Domingo 19 de enero de 2003

 

Historias patagónicas: A la pesca de anécdotas veraces y truchas

 

En enero de 1903 -cuando se intentaba el traslado de la capital neuquina- el Ministerio de Agricultura decidió sembrar con salmónidos la zona lacustre andina en aras de la alimentación regional, mientras el perito Moreno proponía explotar los bosques.

Por Francisco N. Juárez
fnjuarez@interlink.com.ar

 
Truchas pescadas en 1914 por la comisión Bailey Willis.
Hace un siglo no existía la secretaría de Medio Ambiente ni los movimientos ecologistas para la preservación de lo provisto por la naturaleza.
Sin guardabosques y guardafaunas a la vista, tampoco estaba prohibido tentarse con la apropiación de lo que se reproduce generosamente sobre el planeta, algo aún menos censurable en un país entonces espacioso, despoblado y urgido en explotar la renovable exuberancia de sus comarcas. La idea vigente, entonces, era una mixtura resultante del concepto de Rousseau sobre la influencia del clima en los grupos humanos, aún cruzada con la apocalíptica teoría de Malthus y sumada al "dejar hacer" heredado de los fisiócratas.
El ministerio de Agricultura tenía destacado algún agente forestal de su Oficina de Bosques y Yerbales, que en la cordillera cuidaba las fajas boscosas fiscales a los efectos de controlar su aserramiento autorizado y cobrar tasas que daban entre 3 y 4 mil pesos anuales al fisco.
Lo superaban los derechos de pasturas en tierras fiscales (en 1914 la Patagonia rindió en ese rubro 200.000 pesos a razón de 50 centavos de cabeza de ganado mayor y 10 el menor).
Las rozas de fuego de quienes querían provocar futuros espacios agrícolas o ganaderos eran controladas, y las clandestinas servían para las denuncias o para la crítica de los expertos, como lo dejó consignado el botánico Max Rothkugel ("Los bosques patagónicos", 1916) y denunció los incendios intencionales.
Uno en Blest que "se originó cerca de la casa del yerno del señor Eggers" y sucedió cuando Theodore Roosevelt pasó por el lugar y lamentó la humareda que tronchaba tanta belleza.
También el botánico -que trabajó en paralelo de la comisión Bailey Willis-, habló de los conflictos familiares en ese confín que atentaban contra el bosque o los que entre Nahuel Huapi y Traful parecían provocados el norteamericano Jones y el uruguayo Rickert, quienes, según Rothkugel eran vecinos que se inculpaban mutuamente pero que era "voz corriente en Bariloche" que estaban en entendimiento y procedían así para alternarse en el rodeo de algunos orejanos.

Opinión y duelo del perito

El 2 de febrero de 1903, súbitamente, el perito Francisco P. Moreno reapareció en Buenos Aires, cuando el plan era comenzar en el cerro Palique -justamente el día anterior- la demarcación y colocación de hitos junto con el árbitro inglés Holdich. La fatalidad que había perseguido a Moreno en los últimos años desde la muerte por tifus de su esposa María Ana Varela (en Santiago de Chile, el 1° de junio de 1897) acababa de golpearlo, curiosamente, también Chile. Estaba en Punta Arenas cuando recibió la noticia de la muerte de su hijita Juana María, se embarcó sin demora y una calesa en Buenos Aires lo llevó desde la planchada hasta su quinta de la calle Caseros.
Los periodistas lo esperaban porque Moreno traía detalles preciosos sobre la búsqueda y capturas de los presos evadidos de la Isla de los Estados, pero un fragmento de la charla -que también viene al caso sobre la explotación de los recursos naturales de la Patagonia- vale la pena reproducirlo. "¿No cree usted -preguntó el periodista- que ha llegado el momento de pensar en colonizar esos territorios?". Y agregó que "por la actitud que tomó el doctor Moreno antes de contestarnos, vimos que tocábamos su cuerda más sensible. Ya lo creo -contestó Moreno-, cuando se pueble la Patagonia habremos hecho más que incorporar una provincia nueva a la república: habremos creado una poderosa nación llena de vida y de riquezas en la cual hay campo y elementos para más de un pueblo; para toda la raza viril y poderosa. Lo único que hace falta son vías de comunicaciones rápidas y buenas, baratas y bien servidas, aseveró. Pero ya el ministro de Obras Públicas -observó el cronista- tiene en preparación un proyecto de ley que acaso será tratado este mismo año, disponiendo la construcción de un ferrocarril entre San Antonio y Junín de los Andes pasando por Nahuel Huapi que usted mismo ha prestigiado...".
Contestó Moreno: "Felicito al Dr. Civit (el ministro aludido). Es una idea de la más alta importancia cuyos beneficios se recogerán enseguida. Porque ha de saber usted -agregó- que en la Patagonia todo está listo para ser explotado, desde la riquísima madera de sus bosques hasta las producciones de sus minas, tan buenas como las mejores y las más célebres de la Tierra". Tras el duelo, Moreno volvería a hacerse cargo del Museo de la Plata.

