Domingo 19 de enero de 2003

 

 

La preocupación cotidiana

 

 

 

PEÑAS BLANCAS (ACA) - Mabel vino a los seis años de Zapala, acá se casó, tuvo nueve hijos y dieciséis nietos. "Me encanta vivir aquí, no lo cambiaría por otro lugar, la tranquilidad que hay, se vive de otra manera; otra de las cosas es que aquí no hay una extrema pobreza, nos faltan muchas cosas pero no hay chicos pidiendo en la calle, gracias a Dios. Y a los niños en general no les falta nada", dice la mujer mientras prepara la masa para los ñoquis en el comedor comunitario ante la mirada atenta de su hija menor.
Entre los problemas que la afligen señala el del "estudio de los chicos, mi hija de trece años quiere ir a estudiar a Catriel el secundario, pero a mí se me hace muy difícil mandarla".
Claudia, otra de las pobladoras, vive en una de las casas que están sobre la ruta, junta en unos tanques agua del canal.
– "Le ponemos lavandina y tomamos de ésa, porque ir a buscar el agua potable a la planta nos queda muy lejos".
Existe un proyecto ya aprobado para realizar una red de agua potable que una el barrio "El Pinar" con la parte más vieja, distante unos 3 kilómetros, y así se dotaría a estos vecinos del servicio de agua potable.
Carlos, con sus 25 años y sus numerosos hijos que lo acompañan hasta el comedor, no sin cierta resignación, reclama "más trabajo, vivimos de changas en las chacras, pero los meses de invierno son muy duros, ahora estamos atando viñas y algunos pesitos en el día se hacen, es poco pero vamos tirando".

El enfermero es quien pide un playón y una biblioteca

PEÑAS BLANCAS (ACA) - En Peñas Blancas hay, como en todos los lugares, innumerables personajes e historias. Basta mencionar una curiosa, la del eterno policía a cargo del destacamento que cuando se jubiló alquiló el bar más concurrido del pueblo, con lo cual muchos pasaron de ser "habituales demorados por alcohol o peleas" a "habituales clientes".
Néstor Papa tiene 65 años que su rostro y energía desmienten; lleva más de 30 años en la zona de Catriel, ex empleado de YPF, de profesión enfermero, es el encargado de la sala de primeros auxilios y hombre orquesta del lugar.
Amante de la pintura, muestra con orgullo una rara copia en carbonilla de un Abraham Vigo; mientras habla de Barletta, Arlt, Alvaro Yunque y gran parte del grupo literario de Boedo.
"Cuando uno anda por las grandes ciudades y luego viene a estos sitios encuentra la pureza en la gente y se goza una paz que linda con el tedio", confiesa, mientras relata su experiencia de hace un tiempo cuando pasó más de un año en el monte chaqueño con los indios tobas y wichis.
La sala luce impecable y en un cartel se informa que el odontólogo y el clínico vienen todos los miércoles por la tarde. Después mientras camina por la calle hacia la planta potabilizadora expone su proyecto de "hacer una biblioteca popular, la gente es medio renuente a esto, pero hay que arrimarle cosas".
"Fíjese con qué poco se podría hacer un playón para que los chicos jueguen al fútbol; apenas unas bolsitas de cemento, un poquito de hierro y estos pibes tendrían algo en qué entretenerse", y señala un pequeño baldío cubierto de barro y algunas espinas.
Dice que no es de extrañar que uno de los problemas de los jóvenes y adultos sea el alcohol, " si no se les ofrece nada a cambio". Papa está tramitando su jubilación, cuando le llegue ha optado por "tener un terreno en el lugar y trabajar que es la mejor terapia".

   
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