Domingo 26 de enero de 2003

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Un discurso
bien eficaz

 

Las conductas discriminatorias se afianzan aún más

 

Ahora "los malos de la película" son morenos, pobres y huelen mal. Previamente eran los inmigrantes bolivianos, paraguayos y peruanos. Mucho antes, en el país, los chilenos y los indígenas. Esta es una conducta que tiende a reforzarse y que vuelve al debate en nuestra región con el ataque salvaje que una patota propinó a un matrimonio chileno, en Zapala.

 
Gerardo Quirquitripay y su mujer, quienes fueron brutalmente atacados el 12 de este mes en Zapala por jóvenes xenófobos.
La lucha contra la discriminación en la Argentina es encabezada por organismos que sostienen que, aunque la intolerancia emerge de distintas formas -políticas, económicas, de género, de salud, de nacionalidad, de religión, de aspecto físico- tienen en definitiva una connotación cultural e ideológica que se asienta en la negación de la diferencia. "El otro, que no es igual a mi, es mi enemigo", se razona.
"La batalla contra la discriminación es básicamente cultural", afirmó Víctor Ramos, titular de la Organización No gubernamental "SOS Discriminación Internacional".
En este sentido, destacó que la escuela, como ámbito de formación de los chicos, es crucial: "todos, alguna vez fuimos discriminados y discriminamos a otro", puntualizó.
En este marco, no pocos grupos y sectores sociales viven a diario diferentes niveles de segregación con actitudes que son condenadas por estas organizaciones que reciben denuncias, asisten y buscan contener a las personas agredidas por su nacionalidad, su color de piel, de pobreza y hasta por su olor. Incluso se llega hasta límites llamativos: en los casos de arrebatamiento de bebés a gestantes de barrios humildes se llega a decir que "cómo es posible que tengan más hijos estos pobres". Pareciera, en esta tendencia discriminatoria, que "los pobres no pueden tener hijos -o bien tenerlos pero después no criarlos- por el solo hecho de ser pobres".
"Es así como se justifica, después, cualquier cosas. Por eso la lucha es por una sociedad sin excluídos, sin racismo ni xenofobia", definió Ramos, quien se desenvuelve en un plano internacional "asesorando" a gobiernos latinoamericanos y hasta "al lejano Japón", según afirmó.
"En la Argentina hay discriminación, pero también es cierto que ahora está más desarrollado el trabajo antidiscriminatorio y hay más conciencia", señaló al hacer una comparación con el resto de Latinoamérica, aunque destacó que desde el punto de vista legal, la discriminación es "sólo un agravante" y no tiene penalización.
Ramos indicó que la xenofobia, como actitud "casi animal" no es otra cosa que "cuidar el espacio, el territorio" y que en ese orden "ahora los malos de la película" son los chilenos y peruanos, pero que hace dos o tres años eran los bolivianos y que antes fueron los uruguayos. Mucho antes, los indígenas.
Localmente este fenómeno, no sólo pasa por dejar a un lado a la gente morena, pobre o discapacitada, sino que se agregó en este último año sobre todo, un fenómeno vinculado con la discriminación, pero que tiene que ver con las consecuencias de la crisis financiera e institucional y la pérdida de derechos por parte de los particulares.
Ese es el entendimiento del Foro de ONGs, que dirige Daniel Barberis, compuesto por 25 organizaciones de ese tipo que desde hace ocho años reciben denuncias: "la discriminación en los bancos privados, en las medicinas prepagas y obras sociales consolidan un escenario de conflictos discriminatorios alarmantes: el 34,5 por ciento de los casos denunciados en este último período se constatan en estos ámbitos".
Por otra parte, así como la discriminación atraviesa a toda la comunidad, como un déficit social, se alimenta también en el plano individual de déficit personales. Y entonces es en ese marco cultural en donde quedan amparados y atrapados los aspectos más propios de la persona que discrimina, en la que los miedos y las negaciones -ambos sentimientos no reconocidos por la persona que segrega, según los psicólogos- desconocen el dolor y la injusticia que provocan las conductas discriminatorias.
En este sentido, Noemí Karamanian, investigadora y psicóloga de la UBA, recuerda que "discriminar" tiene el mismo origen etimológico de "discernir", o sea "distinguir, separar mentalmente". Operación que sin duda nos permite pensar, salir del conjunto de percepciones indiferenciadas del mundo que nos rodea y generar un orden, una "organización del mundo".
En el desarrollo del infante humano, esta capacidad creciente de discernir, de discriminar, implica una maduración que permite al individuo en ciernes darse cuenta que existe algo propio, el "yo" y un mundo externo, "no yo" que incluye el ambiente, los objetos y las personas.
Es a partir de esta función que el bebé sale de la confusión inicial, de la "simbiosis" con su madre y empieza a constituirse como un ser separado, que puede entrar en relación con mamá como algo distinto de él mismo y con otras personas. Este proceso de discriminación enriquece el mundo, lo llena de "otros".
¿Qué pasa después? ¿Cuál es el proceso por el cual un logro tan importante como la discriminación pasa a convertirse en un "defecto"? "Es una discapacidad en el adulto de la especie, que forja una barrera ante lo distinto, por considerarlo amenazante. Llegar a adulto, entonces, sería ser capaces, por fin, de producir una integración, de comprender que no hay día sin noche y que toda luz produce su propia sombra. Sería incluir la incertidumbre, lo otro que también soy, mis supuestos defectos y mi creatividad; sería romper los límites de lo conocido que nos ayudó a sobrevivir mientras crecimos y elegir territorios más extensos. Si no puedo, si sigo temiendo a lo desconocido en mí mismo, a mi sombra, entonces la saco afuera, la proyecto en el mundo. Yo me quedo con lo conocido, con lo "bueno"; y lo desconocido, lo oscuro, lo siniestro, están afuera, en el vecino, en los negros, en los gays, en los extranjeros...", afirma Karamanian. Ahí es donde la discriminación (que era posibilidad de discernir) se transforma en una conducta social que empobrece el mundo.