Incubar es poblar

En esos primeros días de 1903 precisamente, el gobierno argentino contrató a John W. Titcomb, jefe de la División Piscicultura del Bureau Fhiseries de los Estados Unidos para que estudiara las aguas de la región andina patagónica y así aconsejara la cría de peces que correspondiera a cada zona para seguir con las demás del país (incluyó hasta la laguna de Chascomús). El científico pasó 9 meses de recorridas y en medio de su trabajo encargó el plantel de futuros salmónidos por el que, desde el puerto de Nueva York, salieron 1.205.700 embriones de cuatro clases diferentes embarcados el 19 de enero de 1904. Siguieron en alargada travesía hasta Buenos Aires y desde Constitución en tren hasta la estación Neuquén (meses antes del traslado capitalino) y en carros hasta Nahuel Huapi (tramo cruzado en tiempo récord) adonde llegaron el 4 de marzo de 1904.
Cuatro meses después -exactamente el 4 de julio- el vespertino El Diario que publicaba habitualmente las colaboraciones de Clemente Onelli, incluyó un informe oficial del piscicultor Titcomb a Agricultura. Apareció bajo el título "Piscicultura, truchas y salmones en el Nahuel Huapi". Decía Titcomb: "Mientras tenía en preparación mi informe elevado a esa división (por el buró nativo de Agricultura) el 1° de marzo próximo pasado en el que recomendaba la introducción de varias especie de salmónidos, se había dispuesto ya la importación de huevos de cuatro de esas especies, los que donados por los Estados Unidos mediante la cortesía del comisionado de "Peces y Pesquerías", el honorario Jorge U. Bowers, se hallaban ya en esa fecha en viaje desde Nueva York a Buenos Aires, vía Inglaterra. Me complace hacer saber a usted que esos huevos llegaron hasta los criaderos previamente preparados en Nahuel Huapi (no dice que construidos con la inestimable ayuda del vaquero Jarred Jones), en excelentes condiciones de conservación y con una pérdida que no alcanzó al 10 por ciento, resultado que para la historia del cultivo de pesca, debe considerarse como el mejor obtenido hasta la fecha en materia de transporte de huevos".
La nota señaló que los embriones salieron en pleno invierno desde los Estados Unidos, para cruzar el tórrido Ecuador y atravesar en Neuquén las "100 leguas de cálidos arenales, siendo incubados durante la estación más calurosa y opuesta a aquella en que hubieran incubado en sus condiciones naturales". Titcomb atribuye el éxito a los cuidados del piscicultor E. A, Tulián durante el viaje, muchas veces dentro de las cámaras frigoríficas en que venían los huevos. Una proeza.

Curiosidades

El martes 20 de enero de 1903 el vespertino porteño Tribuna publicó la entrevista que esa misma mañana le hizo al ministro de Interior Joaquín V. González recién llegado de su visita a Chubut. La charla comenzó mientras el ministro "se cambiaba de ropas y abría su equipaje" y en buena parte se centró, claro, en la población del lugar, la colonia de galeses "a quien tan mal se conoce" según el ministro. Si bien el presidente de la municipalidad de Gaiman no hablaba español -se enseñaba en 8 escuela de la colonia- "tienen simpatía por las instituciones y el suelo de sus hijos, pero conservan su idioma..." a veces con exclusividad, como el munícipe de Gaiman (Hugo Griffiths).
El ministro González admitió haber dejado en el Chubut algunas promesas. Una fue la construcción de canales y defensas contra el río para lo que estimaba una inversión de 20.000 pesos. También prometió a los galeses una línea telegráfica entre Trelew y Gaiman, la regularización de la entrega de títulos de propiedad sobre las chacras adjudicadas y la reparación del puente de Rawson sobre el río Chubut, roto durante la gran inundación de 1899.
El capitán de fragata Thwaites -pariente del perito Moreno- y los oficiales que lo acompañaron durante el estudio de navegabilidad de los ríos Negro y Limay y que trabajaban en el informe (y mapas) sobre el reciente viaje sureño -según diarios del 21 de enero de 1903- informaron que el personal técnico del arsenal naval confeccionaría bajo la supervisión de Thwaites planos de un vaporcito adecuado para navegar el Limay.
El Jueves 22 de enero del mismo año, el Tribuna dedicó un editorial a fustigar al ministro González por no haber escuchado durante su reciente gira por Chubut, el reclamo de los pioneros de la región.
El 25 de enero del año 3, el ingeniero Muraglia, director de la cárcel de Ushuaia, después de varios días de permanencia en Buenos Aires, aceptó conversar con los medios periodísticos y admitió tener un magro presupuesto para administrar aquel destino todavía en construcción: 2200 pesos por mes. La comida de los 26 empleados se llevaba 585 pesos y se construía el primer pabellón para alojamiento de penados, "de piedra y con techo azotea".


   
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