Lunes 17 de febrero de 2003
 

El regreso de un superhéroe atípico

 

Reeditaron "Fantomas contra los vampiros multinacionales", de Julio Cortázar

 
Julio Cortázar quiso divulgar las actas del tribunal Russell II a través de la historieta.
Buenos Aires, (Télam).- La reedición de un libro de Julio Cortázar, "Fantomas contra los vampiros multinacionales", que ubica a un legendario personaje de historieta enfrentado a grupos monopólicos, remite una vez más a una faceta de un escritor volcado decididamente, desde los años 60, a la denuncia y a la acción.
El libro que acaba de publicar el sello Destino apareció por vez primera en 1975 en México en formato revista con narración, ilustraciones y collages a manera de comic. En sus páginas Fantomas -creado en Francia en 1911 y antecedente de los superhéroes de historieta- regresa a la acción para enfrentar a las corporaciones multinacionales, las dictaduras y una conspiración para someter el mundo incendiando las bibliotecas.
El tema de la quema de libros, más que metáfora de la realidad, reminiscencia de los nazis haciendo hogueras de libros u otros intentos literarios en tal sentido como el "Fahrenheit 451" de Ray Bradbury, se superponía al pinochetismo instalado en Chile desde 1973 y resultaba premonitorio de la represión a la cultura argentina a partir de la asonada castrense de 1976.
Cortázar, quien en ese año de 1975 se encontraba en México participando de la Comisión Internacional de Investigación de los crímenes de la Junta Militar chilena, estaba al tanto de una realidad que -lo dijo en su momento- dejaba minimizado al infierno de Dante.
El escritor supo también que con el golpe chileno se quemaron dos millones de ejemplares almacenados en las bodegas de la editorial Quimantú, ochocientos mil en proceso de edición, trescientos mil volúmenes impresos para instituciones y editores privados, más una veintena de originales de autores chilenos.
Unos años antes, Cortázar había visitado Chile interesado por conocer por dentro la experiencia de la Unidad Popular que llevó a la presidencia al socialista Salvador Allende, con quien se entrevistó.
Apenas una semana después de la asonada castrense que tomó el poder en Chile, el escritor argentino fue convocado por Lelio Baso, luchador antifascista, para formar parte del Tribunal Russell II, que ya había actuado sobre los crímenes cometidos en Vietnam e Indochina, presidido en esas ocasiones por el propio Russell y el escritor francés Jean Paul Sartre.
Llamado junto a García Márquez y el filósofo James Petras, entre otras personalidades, Cortázar convoca a su vez a un héroe fantástico Fantomas, creado en la Francia de principios del siglo XX por Pierre Souvestre y Marcel Allain para los folletines de la época. Aunque ya por los años 60 la editorial Novaro había desempolvado al personaje -siempre de frac, capa, galera, bastón y máscara y guantes blancos- para integrarlo a sus historietas.
El autor de "Rayuela" leyó una revista de Fantomas en un viaje por tren de Bélgica a Francia, en medio de las actividades del tribunal citado, y se decidió a escribir una historieta en la que participan, dialogando con el superhéroe, él mismo y otros escritores -Alberto Moravia, Octavio Paz, Susan Sontag- alarmados todos por la quema de bibliotecas.
Con "Fantomas contra los vampiros multinacionales", Cortázar encuentra en el género de la historieta un modo de difundir, más allá de los circuitos convencionales las actas del Tribunal Rusell, sus reflexiones y una llamada de atención sobre las violaciones de los derechos humanos y las aspiraciones de un poder hegemónico.
En el seno del Tribunal se debatía la forma de que esas actas -donde se responsabiliza a Nixon, Ford, Kissinger, la CIA, Pinochet, Banzer, López Rega y a Stroessner de los horrores vividos por los países dictatoriales- se conocieran en toda América Latina. Siempre cercano al cómic, Cortázar elige un género popular con gran penetración en el mercado.
Es poco conocido el dato de que años después, en 1981, escribió un texto para una historieta con ilustraciones del pintor Alberto Cedrón, "La raíz del ombú", donde aparecen Fangio, Antonio Tormo, los desocupados llegando de la provincia a la capital, una serie de pasadizos que comunican con la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) y unos hombres-larva, que se superponen con integrantes de los denominados "grupos de tareas" de la represión.
En su libro "Argentina: Años de alambradas culturales" (1984), Cortázar dice haber descubierto que lo que se hace "en el extranjero para favorecer la causa de la libertad de los pueblos latinoamericanos oprimidos no llega jamás a los oídos de esos pueblos (...). De ese descubrimiento nació un texto que, presentado como una tira cómica buscó llevar a los niveles más populares el conocimiento de lo que el Tribunal Bertrand Russell II había cumplido a favor de la causa latinoamericana".
Esa historieta -leída en la Argentina de la dictadura en la clandestinidad y reeditada en 1989 por el desaparecido diario "Sur"- plantea una reflexión sobre el papel del intelectual que se auto cuestiona: "¿Qué son los libros al lado de quienes los leen, Julio? (...). La pérdida de un solo libro nos agita más que el hambre en Etiopía, es lógico, comprensible y monstruoso al mismo tiempo".

El cronopio político

El Julio Cortázar de la invención constante es el mismo que asume un compromiso político que lo lleva de la firma de manifiestos a estar presente en los mismos lugares de conflicto: la Cuba de los barbudos de principios de los sesentas, el Chile de Salvador Allende diez años después y la Nicaragua sandinista a finales de los setentas.
Tildado de antiperonista y cuestionado por vivir en Francia, su compromiso aparece en una década, la del 60, convulsionada por las revueltas del Mayo Francés; la matanza de Tlatelolco, en México, o la guerra de Vietnam.
Tras la escritura de "Las armas secretas" (1959) donde dice haber descubierto a sus semejantes, y su visita a Cuba en 1963, empieza hablar de una humanidad "humillada, ofendida, alienada" y a replantearse una y otra vez el papel del intelectual en el mundo, pero anteponiendo la inventiva y la libertad de creación.
Guevarista declarado -escribió en el poema "Che": "Yo tuve un hermano (..) caminé de a ratos/ cerca de su sombra"- en sus textos enmarcados en lo social se encuentran la novela "Libro de Manuel" -ganó el premio Médicis que donó a la resistencia chilena- algunos cuentos como "Reunión", "Apocalipsis en Solentiname", "Graffiti", "Satarsa" y los libros "Nicaragua tan violentamente dulce" y "Argentina: Años de alambradas culturales".
Bregando por un socialismo "de rostro humano", denunció sistemáticamente las dictaduras del cono sur, considerándose a sí mismo como un exiliado más.
En 1979 viaja a Panamá, se entrevistó con el presidente Omar Torrijos, y voló a Nicaragua, país que ya había visitado en forma clandestina.
Volverá allí para participar de vigilias contra la guerra en la frontera con Honduras, en actos de entrega de títulos de reforma agraria, para observar la campaña de alfabetización y para leer sus propios textos. (Télam)

   
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