Viernes 3 de enero de 2003

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El viento no dejó nada en pie

"Ahora quedamos en la calle, no sé qué vamos a hacer"

Más de 500 hectáreas afectadas, con pérdidas totales en Vista Alegre

 

Un vendaval terminó con cosechas, casas y árboles en Senillosa

 

En 15 minutos un temporal de agua y viento arrasó con amplios sectores. Derribó las viviendas de 28 vecinos que vivían en dos asentamientos.

 
Filas de álamos cayeron como un dominó debido a la fuerza del vendaval que azotó a Senillosa.
NEUQUEN (AN).- Una verdadera pesadilla vivió Senillosa el primer día del año. En apenas quince minutos la tormenta eléctrica y un viento huracanado castigaron impiadosamente a la localidad y a la zona rural y arrasaron con la totalidad de las cosechas de muchos chacareros. El viento volteó cientos de álamos, voló techos íntegros y dejó a muchas familias con el agua por encima de las rodillas.
En el asentamiento Colonia San Francisco Defensa Civil debió socorrer a la gente en canoas que nunca se habían usado fuera del río. Hasta ayer a la tarde había 28 evacuados, pero el temor crecía con el correr de las horas.
Es que las nubes de una tormenta seguían merodeando la zona y se temía por la posibilidad de que se descargue en el mismo lugar.
Los efectos del temporal también se sintieron con fuerza en la zona de Vista Alegre, donde el granizo provocó pérdidas totales en la producción de más de 500 hectáreas de distintas variedades de frutales.
En zonas rurales y en sectores donde se levantan algunos asentamientos el panorama era desolador. A primera vista no era descabellado pensar que un huracán del trópico hubiera hecho de la suyas. El miedo que provocó la tormenta y el vendaval fue tal, que muchos pobladores ni siquiera tuvieron valor para mirar el desastre por la ventana.
Los mayores trastornos se produjeron en la colonia San Francisco y en la toma Torres.
Para llegar al primer asentamiento hay que internarse un par de kilómetros con dirección a la barda neuquina. Cuando comenzó la tormenta, pasadas las 17 del miércoles, los pobladores de esta zona pensaron lo peor, pero nunca imaginaron lo que finalmente sucedería: un verdadero aluvión de agua y arcilla bajó desde las bardas y arrasó con todo lo que encontró a su paso. El viento voló los techos de cartón y chapas y arruinó las pocas pertenencias de los vecinos del asentamiento quienes literalmente quedaron en la calle.
"No se qué vamos a hacer. No nos quedó nada. Estamos desesperados". Con la angustia dibujada en el rostro, Verónica Pavón contó la forma en que "un río" de barro rojo arrasó con su casa y sus muebles.
En el establecimiento frutícola El Salvador, instalado a unos mil metros del casco urbano, el encargado Francisco Caro no entraba en razón ayer a la tarde. Apuntando a metros y más metros de álamos tirados en el suelo, Caro contó que la tormenta de agua, viento y granizo ocasionó pérdidas de por lo menos el 60% de la producción de peras y manzanas.
"Teníamos una calidad bárbara. En diez días íbamos a empezar con la cosecha. La verdad es que esto es un desastre, una catástrofe", se lamentó Caro. En total, sólo en su establecimiento, el viento derribó 580 álamos (ver aparte).
Todos los consultados aseguraron que "jamás" habían vivido y sufrido un desorden climático de estas características. Desde la tarde del miércoles hasta la madrugada de ayer la situación fue caótica. Vecinos desesperados que debieron ser evacuados al borde un ataque de nervios, árboles que seguían cayendo, ríos de agua, autos y viviendas destruidas, y barro, mucho barro por todos lados.

El pueblo a oscuras

El pánico por la tormenta se incrementó desde las 18, cuando toda la localidad quedó a oscuras. Es que el viento volteó y quebró al menos 25 postes eléctricos de media tensión. El servicio recién volvió a la normalidad durante la madrugada de ayer, luego de muchísimos esfuerzos del personal de la cooperativa CALF.
Al menos 40 personas, entre personal de Defensa Civil de la municipalidad local, bomberos, efectivos policiales y trabajadores de CALF se encontraban trabajando a destajo desde la tarde del primero de año. Intentaban por todos los medios ordenar la localidad donde a cada paso se veían las huellas de la catástrofe.
La fatalidad también estuvo rondando la jornada negra. Alrededor de las 16.30 tres hombres, aprovechando el sol y el buen clima, se internaron en el río Limay, en zonas del balneario local, a bordo de una canoa. En un abrir y cerrar de ojos las increíbles ráfagas de viento dieron vuelta la embarcación. Luchando contra el agua y el viento lograron llegar a la costa.
"De milagro no perdieron la vida", aseguró el responsable de Defensa Civil, Luis Quintana, quien señaló que hasta minutos antes de las 17 "el clima era bárbaro, hacía un día hermoso". El servicio meteorológico había informado que un frente de tormenta avanzaba sobre la región, pero "nadie jamás pensó que se haría presente este huracán", agregó el funcionario.
Las familias evacuadas, la mayoría de ellas de los asentamientos Colonia San Francisco y Torres y del barrio Esperanza, están alojadas en un comedor comunitario. La tristeza los desbordaba ayer a la tarde. La mayoría son desocupados, y la tormenta y el viento en unos minutos los despojaron de lo poco que tenían.
   
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