Lunes 6 de enero de 2003

 

Detrás de las noticias

 

Por Hugo Alonso

  En el desarrollo de las actividades cotidianas uno puede equivocarse infinidad de veces. Lo que no puede ocurrir sin que se encienda la luz de alarma es cometer dos veces el mismo error.
Mucho peor es que idénticas fallas aparezcan en tres y hasta cuatro oportunidades.
La señal es clara. Algo anda mal.
Sin embargo, el problema puede tornarse más grave. Ocurre cuando se incorpora la falencia como propia y convivir con ella se transforma en costumbre, resignando toda posibilidad de superarla.
El municipio de Roca parece haber ingresado en ese estadío. Quedó en evidencia la semana pasada, cuando funcionarios recién ingresados al gabinete de Ricardo Sarandría detectaron una constante desviación de dineros públicos desde la Dirección de Prensa durante 2002.
Alguien acordó en reiteradas oportunidades la entrega de un pago mensual a periodistas, dueños de radios y agentes publicitarios sin recibir una contraprestación justificada a cambio. La excusa: difundir el parte diario de noticias oficiales.
Una burla para los trabajadores y medios de prensa que todos los días se dedican a recorrer pasillos, golpear puertas de despachos, preguntar, investigar.
Las probabilidades de que en las próximas horas se escuche hablar de "tomar cartas en el asunto", "investigación interna", "cruzamiento de datos", es muy alta.
Cabe preguntarse si se tratará de una nueva cortina de humo hasta que pase el ventarrón y todo regrese a la calma.
Desde que la gestión actual asumió el mando en la comuna hasta hoy no hubo un solo hecho irregular esclarecido en su totalidad y con resultado a favor para los contribuyentes que aportan los fondos al Estado.
No ocurrió con el robo hormiga en el Concejo Deliberante, cuando se adulteraron facturas por compras en una librería. El Tribunal de Cuentas se conformó con que "mágicamente" la plata que faltaba apareciera de un día para el otro. No se preocupó por saber quién la puso y principalmente no hubo una investigación (ni seria ni poco seria, directamente no existió) para conocer el nombre real de quien se llevó el dinero.
Con el robo de combustibles y lubricantes pasó lo mismo.
"Pedidos de informes", "celeridad en el análisis", "todo el gabinete a disposición del órgano contralor". ¿De qué sirvió?
Bueno es recordar que el argumento del intendente Sarandría para echar a Luis Salvucci fue su relación con los incidentes ocurridos en el hospital el 22 de noviembre.
Nada pudo esclarecerse ante las sospechas de sustracción de combustible al municipio que pesaban sobre el entonces director de Servicios Públicos y varios empleados.
En consecuencia, el escenario deja poco margen para creer que las irregularidades en el manejo de fondos de la Dirección de Prensa mostrarán en el futuro responsables con nombre y apellido.
Que esta sea la sensación no es producto de la habilidad quienes aprovechan al Estado para beneficios propios y de allegados.
La falla tiene como epicentro a la conducta de quienes son responsables del correcto uso del dinero que la comuna recibe de sus habitantes.
Difícil es arribar a resultados positivos cuando siempre se corre atrás de los hechos.
Aquí también queda en evidencia la ausencia de presión suficiente del intendente Sarandría para controlar el destino de los gastos.
Que esta conclusión se advierta al inicio del último año de la gestión no es un dato alentador.
Habla de una fragilidad extrema y de la posibilidad de que el mismo error se cometa varias veces más hasta el fin de mandato.

Hugo Alonso
halonso@rionegro.com.ar
   
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