Domingo 19 de enero de 2003
 

El débito

 

Por Carlos Torrengo
ctorrengo@rionegro.com.ar

  El peronista Miguel Ciliberto se sacó las ganas.
Las acumuló desde días que en poco más se le tornarían inmemoriables.
Pero Ciliberto no olvidó muchas cosas de su paso por la Legislatura rionegrina.
No olvidó -por caso- lo escasamente solidaria que fue la estructura orgánica del PJ rionegrino cuando él, a partir del "89, comenzó a desbrozar las causas que a la larga llevarían al vaciamiento del entonces BPRN.
Causas no ajenas a la corrupción que ya tejía su trama en el Estado manejado por el radicalismo. Ahí comenzó a forjarse lo que hoy es la denominada "Causa grande" del BPRN, el mayor hecho de corrupción de la historia constitucional de Río Negro. Y que aún espera ir a juicio.
Y Ciliberto no olvidó que por aquel tiempo el PJ estaba liderado por Remo Costanzo. Y que éste, desde celos alentados por el protagonismo que adquiría Ciliberto, le dosificó mezquinamente su respaldo.
Ciliberto tampoco olvidó el largo suspiro y caras de disgusto que generó, entre no pocos de sus entonces compañeros de bancada, cuando le pidió apoyo a la comisión investigadora que proponía para aclarar lo sucedido.
Se lo otorgaron con remilgos. Casi como diciendo: "¿Para qué meternos en esto?"
Y no olvidó que aquel ímpetu con el que encaró la investigación irritó al régimen radical. Y que desde esa estructura de poder se emitió una señal a la conducción peronista: Ciliberto no debía figurar en ninguna lista de cargos electivos en las elecciones del "91.
La orgánica del PJ cumplió. Ciliberto no figuró ni para limpiar el cuadro de Eva.
En términos de Stalin, Siberia fue su destino.
Pero el viernes, en Roca, se sacó las ganas. En el marco de un poco habitual debate -por lo intenso e enriquecedor- que mantuvo la máxima dirigencia del PJ en relación con cómo encarar la campaña electoral y qué propuestas bajar a la sociedad, Ciliberto habló con verbo tajante:
- Acá podemos hablar de la productividad, de cómo pagar los sueldos y de cómo tener un sistema de salud pública eficiente. Pero el mejor aporte que le podemos hacer a la sociedad es explicarle que tiene que ver con la degradación de la provincia y de la situación de miles de rionegrinos, la impunidad y corrupción con que gobierna el radicalismo desde hace 20 años. Hay que establecer ese hilo conductor y decirle a la gente que tenemos una justicia lenta, que se mueve con tiempos geológicos a la hora de investigar el poder...con muchos jueces y fiscales cuando no haraganes, simplemente vagos a la hora de investigar. Y le tenemos que decir a la gente que no hay salida a la crisis rionegrina si no se modifica la conducta del Poder Judicial, y que si es necesario trataremos de meter en comisión a los jueces que no cumplen...Este es el tema central de nuestra campaña: fin de la impunidad...
Ciliberto logró respaldo. Firme en algunos casos.
En otros, le fue otorgado a regañadientes. Desde fundamentos técnicos vinculados con el derecho, se dijo incluso que mucho de lo que proponía era incluso inviable.
Pero fueron pocos los dirigentes que se sintieron incómodos. No era para menos.
Ahí estaban sentados hombres con imagen profundamente desgastada. Ese es el caso Jorge Franco, sancionado por el partido por la inmensa capacidad que siempre tuvo para ser sensible a los designios del régimen radical.
Y estaba Remo Costanzo, hoy un militante más dentro de este peronismo. Pero sobre él sobrevolará por siempre la densa trama del caso de las coimas en el Senado.
Ante todos, Ciliberto puso el dedo en la llaga del mayor débito ético que tiene este PJ que hoy muestra vigor para reorganizarse, ajeno a todo personalismo en su liderazgo: el de no haber hecho de la corrupción y la impunidad enquistadas en el poder, un motivo de oposición y lucha.
Porque ése es el promedio de la historia del PJ rionegrino en este tema.
Cuando no complicidad por acción u omisión, interés y protagonismo individual que, vía la denuncia, formuló tal o cual dirigente. Miguel Pichetto, en el caso Cedepre e imputando negligencia y cruce de intereses del poder en el doble crimen de Río Colorado y el primer triple de Cipolletti. Y Carlos Larreguy, por años una especie de solitario fiscal de los sucesivos regímenes radicales.
A fuerza de ser injustos, el resto ha sido protagonismo muy esporádico.
O simple resignación.
Algo así como el asumir que debido a la fuerza con que se instalaron la corrupción y la impunidad en el manejo del aparato del Estado rionegrino, ya no puede ser un tema importante para quien busca el poder.
En la reunión de Roca lo dijo con pasmosa serenidad el costancista Alcides Pinazo:
- ¿A quién importa hoy la corrupción?... Hace años que venimos haciendo campaña con ese tema y no pasa nada...
Notable laxitud de convicciones la de este ex intendente de Choele Choel. Laxitud que provoca dos reflexiones:
Una: Pinazo acepta con realidad inmutable las condiciones de anomia en que se desenvuelven no pocas franjas de la sociedad.
Dos: Al aceptarlas en esa condición, se resigna y las promueve diciendo "¿A quién le importa este tema?"
Dale que va.
El triunfo de la cultura de la mentada Biblia y el calefón.
Tan insólito como otra perlita que dejó Pinazo en su paso por la reunión de Roca:
- ¡No jodamos tanto con las colas de madrugada en los hospitales!...¡Los que hacen cola son los que viven del sistema clientelista de Verani!
Otra notable conclusión la de este médico con estampa de artesano.
Algo así como si esa gente humilde, sometida desde lo político por sus necesidades, no mereciera mejor trato.
Más de lo insólito.
Se mire desde donde se lo mire.
     
     
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