Lunes 20 de enero de 2003
 

Meschini y Canini, las dos caras de la política

 

Conducen localidades parecidas, pero ejercen el poder de manera diferente. Los dos son noticia este mes, uno por sancionar opositores, otro porque intenta profundizar la democracia.

 
Ernesto Meschini hizo toda su trayectoria política dentro del sector amarillo del MPN, pero tejió alianzas con Sobisch cuando le resultó necesario.
NEUQUEN (AN)- Los separan poco más de 350 kilómetros, y un mundo entero en su forma de ver la política. Rodolfo Canini y Ernesto Meschini son dos intendentes que este mes saltaron a la consideración pública por motivos bien distintos: el primero propicia que cualquier vecino pueda acceder a la conducción política del municipio proclamado por una asamblea, el segundo sanciona a los que no trabajan para su proyecto re-reeleccionista y aprieta en un puño todos los hilos del poder.
Los dos, a su manera, crearon una pequeña revolución a escala de los pueblos que gobiernan con estilos claramente diferenciados. Sus vidas son paralelas: no se tocan en ningún punto.
Meschini es intendente de Vista Alegre, el lugar en el que nació hace 39 años, y ejerce el cargo sin interrupciones desde 1995 cuando el antiguo barrio de Centenario fue declarado municipio.
Se moldeó en la fragua de dirigentes del partido provincial identificado con el sector amarillo, aunque su pragmatismo no le impidió tejer alianzas con Sobisch cuando fue necesario.
Canini, intendente de El Huecú, viene de la militancia gremial y la docencia. Profesor de Lengua e Historia, nació hace 41 años en la bonaerense Coronel Suárez pero siempre quiso vivir en la cordillera. Llegó al pueblo cuyos destinos hoy conduce en 1987 y llegó a ser director del CPEM.
Para ese entonces, Meschini ya llevaba dos años en la función política rentada: en 1985 empezó a trabajar como secretario legislativo de la mano de Raúl Pascuarelli. Opositor a la división de Vista Alegre, pasó a ser el primer secesionista cuando la intendencia se le puso a tiro y en 1995 asumió como el primer jefe municipal de la flamante localidad.
En 1999 Meschini logró su primera reelección. En febrero de ese año había tenido que afrontar una de las crisis más serias: con plata de su municipio le pagó un subsidio a desocupados de Centenario que cortaban la ruta 7, y el Concejo Deliberante no se lo aprobó. Eso le costó el inicio de una causa penal que no pareció preocuparle mucho: "si tengo que ir preso, voy", declaró. "Ayudar gente no es un delito". El expediente se archivó sin cargos en su contra.
Canini llegó al poder de El Huecú al frente de una coalición liderada por el Movimiento de Unidad Vecinal que cortó la hegemonía del MPN. El año pasado adoptó una decisión polémica respecto del presupuesto: lo sometió a una asamblea popular para que los vecinos decidieran qué hacer con un excedente de coparticipación de casi medio millón de pesos. Opinó todo el pueblo reunido en una plaza.
Meschini siguió aplicando su concepción sobre la forma de "ayudar gente". A los empleados municipales que no trabajan para su reelección los sanciona y se lamenta de no poder echarlos por una resolución judicial, y los obreros rurales tienen que pasar por su despacho si quieren un empleo en las chacras que rodean la localidad.
"Es lo que votó la gente", responde cuando le critican su modo de ejercer el poder, como si los votos fueran un blindaje a prueba de cuestionamientos.
Canini, en tanto, propuso que cualquier vecino pueda ser candidato a un cargo electivo y que una asamblea proclame a los mejores en una lista única.
"Las estructuras políticas asfixian a la gente, no queremos que haya partidos políticos", es su objetivo declarado.
"Pueblos como el nuestro se dividen en épocas de elecciones, hasta las familias lo sufren", explicó en diálogo con "Río Negro".
"Pero los problemas son los mismos, y en la práctica tenemos que resolverlos todos juntos. La división es artificial, la provocan los partidos políticos porque les conviene para retener su caudal de votos".
Sobre el estilo de conducción de su colega Meschini opinó que "es una concepción muy arraigada y negativa del MPN, que copió lo peor del movimiento justicialista. A él le da resultado porque hay gente necesitada que depende económicamente del municipio".
   
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