Martes 4 de febrero de 2003

 

El canon infantil de Harold Bloom

 

Con "Relatos y poemas para niños extremadamente inteligentes de todas las edades", Harold Bloom carga contra la cultura literaria que simboliza el fenómeno Harry Potter.

 
Harold Bloom escoge los clásicos para los chicos.
NsxxxBuenos Aires, (Télam).- León Tolstoi, William Shakespeare, Arthur Conan Doyle, Charles Dickens, Gogol, Chesterton no son, precisamente, los nombres más citados en materia de literatura infantil: sin embargo, el crítico Harold Bloom (Nueva York, 1930) los ha incluido en un canon de lecturas que saldrá a la venta, con todos los honores, el 15 de este mes.
El título del libro, que lanzará el sello Anagrama, lo dice prácticamente todo: "Relatos y poemas para niños extremadamente inteligentes de todas las edades".
"No acepto la categoría de "Literatura para niños" -dice Bloom en la introducción al volumen-, que hará un siglo poseía alguna utilidad y distinción, pero que ahora es más bien una máscara para la estupidización que está destruyendo nuestra cultura literaria".
"Casi todo lo que ahora se ofrece comercialmente como literatura para niños sería un menú insuficiente para cualquier lector de cualquier edad en cualquier época. Yo leí casi todo lo que he reunido en este libro entre los cinco y los quince años, y he seguido leyendo todos estos relatos y poemas desde los 15 hasta los 70", señala el crítico en el prólogo de su flamante obra.
Desde que tuvo la buena idea de publicar su controvertido ensayo "El canon occidental" (de más de 500 páginas, en 1995), Bloom es amado y odiado con la misma intensidad por "los unos y los otros" que estuvieron a favor y en contra de su canonización de sólo 26 autores como los más representativos de la literatura universal (entre sus elegidos figuran Dante Alighieri, William Shakespeare, León Tolstoi, Miguel de Cervantes y sólo dos latinoamericanos: Pablo Neruda y Jorge Luis Borges).
Al investigador -profesor de Humanidades en la Universidad de Yale y autor de "La angustia de las influencias", "La Cábala y la crítica", "Los vasos rotos" y "El libro de J", entre otros libros- no le interesa esta vez llevar al lector a una polémica abierta con la crítica ideológica norteamericana, aunque no deja de atribuirle la responsabilidad de haber "ocultado", por ejemplo, a Thomas Mann durante 30 años, o "perseguido" a Ellison -que era negro- "por haber colocado al arte sobre la ideología". La nueva obra de Bloom está dividida en cuatro estaciones: los textos más adecuados para leer en primavera, en verano, en otoño y en invierno, según un criterio temático o la época en que se desarrolla cada título.
El autor más citado es Lewis Carroll, sin duda uno de los predilectos del ensayista: "Estar a solas con un buen libro es ser capaz de comprenderte más a ti mismo. Releer los libros de "Alicia" de Lewis Carroll es recordar lo fuerte que es Alicia, y puede ser una manera de compartir su independencia". Otros escritores que aparecen son Rudyard Kipling, Mark Twain, H. G. Wells o R. L. Stevenson: la mayoría de los autores seleccionados pertenecen al siglo XIX, porque según el ensayista "tras la Primera Guerra Mundial, diversas oleadas de lo que entonces se llamaba "modernismo" acabaron con la especulación y el asombro visionarios" que unifican un volumen con predominio de la literatura fantástica.
Para Bloom, el problema no es si los niños leen ahora más o menos cantidad de libros que antes: "la cuestión fundamental, el meollo de todo el asunto, es qué se lee", sostiene.
El autor también afirma ser "lo bastante anticuado y romántico como para creer que muchos niños, dadas las circunstancias adecuadas, son lectores por naturaleza hasta que su instinto es destruido por los medios de comunicación".
Los textos seleccionados no son siempre una obra completa -un poema, un relato- sino que, en ocasiones, hay fragmentos de libros más extensos (en el caso de Shakespeare, por ejemplo).
Sin embargo, el crítico asegura haber desechado todos aquellos textos que presentaban un elevado grado de complejidad formal y afirma que no hay en ellos ninguna dificultad que un niño no pueda superar con un poco de esfuerzo. Tampoco ha querido indicar las edades adecuadas para cada texto, porque "eso sería dirigir la lectura". Los futuros compradores de la obra deberán tener en cuenta, sin embargo, que el volumen decepcionará a los que esperen grandes elucubraciones teóricas sobre la materia: se trata básicamente de una selección de textos literarios... con el sesgo controvertido que pocos como Bloom pueden generar.
   
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