Domingo 12 de enero de 2003
 

La noche neuquina es un descontrol en el balneario Río Grande

 

Hay abundante alcohol, música y también drogas.Hasta la policía se siente desbordada por los jóvenes.

 
A las 8 de la mañana de ayer, cuando el sol ya calentaba los cuerpos, los jóvenes se trenzaron en una pelea que terminó con algunos demorados.
NEUQUEN (AN).- A las dos de la madrugada comienza la noche en el balneario Río Grande, el refugio de los jóvenes, el sitio donde gobierna el descontrol. A esa hora, autos y camionetas de todos los modelos y marcas se estacionan sobre la Olascoaga. El cuarteto, el pop y la marcha marcan el pulso de la zona, y desde los baúles emergen las botellas de cerveza y las cajas de vino que inundan de alcohol.
Durante el verano, la zona de este balneario es la que marca el pulso de la noche neuquina. Miles de jóvenes desde los quince a los veintitantos años se congregan sobre las últimas cuadras de la plazoleta de Olascoaga y dan rienda suelta a un estilo de diversión que le pondría los pelos de puntas a más de un padre.
La noche suele comenzar en aparente calma y culminar con violencia, como sucedió el viernes último cuando un grupo de jóvenes no encontró mejor forma que evaporar el alcohol que corría por sus venas a las trompadas.
El terror de las patotas de "los chicos bien" y de "los pobretones" quedó ya guardado en las páginas más negras escritas en el Río Grande. Esa página que tuvo su episodio más violento aquella noche del 22 de noviembre de 1998, cuando fue asesinado Ariel Guzmán, el joven de 24 años que recibió una certera puñalada que le partió el corazón. En esa pelea un amigo de la víctima salvó su vida de milagro.
Lo único que cambió allí fue la extinción de las patotas. Después, todo sigue igual.
El alcohol, las peleas callejeras, la música a todo volumen y la ilegalidad se apoderan de esta zona, mientras a pocos pasos la policía hace la vista gorda, alegando que la situación los supera, mientras los vecinos en sus viviendas encomiendan a Dios para que no les rompan ni les roben nada.
La noche cae insegura sobre la Olascoaga. Los códigos están bien marcados: nadie controla nada.
"Querés una seca", invita a fumar un cigarrillo de marihuana un adolescente, que apenas sobrepasaba los 16 años, a un cronista y un fotógrafo de "Río Negro" en la orilla del río Limay, cuando asomaban los primeros rayos del sol y los cuerpos de muchos jóvenes yacían en las piedras luego de una noche de muchas copas.
Los vecinos ya no saben qué hacer. Acostumbrados a pasar las noches en vela con "el corazón en la boca", dicen que las madrugadas son las "más jodidas". Cuentan que por la mañana encuentran un verdadero cementerio de botellas, vasos, papeles, latas, restos de comida y hasta profilácticos usados y frascos de pastillas tranquilizantes. Uno de ellos debió levantar un alambrado en la entrada de su vivienda porque a la salida de los boliches parejas de enamorados utilizaban su patio para darle rienda suelta al amor.
Desde la esquina de Olascoaga y Purmamarca, donde está instalado el boliche Ticket, hasta el final de la avenida en la empedrada calle Democracia, es tierra de nadie.
Una recorrida que realizó este medio el viernes último desde las 22 del viernes hasta la madrugada de ayer confirmó lo que vienen denunciando los pobladores de la zona y la propia defensora del Pueblo Blanca Tirachini. En el barrio están todos hartos de los atropellos y "las barbaridades" y del desgobierno.
De todas las clases, con o sin ropa de marca, en autos último modelo o en pobretones Fiat 600, marcha o cumbia, a todos los une un solo objetivo: diversión con consumo de alcohol y, a menudo, algo más.
El epicentro de reunión es la plazoleta de Olascoaga. Botellas de "birra" y cajas de vino en mano, sentados en los capot, en reposeras y hasta en el suelo, todos miran despreocupados el paso de los móviles policiales. "No nos pueden decir nada", decía desafiante y con la risa dibujada en el rostro un muchacho de 15 años. Un efectivo desde el anonimato confirmaba: "No podemos hacer nada, la situación nos supera".
Las ordenanza municipales que deben regir la noche neuquina pasan desapercibidas para los propietarios de los comercios y los boliches de Olascoaga y de la calle Democracia. Algunos funcionan aun con disposiciones de clausura, varios no poseen licencia comercial y no dan tickets ni boletas luego de una venta. Todos le venden alcohol a menores y el caudal de cerveza no baja ni una gota después de las 6, el horario dispuesto para terminar con el expendio.
En la jungla de la avenida pequeños mercados y kioscos hacen su negocio. Detrás de rejas y con mucho cuidado, los comerciantes se hacen la noche vendiendo todo tipo de bebidas alcohólicas. Y los más insistentes son los menores de edad. "La verdad que a esta hora es cuando más vendemos", dijo uno de ellos cuando el reloj marcaba las 2.45 de ayer. "A nosotros nadie nos molesta, porque conozco a varios inspectores" municipales, se jactó mientras le entregaba una caja de vino a un muchachito de pelo teñido y ojos desorbitados.
En calle Democracia todo es un caos. Muchachos fumando "porros" a la orilla del río, otros tirados en el suelo sufriendo las copas de más, boliches que explotan de gente, vendedores de choripanes que levantan el puesto y huyen a las corridas tras el aviso de que "viene gente de Bromatología" y comercios que venden cerveza hasta las 8 de la mañana. Luego, la triste imagen de peleas callejeras que cierran una larga noche en un Río Grande de Estado ausente.

