Sábado 11 de enero de 2003
 

La reunión Powell-Payá marca una nueva tendencia

 

Por Andrés Oppenheimer

  Lo más interesante de la reunión del secretario de Estado, Colin Powell, con el disidente cubano Oswaldo Payá esta semana en Washington no fue que se trató del primer encuentro de su tipo a ese nivel, ni que Powell expresara luego su "admiración" por el activista prodemocracia cubano.
Lo más interesante fue que Powell recibió con alfombra roja a un disidente cubano que no apoya el embargo norteamericano a la isla, aboga por la reconciliación nacional en Cuba y es visto con escepticismo por los sectores de línea más dura del exilio cubano de Miami.
A juzgar por lo que escuché de altos funcionarios del gobierno de Bush, la reunión no supone ningún cambio en el apoyo del gobierno norteamericano al embargo comercial contra la isla. Sin embargo, refleja un cambio en la política estadounidense: el gobierno de Bush está escuchando también a los dirigentes prodemocráticos de la isla, en lugar de oír únicamente las voces de Miami.
"Esto es un reconocimiento de que el cambio en Cuba va a venir desde dentro de Cuba"", me dijo un funcionario bien situado en el gobierno de Bush, tras el encuentro Powell-Payá. "Es una señal visible del apoyo a la gente en Cuba que está trabajando por un cambio rápido y pacífico hacia la democracia"".
Otro funcionario, el vocero del Departamento de Estado, Charles Barclay, me indicó que "ha habido un cambio en el paisaje político en Cuba: estamos viendo el surgimiento de una sociedad civil, que se concreta en iniciativas como el Proyecto Varela y otros proyectos de otros disidentes cubanos"".
En cierto modo, la nueva tendencia del gobierno de Estados Unidos es un reflejo de los cambios que se están dando en Miami. Cada vez más, los exiliados ven su función como una de acompañamiento a los activistas democráticos de Cuba y no como una de salvadores de la patria.
Según una encuesta de la empresa Bendixen y Asociados, el 68% de los exiliados cubanos en Miami apoya el Proyecto Varela, que propone un referéndum nacional en Cuba dentro de las leyes de la isla, para proponer una apertura política. Sólo un 23% de los exiliados se opone a dicho proyecto, aduciendo entre otras cosas que no garantiza un cambio radical en Cuba.
"Eso es un cambio dramático respecto de hace cinco años, cuando la mayoría del exilio cubano creía que la solución para la democracia en Cuba venía de Miami"", afirma Sergio Bendixen. "Hoy, los disidentes de la isla son vistos como héroes por una gran mayoría de los exiliados"".
¿Qué ha pasado? Dos hechos importantes -el surgimiento de un movimiento prodemocracia en Cuba y la llegada de una nueva generación de exiliados a Miami- están cambiando rápidamente la política del exilio cubano.
Los organizadores del Proyecto Varela, aprovechando una cláusula en la Constitución cubana que permite que las peticiones ciudadanas con al menos 10.000 firmas sean llevadas a la Asamblea Nacional, presentó el año pasado 11.000 firmas solicitando un referéndum nacional sobre si Cuba debería permitir libertades civiles y elecciones libres.
Desde entonces, el Proyecto Varela ha reunido más de 30.000 firmas en Cuba. Según grupos de derechos humanos, hoy en día hay más activistas prodemocracia per cápita en Cuba que los existentes en la ex Unión Soviética o Polonia.
Al mismo tiempo, el perfil demográfico de Miami ha cambiado significativamente con la llegada de hasta 20.000 cubanos por año desde la firma de un acuerdo migratorio entre Estados Unidos y Cuba en 1994. La mayoría de los aproximadamente 250.000 cubanos que han llegado desde entonces son jóvenes con familia y amigos en Cuba, que no quieren una solución violenta al drama cubano.
La Fundación Nacional Cubano Americana, el mayor grupo de exiliados cubanos en Miami, apoya el Proyecto Varela. El Consejo por la Libertad de Cuba, un grupo de línea dura que se se abrió de la FNCA, ha tomado distancia del proyecto de referéndum.
El mes pasado, Payá recibió el premio Sajarov del Parlamento Europeo -el premio de derechos humanos más prestigioso de Europa- y fue recibido por el presidente español José María Aznar. El miércoles se reunió con el papa Juan Pablo II en el Vaticano.
Payá está en el camino correcto. La historia reciente -incluyendo el referéndum de 1988 contra el dictador chileno Augusto Pinochet y las elecciones de 1990 que derrocaron el gobierno sandinista nicaragüense- muestra que en la mayoría de los casos el mejor camino para derrocar una dictadura ha sido aprovechando las rendijas legales existentes.
Mi humilde pronóstico: la política de Estados Unidos hacia Cuba, ya estén en el poder republicanos o demócratas, tendrá cada vez más en cuenta las voces provenientes de la isla. Como siempre debió haber sido el caso.
     
     
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