Domingo 16 de febrero de 2003
 

Poca plata y mucho festival

 
  El folclore de este verano está lejos de agotarse todavía. Quedan decenas de festivales que todavía tendrán la oportunidad de mostrar a su gente, consagrados y aspirantes, pero todos con la misma idea de hacer de esta música una buena invitación.
Digo consagrados y aspirantes porque en cada escenario siempre se conjugan los que tienen fama y prensa y los que vienen remando en busca de un lugarcito. Y muchos no desentonan porque una vez arriba se contagian del entusiasmo y hacen vibrar a todos.
Quedan fiestas y fiestas a lo largo del país, quedan todavía grandes festivales por concretarse y no tan grandes en cada pueblo de este país. Algunos eligen el folclore, otros se vuelcan por otros gustos y algunos mezclan ritmos para que participen todos del convite.
Por cuestiones de costos, los grandes ausentes de los festivales chicos y medianos fueron Los Nocheros. Sólo Cosquín y Jesús María los tuvieron y el resto de la temporada los encontrará en la concurrida Carlos Paz, donde como siempre el éxito los acompaña
Este verano de vacas flacas en la Argentina no pareció tan así en los festivales. No había lugar para nadie en ningún lado y cuanto menos, los organizadores entendieron en muchas ciudades, que les había ido bien o muy bien, salvo los casos en que el clima les jugó una mala pasada.
Otra vez el elegido, o el más elegido fue el Chaqueño Palavecino, que como en cada verano, se lleva los mejores logros en cuanto a convocatoria y para los organizadores es más accesible.
El Chaqueño puso en práctica este verano un estilo elogiable con el resto de los intérpretes. En cada festival eligió un solista o un grupo para que lo acompañe en uno o dos temas. Y podrán imaginar lo que eso significa para alguien que busca trascender. Es como tener un padrino que lo acerque a una discográfica y les hable de sus virtudes.
En cada escenario lo hizo, generalmente con grupos locales en las distintas provincias, lo que además de un buen gesto, provocó el delirio de la gente.
Demostró, como cada año, que llegar bien alto no le nubló la vista y sigue pensando en que él, el mismo Palavecino, recorrió el mismo camino, muchas veces sin suerte, hasta ocupar el sitio que hoy ocupa.
Soledad fue otra de las que no pasó este año por tantos festivales como en otras épocas. En veranos pasados no había fiesta en cada pueblo que no la tuviera entre las elegidas. Sin embargo, no por poco fue malo lo suyo, al contrario, mantuvo el nivel de siempre, llevando su canto más a un estilo latinoamericano.
Se la vio por Chile, donde su número de seguidores no para de crecer. Y lógicamente, no es criticable que viajen al país vecino cuando en materia económica es mucho más conveniente. Además, convengamos que lo de Soledad a nivel internacional no es de ahora, sino que desde hace tiempo que trasciende las fronteras argentinas.
Del resto hay para hablar largo y tendido, aunque será motivo de otras varias notas.
Y por si fuera poco, también habrá para hablar del escenario que no se ve por tevé en los festivales, el de artesanos y buscavidas que tienen cada verano una cita para sobrevivir en la castigada Argentina.

Jorge Vergara
jvergara@rionegro.com.ar

   
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