Martes 14 de enero de 2003 | |||||
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La tranquilidad se halla en las playas del puerto |
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Una opción para pasar el día y conocer cosas diferentes. |
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En general, ni siquiera sospechan sus dimensiones reales ni tampoco saben qué función cumplen detenidos allí, en pleno golfo San Matías. Son los buques mercantes que transportan desde enero a julio las producción frutícola de los Valles Alto y Medio de Río Negro y Neuquén, desde el puerto de San Antonio Este hasta Estados Unidos y Europa. Esperan allí, hasta que el puerto les habilita su ingreso. La intriga crece en grandes y chicos y, tras la consulta obligada en la oficina de Informes Turísticos de la delegación municipal de esta villa, comienzan a conocer detalles de la actividad exportadora y a enterarse de que junto a la estación marítima existe una población estable con servicios, restaurantes especializados en pescados y mariscos, almacenes, hoteles y por supuesto, los clásicos sitios nocturnos de todo puerto. Pero el visitante se sorprende aún más cuando le informan que en las playas de ese lugar se puede disfrutar a pleno del mar y de la costa, en este caso, cubiertas de conchillas y no de arena, pero excelentes para nadar, hacer snorkeling y disfrutar de una tranquilidad incomparable. "Estamos vendiendo mucho las excursiones al puerto justamente porque las familias quieren despegar de la multitud que invadió las playas grutenses y buscan disfrutar de otros sitios menos concurridos", relata Wálter Zonco, representante de Tritón Turismo. Quienes deciden conocer el puerto por su cuenta, deben salir desde esta villa por el acceso norte. Recorrer unos 12 kilómetros por la ruta 2 hasta, La Estanciera, y allí girar como quien viaja a Viedma. A través de la ruta 3 se recorren 35 kilómetros hacia el este, hasta arribar al desvío que conduce a la estación marítima. Quince kilómetros de impecable asfalto son la introducción a un paisaje mágico. Curva, contracurva, curva grande, recta pequeña y finalmente, tras el último curvón, luego de una pequeña subida, aparece extenso, azul, incomparable, el golfo San Matías. Al final del camino, se llega a la zona portuaria y allí hay que tomar por el sendero preparado para el turismo hasta el lugar de estacionamiento, equipado con baños y duchas. Tras unos breves escalones, se extiende el mar de la Bahía San Antonio y enfrente, en plena operatoria de estiba, uno o dos buques enormes, como hoteles flotantes de más de 130 metros de largo que llevarán la producción rionegrina a distintos países del mundo. Atractivos al este y oeste |
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