido al jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, afirmar sin equivocarse por completo que "no hay en el mundo un programa de inclusión social de estas características"-, no ha servido para atenuar los problemas de fondo sino para darle al país más tiempo para acostumbrarse a la miseria extrema de amplios sectores y a los líderes piqueteros una oportunidad para establecer una relación orgánica con las redes asistenciales peronistas.
Sin embargo, como también es tradicional, para seguir funcionando "la solución" ideada por los duhaldistas necesitaría dosis cada vez mayores de dinero contante y sonante. Aunque según el acuerdo firmado con el FMI el gobierno se ve comprometido a gastar más en programas sociales, la ministra de Trabajo, Graciela Camaño, luego de acusar a los cabecillas de "cobrarles a los pobres", de "extorsión", de "mentir" como si fueran políticos comunes, ha insistido en que no se aumentará ni la cantidad ni el monto de los planes "Jefas y Jefes de Hogar desocupados", de suerte que era de prever que los piqueteros decidirían intensificar su "lucha", que consiste en organizar manifestaciones públicas amenazadoras y cortar las rutas. Como réplica, distintos voceros del gobierno nacional y de los provinciales han advertido que no vacilarían en recurrir a la fuerza para desalojar las rutas si los piqueteros procuran bloquearlas, de manera que ha aumentado mucho el riesgo de que en los próximos días se produzcan enfrentamientos violentos.
Cortar rutas es una modalidad que a pesar de ser claramente ilegal fue consentida por el gobierno de Fernando de la Rúa primero y, después, por el encabezado por Duhalde. Ambos calcularon que los "costos políticos" de tolerarla serían menores que los acarreados por cualquier intento de aplicar la ley. La miopía así supuesta puede entenderse porque en nuestro país abundan los propensos a considerar a los piqueteros víctimas inocentes de una crisis devastadora provocada por otros y, es innecesario decirlo, cualquier intento de reprimirlos sería aprovechado inmediatamente por los muchos que siempre acusarán al gobierno de turno de actuar como una dictadura militar derechista. Sin embargo, al asumir una postura permisiva por razones que podrían calificarse de pragmáticas, los gobiernos de De la Rúa y de Duhalde contribuyeron a consolidar una cultura política y social basada en el principio de que siempre es mejor ceder ante las amenazas proferidas por organizaciones presuntamente "populares" de lo que sería hacerles frente en defensa de la ley y de la Constitución.
Otra consecuencia de la voluntad oficial de "negociar" con los piqueteros, comprando algunas semanas de tranquilidad relativa a cambio de más "planes Trabajar", o sea, dinero, ha sido fortalecer aún más la politización de la ayuda social, garantizando así que siguiera siendo un ámbito dominado por operadores corruptos, ideólogos combativos y oportunistas que, como siempre han hecho, privilegiaron a los "compañeros" en desmedro de los demás y aprovecharon su capacidad para discriminar para obligar a sus clientes a participar de las manifestaciones callejeras que suelen organizar. Puesto que la resistencia de los clientelistas a permitir la conformación de instituciones públicas que no estén vinculadas con los aparatos partidarios constituye una de las causas fundamentales del atraso del país, los beneficios a corto plazo de la estrategia oficial de cooptar a los piqueteros son magros al lado de las desventajas a largo plazo.
     
     
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