Jueves 2 de enero de 2003

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Más de mil personas vieron ayer "Las dos torres"

 

El núcleo de la trama es una metáfora sobre el poder

 

La continuación de la trilogía contiene una alegoría que resultará conocida.

  NEUQUEN (AN)- "Ya me había costado bastante digerir "La Comunidad del Anillo", pero nunca podré perdonarle a Peter Jackson lo que hizo con "Las dos torres", se disgusta un fanático de Tolkien en uno de los miles de foros de Internet en los que se discute sobre la adaptación al cine de "El Señor de los Anillos". Otro le contesta: "La película es genial, me dejó sin aliento. Si respeta el libro o no, lo desconozco porque no lo leí".
El estreno mundial de la segunda parte de la trilogía de J.R.R. Tolkien desató un debate tan apasionado como la primera. Maravillados o desilusionados, ninguno de los espectadores que desbordaron las salas en todo el mundo, y desde ayer en Argentina, permanece indiferente.
"Las Dos Torres" es visualmente arrolladora, y aunque no respeta al pie de la letra el segundo volumen de la trilogía escrita por Tolkien, el director Peter Jackson encontró una fórmula para mantener la tensión narrativa y respetar la esencia de la obra.
¿Y cuál es esa esencia? "El Señor de los Anillos-Las Dos Torres" sigue reflejando la vieja y simple historia de la lucha del bien contra el mal, de forma un tanto maniquea, donde los buenos son buenos sin fisuras, y los malos son malos sin límites. Es, además, una monumental aventura épica, un alegato ecologista, un tratado sobre la amistad, y una metáfora sobre las cosas que puede hacer la gente sin importar su fuerza ni su tamaño.
La obra mantiene tal profundidad que permite abordarla desde muchos ángulos. Y no puede dejar de mencionarse que también habla, y mucho, acerca del poder. Sobre lo que otros hacen con el poder, y lo que él hace con quienes lo ejercen.
Acaso por eso, el personaje central de esta segunda parte es la criatura Gollum/Sméagol. En la película es una animación por computadora genial, de las mejores que se han visto hasta ahora.
Gollum, antiguamente un hobbit llamado Sméagol, tuvo el Anillo en sus manos 500 años, antes de la época en que ocurren los hechos narrados en "Las Dos Torres". Se lo robó a su primo, al que asesinó. Lo utilizaba para volverse invisible y así poder cazar orcos y devorarlos. Le prolongó la vida increíblemente, pero al mismo tiempo le envenenaba la mente. "Mi tesoro", lo llama con su voz áspera y sibilante, refiriéndose a sí mismo en tercera persona.
Desde que lo perdió y fue a parar al bolsillo de Bilbo Bolsón, Gollum/Sméagol vive obsesionado por recuperarlo. Es capaz de hacer cualquier cosa por tenerlo de nuevo, inclusive matar.
El Anillo daba a este personaje patético un poder modesto en comparación con el de su verdadero dueño, el Señor Oscuro Sauron, pero justo a la medida de sus necesidades.
Decidido a recuperarlo guía a Frodo Bolsón, el nuevo Portador del Anillo, a través de las tenebrosas tierras de Mordor rumbo al Monte del Destino, único lugar donde el objeto puede ser destruido. Simula acompañarlo y hasta le juró lealtad, pero en realidad espera el momento para traicionarlo y robárselo.
Tolkien reflejó, a través de Gollum, lo que el poder es capaz de hacer con quienes lo ambicionan. Cualquier parecido con la realidad no parece mera coincidencia.

Guillermo Berto

   
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