Jueves 23 de enero de 2003
 

Europa se distancia
de EE. UU.

 

Por Aleardo F. Laría

  Un colonialismo de EE. UU. al viejo estilo está a punto de extender sus alas de hierro sobre todos nosotros". La lapidaria frase pertenece al escritor británico John Le Carré, quien en un extenso artículo publicado en la prensa europea lanza una voz de alerta afirmando que "Estados Unidos ha entrado en uno de sus períodos de locura histórica, pero éste es el peor de cuantos recuerdo: peor que el macartismo, peor que la Bahía de Cochinos y, a largo plazo, potencialmente más desastroso que la guerra de Vietnam".
Los artículos y comentarios enormemente críticos contra la política exterior norteamericana ganan espacio y se reproducen en la prensa europea. Para el comentarista político de "El País", Santos Juliá, "la élite que hoy gobierna a la gran república americana ha llegado a la conclusión de estar viviendo una oportunidad histórica que no se puede dejar pasar... de modo que de lo que se trata realmente, de lo que cualquiera puede enterarse porque lo han repetido con total desfachatez, es de establecer el dominio de la potencia vencedora de las dos grandes batallas del siglo XX contra el fascismo y el comunismo, sobre ese territorio, el cuerno de la abundancia que se extiende desde Asia Central hasta Arabia".
Un europeo tan estrechamente ligado a los Estados Unidos -por su condición de ex secretario general de la OTAN- como Javier Solana ha escrito un extenso artículo en la "Harvard International Review" sugestivamente titulado "Las semillas de una posible ruptura entre EE. UU. y Europa". Utilizando un cuidado lenguaje diplomático, Solana afirma que las diferencias de percepción y capacidad militar contienen las semillas de una posible ruptura trasatlántica.
Lo que para Estados Unidos es una "guerra contra el terrorismo", para Europa es la "lucha contra el terrorismo", afirma Solana. La Unión Europea, con una mayor sensibilidad a las raíces económicas y sociales de la violencia, ve el terrorismo como el síntoma de una disfunción política más amplia y profunda. La certeza moral de unos Estados Unidos relativamente religiosos "se refleja en un lenguaje político cuya crudeza y distinciones morales implacablemente claras a menudo han chocado a los europeos, para quienes el compromiso y la diferenciación son la norma".
Para Solana el paso de un sistema de disuasión a otro donde la prevención militar es definida por un único Estado representa un cambio drástico que tendrá repercusiones directas en Europa y el resto del mundo. "En cuanto europeo me pregunto si redunda en el interés común de la comunidad internacional el desarrollar principios que concedan a un único país un derecho ilimitado"... "Si Estados Unidos reclama el poder para sí mismo, lo único que hará será provocar resentimiento y hostilidad en el exterior, y en última instancia acabará por perjudicar sus propios intereses nacionales".
En la medida en que Estados Unidos continúa su marcha imperturbable hacia Bagdad, las diferencias a ambos lados del Atlántico ya no pueden ocultarse. La opinión pública europea está frontalmente en contra de la guerra y las manifestaciones ciudadanas se reproducen en las grandes capitales. La mayoría de los gobiernos europeos ha declarado su voluntad de agotar las vías diplomáticas. Francia y Alemania piden más tiempo para los inspectores y más pruebas, y Jacques Chirac ha declarado que cualquier ataque que no cuente con una resolución previa de las Naciones Unidas pondría al atacante fuera de la comunidad internacional.
Entre los países europeos, Alemania es el que con más énfasis ha rechazado una guerra contra Irak y el canciller Schröder ha declarado que Alemania no participaría bajo ninguna manera en el conflicto. Desde el 1º de enero Alemania y España se sientan en el Consejo de Seguridad. La presencia de ambos como miembros no permanentes, junto con las de los dos europeos permanentes (Reino Unido y Francia), no facilitará sin embargo una única voz europea. Mientras el Reino Unido y España aprobarán cualquier pretensión norteamericana, París y Berlín acordaron expresar una visión única y crítica ante la crisis. Estos dos países han elevado también, a sus socios europeos, una propuesta conjunta para acabar con el veto a la hora de tomar decisiones de política exterior en Europa, lo que puede representar un cambio radical en las relaciones con Washington y la neutralización de sus "caballos de Troya".
Frente a los que consideran que el poderío militar es argumento suficiente para convertir a Estados Unidos en el nuevo imperio del siglo XXI, Solana recordaba las sabias palabras de Tucídides respecto de los atenienses: "La presente prosperidad había convencido profundamente a los atenienses de que nada podría resistírseles y que podían conseguir lo posible y lo impracticable por igual, sin importar que lo hicieran con medios generosos o inadecuados. La razón para ello fue su extraordinario éxito, que los hizo confundir su fuerza con sus esperanzas".
     
     
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