Viernes 17 de enero de 2003

 

Hallan muerto al cuidador de un templo

 

Hubo conmoción en Bariloche, pero descartaron que fuera un hecho violento.

 
La vivienda donde se produjo la muerte de Acuña Sandoval y el perro que lo acompañaba.
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB)- El hallazgo del cuerpo sin vida del cuidador de un templo y establecimiento turístico evangélico motivó un importante operativo policial ayer por la mañana, pero finalmente las autoridades encuadraron el hecho como “muerte natural” y descartaron cualquier hipótesis delictiva.
Primero los policías creyeron que lo habían asesinado, porque le descubrieron un corte en el cuero cabelludo y lo encontraron acostado en su cama sobre una gran mancha de sangre y en estado de descomposición, pero más tarde el forense determinó que la muerte se había producido por un coma alcohólico, presumiblemente producido luego de una ingesta abusiva de alcohol.
El hallazgo se produjo ayer por la mañana en la casa ubicada en un solitario sector comprendido entre la ladera Este del cerro Ventana y la Oeste del cerro Carbón, a unos 3 kilómetros del barrio Pilar II, a unos 700 metros del vecino más cercano y al final de un camino que conduce a esa única vivienda y concluye junto al arroyo Ñireco. Las autoridades tomaron conocimiento de la situación después que formulara la denuncia un vecino, al que conocen por el apodo de “Chapulín”, quien concurrió a la vivienda de la víctima extrañado porque hacía varios días que no lo veía.
El muerto fue identificado como José Emiliano Acuña Sandoval, chileno, de 63 años, quien habitaba una pequeña pero cómoda construcción de mampostería, ubicada a 100 metros del edificio que funciona como templo evangélico y como albergue para los campamentos que organiza la iglesia propietaria.
La presencia de un corte en el cuero cabelludo de Acuña Sandoval y la circunstancia de que estuvieran destrozados todos los vidrios de las ventanas obligaron a pensar en una muerte violenta, pero luego el forense comprobó que el corte que presentaba era superficial, y que una abundante ingesta alcohólica había sido la responsable del deceso.
Por otro lado, las autoridades establecieron que la rotura de vidrios había ocurrido a mediados de noviembre de 2002 cuando un grupo de desconocidos atacó la casa de la víctima, y que la denuncia por ese episodio había quedado asentada en la comisaría 28.
Al muerto lo conocían en el barrio Pilar II, porque en forma casi diaria recorría los tres kilómetros que separaban su casa de la despensa más cercana, para comprar víveres y vino, siempre por el mismo camino. Por eso al célebre hachero Celestino Quijada le extrañó no haberlo visto durante la última semana, y le habría pedido a “Chapulín” que verificara si estaba enfermo y necesitaba atención médica o una ambulancia, según confió a “Río Negro”.
“Volvió y me dijo que no respondía a sus llamados, pero que por la ventana había visto un bulto en la cama. Entonces le pedí que volviera, y que cualquier cosa avisara a la policía”, relató Quijada.
Huérfano de cuidados, afecto y alimento, frente a la casa de Acuña Sandoval quedó su pequeño perrito, un animal de raza indefinida que la policía procurará poner al cuidado de la institución evangélica que empleaba a su dueño.
   
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