Sábado 18 de enero de 2003
 

La última torpeza del gobierno de Bush

 

Por Andrés Oppenheimer

  En materia de las relaciones con América Latina, la falta de tacto del gobierno del presidente estadounidense George W. Bush superó un nuevo récord esta semana.
Fíjense en lo sucedido en ocasión de la ceremonia de toma de posesión del presidente ecuatoriano Lucio Gutiérrez. Los jefes de Estado clave de América Latina viajaron a Ecuador, no sólo para tender puentes con el nuevo mandatario, sino también para discutir la creación de un "grupo de países amigos"" para mediar en la crisis de Venezuela.
Entre los jefes de las delegaciones visitantes estaban los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva, del Brasil; Alvaro Uribe, de Colombia; Ricardo Lagos, de Chile; Alejandro Toledo, del Perú; Hugo Chávez, de Venezuela; el gobernante cubano, Fidel Castro, y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria.
¿Y a quién envió Bush como jefe de la delegación de Estados Unidos? A Clay Johnson III. ¿Clay cuánto? Si usted jamás escuchó su nombre, no se preocupe. Yo tampoco sabía de su existencia, y tampoco lo conocían los diplomáticos latinoamericanos y varios funcionarios estadounidenses a quienes pregunté sobre él.
Luego de varias llamadas, logré averiguar que Johnson es el asistente del presidente para asuntos de personal y vicejefe de gabinete, y que el lunes fue nombrado subdirector de la Oficina de Administración y Presupuesto del gobierno.
Además de Johnson, la delegación de Estados Unidos estuvo integrada por el jefe interino de Asuntos Latinoamericanos del Departamento de Estado, Curt Struble; el asesor de la Casa Blanca para América Latina, John Maisto, y el enviado especial del presidente para América Latina, Otto Reich.
O sea, Estados Unidos fue uno de los pocos países importantes de la región cuyo jefe de delegación no tuvo el rango suficiente para participar, aunque fuera desde un rincón, en las reuniones de jefes de Estado.
"Esto envía el mensaje de que a Estados Unidos no le interesan demasiado las relaciones bilaterales con estos países"", me señaló Arturo Valenzuela, un ex asesor de la Casa Blanca sobre asuntos latinoamericanos durante la presidencia de Bill Clinton.
Pero no es la primera vez que el gobierno de Bush envía un mensaje equivocado en este tipo de ocasiones.
El 1ยบ de enero, cuando el presidente brasileño asumió el mando en lo que puede haber sido uno de los hechos políticos más importantes de la región en los últimos años, Bush envió una delegación presidida por el representante comercial de Estados Unidos, Robert Zoellick.
Zoellick es un funcionario respetado en América Latina, pero fue uno de los de menor rango en la reunión. Lula desayunó y cenó con Chávez, Castro y los demás presidentes, y no se vio con Zoellick.
El 6 de agosto del 2002, Bush envió a su zar antidrogas, John Walters, a Bolivia para la toma de posesión del presidente Gonzalo Sánchez de Losada. Era como decirles a los bolivianos que, a pesar de la alarmante pobreza en el país altiplánico, lo único que le importa a Estados Unidos es detener las exportaciones de coca boliviana.
El presidente de Bolivia no ocultó su desagrado. En una entrevista en ese momento, me dijo que "hubiera preferido que él (Walters) hubiera venido con Zoellick, porque los dos se ocupan de los dos principales problemas que tenemos"".
Preguntado sobre si enviar al subdirector de la Oficina de Administración y Presupuesto a Ecuador no había sido una equivocación mayúscula, un funcionario del Departamento de Estado me dijo que "nuestra delegación está allí para felicitar al pueblo ecuatoriano por haber celebrado elecciones libres. Cualquier reunión sobre Venezuela se realizó al margen del evento"".
Otro funcionario estadounidense me dijo que Washington no suele enviar altos funcionarios a tomas de posesión de presidentes extranjeros. Los demás países lo saben, y lo entienden, agregó.
Tonterías. En diciembre del 2000, la ex secretaria de Estado Madeleine Albright encabezó la delegación de Estados Unidos a la ceremonia de toma de posesión del presidente Vicente Fox. En agosto del 2000, la ex secretaria de Justicia Janet Reno presidió la delegación a la toma de posesión del presidente dominicano Hipólito Mejía, y en marzo de ese año la misma Reno encabezó la delegación a la toma de posesión del presidente chileno Ricardo Lagos.
Bush puede argumentar -con cierta razón - que ha arriesgado más capital político en temas latinoamericanos que sus predecesores, entre otras cosas logrando la aprobación del Congreso de una legislación para acelerar el proceso de nuevos tratados de libre comercio. También puede decir que Struble, Maisto y Reich son los funcionarios más empapados del tema de Venezuela para discutir la crisis de ese país con otros funcionarios latinoamericanos.
Pero lo que Bush no puede hacer es enviar a un subdirector de la Oficina de Administración y Presupuesto a una toma de posesión presidencial, y luego reaccionar con incredulidad cuando otros acusan a su gobierno de arrogancia política. En este caso, los críticos tienen la razón.
     
     
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