Domingo 12 de enero de 2003

 

Bariloche, con alto riesgo de incendios urbanos

 

Un informe sobre los fuegos de "interfase" arrojó como resultado que el 70% de la ciudad tiene un "riesgo alto" de este tipo de siniestros y dentro de este porcentaje un 30% presenta un "riesgo extremo". El estudio fue hecho a lo largo de un año con evaluaciones de la vegetación, topografía y el tipo de urbanización de cada barrio. Ahora lo importante es planificar.

  SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- El mapa de riesgo de fuegos de "interfase" de Bariloche, elaborado por los organismos de lucha contra incendios forestales, confirmó la presunción de que la ciudad tiene una amplia superficie expuesta a siniestros de magnitud, lo que demanda una adecuación de la planificación urbana.
El trabajo está basado en la guía para la prevención de incendios de interfase realizada en Villa La Angostura por el Plan Nacional de Manejo de Fuegos (PNMF), en el marco del intercambio establecido con sus pares de la British Columbia.
La guía estableció un eje rector para la planificación de la lucha contra incendios forestales en áreas urbanizadas que sirve como marco de referencia para cualquier comunidad implantada en un área boscosa.
El mapa de riesgo de Bariloche, el primero realizado en el país, arrojó una lectura preocupante de la ciudad: el 70% de su superficie presenta un índice de riesgo alto y, dentro de esa misma porción, el 30 por ciento alcanza el grado de riesgo extremo. Las áreas de mayor riesgo se extienden entre la península de Llao Llao y el kilómetro 9 de Bustillo, los barrios asentados en la ladera norte del cerro Otto y en el área residencial del cerro Runge.
El mapa demandó un año de trabajo durante el que se realizó un exhaustivo relevamiento de la vegetación, la topografía y el tipo de urbanización de cada barrio.
En la tarea intervinieron el área de Defensa Civil de la municipalidad, el PNMF, el SPLIF, bomberos voluntarios y vecinos autoconvocados que, junto a la secretaría de Seguridad Interior de la Nación, constituyeron el Consejo Técnico de Prevención de Incendios (COTEPRIN).
"Lo primero que nos permite el mapa frente a un incendio de interfase merituar el grado de peligrosidad del área y los medios que tenemos que afectar para combatir el fuego", explicó el coordinador regional de PNMF, Juan sabalsa.
El relevamiento realizado se constituye además en el punto de partida para adecuar la planificación de la ciudad que, por su desordenado crecimiento, presenta muchas facilidades para la propagación de fuegos que pongan en riesgo la vida y bienes de sus habitantes. La meta de máxima es trazar un plan de prevención de incendios forestales que se convierta en un modo de organización social en sí mismo.
"El mapa confirma la preocupación que teníamos de que Bariloche está implantada en una zona riesgosa y nos da la base documental para elaborar el plan de acción exigido por ley", señaló Ricardo Henkel, integrante de los vecinos autoconvocados.
Sabalsa estimó que concluir el plan de acción demandará, "por lo menos", dos años y señaló como objetivos inmediatos la articulación de mecanismos para reducir el combustible (madera y podos) acumulado en áreas suburbanas, avanzar en la planificación urbana y concientizar a la población. "La idea buscar soluciones integradoras y sustentables en el tiempo", resumió.

La interacción es fundamental

La coordinación de objetivos y tareas alcanzada entre los organismos dedicados al combate de fuegos les permitió consolidar un espacio de intercambio y fortalecimiento desde el cual pelear contra el desinterés de autoridades y la falta de recursos.
Todos los años los distintos estamentos que componen sistema de lucha contra incendios enfrentan la temporada de sequía en la más absoluta incertidumbre presupuestaria.
Este año no fue distinto. El panorama descripto a principios a de noviembre de 2002 era desolador y fue necesaria la activa intervención de las autoridades y fuerzas vivas de la ciudad para revertir una asignación de recursos que se traducía como la peor de los últimos cinco años.
La situación más delicada era la del Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales rionegrino, que se asomó al verano prácticamente desmantelado. La contratación de brigadistas y la asignación de un presupuesto acorde a los requerimientos del amplio territorio custodiado fue producto de la presión ejercida desde Bariloche y llegó sobre el filo del verano.
El acompañamiento que reciben el SPLIF, el Plan Nacional de Manejo de Fuegos y Parques Nacionales en la región es producto de un proceso de concientización comunitaria madurado a lo largo de la última década que también tuvo su correlato hacia adentro de la cada una de las instituciones. Hoy la mayor fortaleza del sistema de lucha contra incendios cordillerano es el alto grado de interacción alcanzado entre los organismo nacionales, provinciales y las organizaciones comunitarias. (AB)

Hasta ahora no hubo grandes

Pese al grado de peligrosidad reflejado en el mapa elaborado por el COTEPRIN y el alto porcentaje de focos intencionales registrado en su área de influencia, hasta la fecha Bariloche no sufrió incendios de "interfase" de magnitud.
La preocupación despertada en la población por los grandes siniestros forestales de la última década no llegó a despertar una conciencia clara sobre el riesgo aún mayor que encierran las urbanizaciones enclavadas en áreas boscosas, que abarcan un importante porcentaje del ejido municipal.
"La cultura de los incendios y más de interfase es un hecho nuevo de allí la necesidad de concientizar a la población" puntualizó Ricardo Henkel.
El avance desordenado de las áreas suburbanas sobre superficies boscosas potencia tanto el riesgo de ocurrencia de fuegos como los posibles daños a las personas y sus bienes.
La mayoría de los focos registrados en las cercanías de la ciudad se concentraron en los barrios del sudoeste, donde la vegetación achaparrada y el tipo de urbanización permitió un rápido control de los siniestros.
"No hay una conciencia del riesgo real que enfrenta la ciudad, porque si los incendios registrados en la zona del Pilar, El Frutillar o las 34 Hectáreas se trasladarán a la ladera norte del cerro Otto no los paramos hasta que lleguen al lago", ejemplificó Henkel.
"El fuego es un componente natural de este tipo de ecosistemas, independiente de los riesgos sumados por la acción antrópica", enfatizó Juan Sabalsa, coordinador regional del PNMF.

   
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