Nadie cumple

NEUQUEN (AN).- Los aparentes esfuerzos de la municipalidad por hacer cumplir las ordenanzas que rigen la vida nocturna de esta ciudad se tornan estériles.
La mayoría de los comercios, confiterías y boliches instalados a lo largo de la avenida Olascoaga y de la calle Democracia miran para otro lado a la hora de cumplir con las ordenanzas del Concejo Deliberante.
Desde hace un tiempo los locales bailables más concurridos, como Ticket y El Mega, vienen denunciando que son víctimas de una persecución por parte de los inspectores de la dirección de Comercio. Persecución que tiene que ver con la postura de rebeldía que tomaron en cuanto a no cerrar a las 6 de la madrugada y negarse a pagar las multas impuestas. "A los boliches que están en la zona del río no los controla nadie. Ninguno tiene habilitación comercial y los levantan con cuatro palos y un techo de paja", se quejan los dueños.

Refugio cargado de violencia

NEUQUEN (AN).- A pesar de que la presencia de las patotas ya forma parte de la historia, en el balneario Río Grande la noche se torna sumamente peligrosa y violenta.
La madrugada de 1 de enero ocurrieron varios hechos que pusieron en vilo a los vecinos del lugar. El más grave sucedió cuando un joven alcoholizado atropelló con su automóvil a cuatro chicas. El mismo día y con una diferencia de pocas horas, un Renault 12 que venía del Río Grande y circulaba por la calle Corrientes cayó en un canal de agua. Personal de seguridad del barrio indicó que el joven que conducía el automóvil "estaba totalmente borracho". Fuentes policiales aseguraron que desde que comenzó la temporada estival son pocos los incidentes ocurridos en Río Grande. Claro que los vecinos no piensan lo mismo, y señalan que las peleas y los disturbios suceden a diario. Ayer por la madrugada en la entrada del boliche más concurrido de la calle Democracia se produjo una fuerte gresca que terminó con tres jóvenes detenidos. Este diario la pudo registrar en imágenes.
En la memoria de Río Grande todavía se encuentra aquella madrugada del 22 de noviembre, cuando una patota asesinó a Ariel Guzmán.
El muchacho tenía 24 años y una vida por delante.

Los vecinos tienen miedo

NEUQUEN (AN).- "Tuvimos que alambrar, porque a la salida del boliche muchos pibes se metían en mi patio y tenían sexo".
En la puerta de su vivienda, un vecino del barrio Río Grande que vive a pocos metros de la disco Ticket contó todos los problemas que debe padecer cuando los fines de semana una ola de jóvenes inunda la zona residencial.
Mostrando el alambrado que debieron levantar sus padres hace un mes en el frente de la casa, el joven contó que en repetidas oportunidades se encontró con que su patio se había convertido en "una especie de albergue transitorio".
Otra vecina no pudo contener su malestar por una situación que se torna insostenible. "Cuando nos levantamos por la mañana encontramos pibes tirados, totalmente borrachos, pero eso no es todo. Encontramos de todo: desde cajas de vino y preservativos usados hasta frascos de pastillas calmantes".
La mujer aseguró que por la noche la zona es tierra de nadie, y aunque la presencia policial "es bastante importante", las peleas son una marca registrada en la avenida Olascoaga. Aseguró que por ese motivo tomó una tajante determinación: "No dejo salir a mis nenas a la calle, porque tenemos terror de lo que pueda pasar", dijo. Los dos vecinos consultados coincidieron que la ingesta de alcohol es un problema casi sin solución.

   
    ® Copyright Río Negro Online - All rights reserved    
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación