Domingo 19 de enero de 2003 | ||
Nada es lo que parece |
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Por Gerardo Bilardo
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Si el Movimiento Popular Neuquino es el acorazado invencible de la política neuquina, como lo ha demostrado en más de una ocasión, el gobierno de Jorge Sobisch tendrá de aquí en adelante dos oportunidades para demostrarlo. Pero no será el 2003 un año sencillo para el oficialismo que enfrentará en unos 40 días la elección que se perfila como una bisagra en la carrera política del líder del partido provincial. Tanta importancia ha cobrado la batalla que se librará en las urnas el próximo 2 de marzo, donde está en juego el gobierno de la ciudad de Neuquén, principal distrito electoral de la provincia, que hasta Sobisch especula con ese resultado para decidir definitivamente si las elecciones provinciales se realizarán el 27 de abril próximo o más adelante. La hipótesis de una derrota de Federico Brollo, el candidato del oficialismo, en manos del intendente radical Horacio Quiroga, quien busca la reelección con el apoyo de peronistas, del Movimiento de Integración y Desarrollo, de sectores internos del partido provincial y de la fuerza que lidera a nivel nacional Ricardo López Murphy, podría alterar el proyecto hegemónico de Sobisch construido pacientemente con dineros públicos. Esta coalición, bautizada con el nombre "Unión por Neuquén", fue la sorpresa de la semana y provocó un auténtico alboroto en la política local. Nada es lo que parece, dijo en confidencia esta semana una fuente legislativa cercana a Jorge Sapag. Y ése es el escollo que tiene hoy el gobernador: Jorge Sapag y sus hermanos, que saben de ajedrez político. Especialmente desde que se conoció el contenido de las filmaciones que utilizó el diputado Jorge Taylor para materializar la denuncia por el delito de cohecho contra Sobisch y el vicepresidente primero de la Legislatura, Osvaldo Ferreyra, el vicegobernador tomó una inocultable distancia, primero con un prolongado silencio sobre este asunto, y luego con una declaración formal, sin los adornos políticos que Sobisch hubiera esperado. Otras fuentes internas del MPN también dijeron que marzo es un mes clave y que el 2003 puede estar cargado de novedades. Las apariciones del vicegobernador en público junto al gobernador son esporádicas y, en ocasiones, como ocurrió esta semana cuando se anunció la construcción de un hospital para Plottier, se perciben relaciones gélidas. Es conocida la postura contraria del vicegobernador a la estrategia que impulsó Sobisch para controlar el Tribunal Superior de Justicia. Muchos de los movimientos que realizó el gobernador en ese sentido llegaron a Sapag por terceros, o lo que es peor, a través de las noticias. Y lo mismo ocurrió cuando el gobierno decidió aplicar un castigo a este diario con el levantamiento de la publicidad oficial, tras la difusión e investigación de lo que se conoce como "el escándalo de las ternas". Nada parece indicar que, al menos por ahora, se produzca una implosión dentro del oficialismo. Pero ya ni el sobischismo más puro oculta las desavenencias matrimoniales con el vicegobernador. Sobisch, que por estos días combina descanso con trabajo en el sur de la provincia, tiene demasiados frentes de batalla abiertos. Y para gusto de algunos de sus colaboradores, la mochila de problemas se está poniendo demasiado pesada. La investigación judicial iniciada por la denuncia de Taylor le dio un respiro al gobernador durante enero, por las religiosas vacaciones de los jueces. El frente político que se colocó tras la candidatura de Quiroga, a la que Sobisch responderá con una alianza similar, pero con el menemismo local y con un probable respaldo a la candidatura a presidente de Carlos Menem, desafía el poder del gobernador y lo obliga a redoblar esfuerzos para el 2 de marzo. El candidato radical definió con claridad a su contrincante: la lucha electoral del primer domingo de marzo no es contra Brollo sino contra Sobisch, una estrategia provocativa de campaña que le permitiría proyectar a Quiroga, en la hipótesis de un triunfo, la dimensión del resultado y, en la de una derrota, disimularlo. Mientras una cortina de humo disimula la interna del gobierno, el partido provincial sigue sumando escándalos en el interior. El conflicto más reciente lo protagonizó el intendente de Vista Alegre, Ernesto Meschini, que intentó despedir empleados y funcionarios porque pretenden disputarle el poder en la localidad a través de la interna partidaria. Meschini, como lo fue Luis Castillo en Centenario, involucrado ahora en una investigación judicial por el manejo irregular de fondos destinados a la asistencia social, integra la cadena de poder que construyó Sobisch en todos estos años. Los intendentes del MPN, aun aquellos que estaban identificados con el sector que se referencia en la figura del ex gobernador Felipe Sapag, han acordado políticamente con Sobisch. Algunos lo justifican en el pragmatismo de la política. Pero no cabe duda que muchos, tal vez la mayoría, ha imitado el modelo del jefe en escala reducida. |
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