Jueves 9 de enero de 2003
 

Corea del Norte juega una partida peligrosa

 

Por Jane Macartney

  Para casi todo el mundo, Corea del Norte está jugando un juego peligroso. Si resulta ser un juego de póquer nuclear con Washington, o si termina siendo sólo un juego de palabras, es algo que dependerá de la posibilidad de una victoria de Estados Unidos en una eventual guerra contra Irak, de la voluntad de Corea del Sur para negociar un acuerdo y de cuánta más hambre pueda soportar el propio pueblo norcoreano.
Cualquiera sea el juego, los líderes de Pyongyang se están ganando cada vez más adversarios con su determinación de desafiar a Estados Unidos, y de hecho a gran parte del mundo, al desarrollar un programa de armas nucleares.
El enfrentamiento más reciente ha sido con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que igualmente dijo que Corea del Norte tiene una oportunidad más para colaborar con los inspectores internacionales.
Corea del Norte aseveró el martes que aplicarle sanciones económicas significaría una guerra "implacable", mientras el organismo de control nuclear de la ONU insistió en que Pyongyang tiene "sólo cuestión de semanas" para readmitir a los inspectores internacionales que expulsó. En tanto Estados Unidos, en un cambio de política, dijo que estaba dispuesto a dialogar con Corea del Norte antes de que Pyongyang ponga fin a sus programas nucleares, aunque insistió en que no ofrecería incentivos al Estado comunista.
Pyongyang podría estar calculando que nadie, ni siquiera el OIEA ni Estados Unidos, tendrán la voluntad de enfrentar a Corea del Norte mientras Irak ocupa el centro del escenario diplomático, y el nuevo presidente de Corea del Sur sigue proclive a una reconciliación.
Pero Pyongyang se arriesga a estar jugando demasiado fuerte.
"En algunas formas, Pyongyang ha jugado muy mal al ser tan obvio en su desafío al OIEA", dijo Marcus Noland, experto en Corea del Norte del Instituto de Economía Internacional, en Washington. "En efecto, ellos están permitiendo que Estados Unidos transforme esto de algo de Estados Unidos contra Corea del Norte, a todo el mundo contra Corea del Norte", dijo el experto.

China podría aplicar presión

China, vecino de Corea del Norte que es uno de sus principales donantes, también un país comunista y uno de los únicos amigos que le quedan a Pyongyang, no ha mostrado sus cartas en el juego, pero a Pekín tampoco le gustaría ver un incremento de la carrera nuclear en la península coreana y podría ejercer presiones. Por su parte, Corea del Sur está tratando de ser conciliadora. Yim Jung-soon, el asesor de seguridad nacional que Seúl envió el martes a Washington, tiene previsto sugerir que Estados Unidos otorgue garantías de seguridad a Corea del Norte, y que reanude la provisión de energía al país asiático, a cambio de que éste abandone su programa nuclear.
Washington no sería muy proclive a hacerlo, en base a que Pyongyang ya ha roto muchas promesas, y que por lo tanto no se puede confiar en las autoridades norcoreanas.
Para los estadounidenses, "ellos (Corea del Norte) tienen que mostrar sinceridad con hechos", dijo James Cotton, de la Academia Nacional de Defensa de Australia. "Es posible que Corea del Sur pueda elaborar algún tipo de fórmula nueva, quizá con la participación de otras partes, como los japoneses, los chinos, los rusos... podríamos ver alguna propuesta", agregó Cotton.
Una propuesta de este tipo daría tiempo a Washington para que se enfoque en la acuciante crisis con respecto a Irak. "La administración de Bush está bastante contenta con permitir que el OIEA se involucre en esto para ganar tiempo y eventualmente llevar esto al Consejo de Seguridad (de la ONU), donde los norcoreanos van a enfrentar un ambiente considerablemente menos receptivo que en 1994, la última vez que hubo una confrontación en la península de Corea", dijo Noland.
El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, ha dicho que está dispuesto a dialogar y que no tiene intención de invadir Corea del Norte.
Si el juego de Corea del Norte es sólo de palabras, entonces su retórica alcanzó una hipérbole el martes, cuando describió las sanciones económicas en su contra como una guerra. Washington y sus aliados, Corea del Sur y Japón, detuvieron sus envíos de combustible luego de que en octubre Pyongyang los sorprendiera al admitir que estaba enriqueciendo uranio para armas nucleares. En Corea del Norte también han disminuido los alimentos.
Sin alimentos ni energía, Pyongyang tiene escasos recursos para dar de comer a los 26 millones de norcoreanos. El país ya ha enfrentado hambrunas en el pasado, como la de 1996, cuando a una reducción de la ayuda de combustible y alimentos de China le siguieron unas inundaciones desastrosas.

Irak sería el punto de inflexión

La relación con Corea del Norte y con su líder supremo y jefe del ejército, Kim Jong-il, dependerá mucho del resultado de un posible conflicto de Estados Unidos contra Irak.
"Los estadounidenses primero quieren sacar a Irak del camino", dijo Cotton. "Si los estadounidenses castigan a Irak, entonces Corea del Norte podría verse escarmentada, pero si no lo hacen, esto podría ser un logro para Corea del Norte", agregó. Esta es una visión que comparten otros analistas de la conducta de Corea del Norte.
El país "claramente ha observado la fascinación de Estados Unidos con Irak y ha calculado que una crisis ahora podría extraerle la máxima ventaja de Washington", escribió a inicios de este mes George Friedman para Stratfor, un grupo de investigaciones fundado por ex analistas de inteligencia de Estados Unidos.
"Pyongyang ha logrado lo que quería al hacer que Washington perciba una amenaza nuclear, con una percepción que muy posiblemente es mayor que la realidad", escribió, para agregar que Pyongyang calculaba que Washington no puede librar una guerra en dos frentes. (Reuters)
     
     
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