Martes 14 de enero de 2003 | ||
La miseria empuja a hondureños a EE. UU. |
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Gustavo Palencia |
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Sentado en su cama en su precaria vivienda de madera y láminas metálicas en un barrio marginal de Tegucigalpa, Enrique Medina, de 34 años, planea un nuevo intento de ingresar como ilegal a Estados Unidos para escapar de la miseria. Sus muletas, recostadas en el lecho, parecen no importar pese a que son un triste recuerdo de su más reciente intento por hacerlo, cuando un tren le cercenó un pie en México. "Aquí no hay trabajo y cuando se encuentra trabajo el salario es bien poco. Yo estoy planeando volverme a ir. Aquí estoy haciendo nada", dijo Medina, en su casa del barrio cuyo nombre parece coincidir con su intención: Nueva Esperanza. Medina es uno de los más de 55.000 hondureños que buscaron ingresar a Estados Unidos ilegalmente en el 2002, después de un peligroso trayecto por Guatemala y México. Perdió su pie en julio cuando intentaba subirse a un tren en marcha junto a otros centroamericanos. "Esta era la segunda vez que yo iba ilegalmente a Estados Unidos. La primera fue en 1996, yo logré entrar, pero en Miami me capturaron y deportaron cuando tenía como una semana de haber llegado", dijo. Medina asegura que dos de los hondureños que lo acompañaban lograron completar la jornada y uno se encuentra en Atlanta y el otro en Virginia. "Ellos les están mandando dólares a sus familias", agregó. Autoridades migratorias de Honduras aseguran que entre un 10 y un 15% de los casi 5.500 hondureños deportados de Estados Unidos en el 2002 están dispuestos a viajar nuevamente. En Honduras, un 46% de la población vive con menos de un dólar diario, según el Instituto Nacional de Estadísticas. La voz de Medina se multiplica entre miles de hondureños, salvadoreños, guatemaltecos y nicaragüenses que, acosados por el desempleo y la pobreza, marchan hacia Estados Unidos en busca de mejorar la situación económica de sus familias. "Estas personas viajan a Estados Unidos desesperadas por el desempleo, la pobreza y su incapacidad de atender las necesidades de sus hijos o familias", dijo la socióloga Deisy Gallardo. (Reuters) |
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