El ranking de la devaluación del diferente

En momentos en que del entramado social sólo quedan hilachas no es casual que resurja ese "espíritu antichileno" que anida en mucha gente de la región, sostiene Enrique Masés, docente e investigador de la UNC. Uno escucha testimonios sobre todo en el sector de la construcción en los barrios del oeste de la capital neuquina, dice Masés, que alegan que muchísimas obras "tienen capataces chilenos que prefieren tomar mano de obra trasandina". "Y eso está mal", agregan estos mismos trabajadores. Ergo, discriminan.
Las calificaciones despectivas, según este investigador, tienen su origen en el proceso de construcción del Estado moderno capitalista del siglo pasado y de una sociedad fuertemente homogénea, tanto de un lado como del otro de la Cordillera. "Es así como muchos argentinos llegan a ver a sus vecinos como "vagos y proclives al alcohol" y chilenos que piensan al argentino como cobardes o pocos valientes y soberbios, entre otras características". "También pesa que hemos tenido elites gobernantes descalificadoras del otro; nosotros mismos, después de la Conquista del Desierto, discriminamos al indígena primero, y al chileno, después".
A pesar de que la inmigración es uno de los ejes fundamentales de la conformación de nuestra sociedad, desde 1992 -especialmente- se verifica un discurso que presenta al extranjero limítrofe como "el padre de todos nuestros males", explica por su parte Marta Radonich, licenciada en geografía de la UNC. "Y en esto de culpabilizar discriminando, se vincula el origen, el físico, el sexo y la edad con la pobreza y la marginalidad que se vive en plena fragmentación social.
Es así como hay un ranking de discriminados, donde primero está "el negro"; después le siguen "el pobre", "el extranjero" y "el villero", sostiene Radonich. Esto seguirá mientras continúe el aumento diferencial de la población, el continuum de movilidad territorial y el acceso diferencial a los recursos, sostiene la docente.
"A los primeros inmigrantes que tuvo la Argentina se los criticaba y se les hacía burla, pero no se los discriminaba, mayormente. Con el vecino que viene de un país limítrofe sí se es xenófobo, con facilidad", concluye Radonich.

   
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