Miércoles 8 de enero de 2003
 

La felicidad en la Ciudad de México

 

Por Gabriel Moreno

  Para los habitantes de la atribulada Ciudad de México, una encuesta oficial sobre felicidad podría sonar a burla en una urbe sobrepoblada, densamente contaminada y donde todos los días se denuncian cientos de delitos violentos. Pero la propuesta, la idea más reciente del alcalde izquierdista Andrés Manuel López Obrador, muy criticada por la élite local, impulsaría entre los electores la ya sólida popularidad del gobernante y quizás su carrera a la presidencia en el 2006.
"Si el 50 por ciento de la gente piensa que está contenta, (Obrador) dirá que la vida no es tan mala en la Ciudad de México", dijo José Manuel Orozco, politólogo de la universidad ITAM. "Es un recurso populista, pero le va a funcionar".
López Obrador ha realizado una serie de actos considerados como estrafalarios, como instalar un circo gratuito en la plaza principal de la capital o pedir a los ciudadanos que participen en una consulta y decidan si él debe permanecer en su cargo. La gente está encantada.
Pese al sinnúmero de problemas de esta metrópolis de 19 millones de habitantes, López Obrador, del opositor Partido de la Revolución Democrática (PRD), registró niveles de aprobación de hasta el 81 por ciento en varias encuestas. "¿Es una locura? ¿Una estupidez? ¿Un milagro? No. Creo que la gente asume que vive mal, pero que por el momento sólo un hombre con sus características puede administrar el caos", escribió Ciro Gómez, columnista del diario Milenio.
Con la encuesta sobre felicidad, bastará con que algunos miles digan que son felices para hacer aún más popular a López Obrador, quien asumió en diciembre del 2000 su cargo por seis años. Algunos han criticado las encuestas del gobernante local, pues en las tres que ha hecho hasta el momento se ha tenido una participación menor al 10 por ciento del total de la población. "Las consultas terminan siendo verdaderas chapuzas (trampas), pero Obrador tiene la habilidad de seguir su camino y sacar las conclusiones que quiere obtener sin que nadie se lo reproche", dijo Benito Nacif, director de estudios políticos del Instituto de Investigación CIDE.
Según analistas, la administración de López Obrador en poco ha resuelto los problemas de la conflictiva capital, pero su estilo sencillo, sus políticas de corte popular y su hábil manejo mediático han conquistado la aclamación de las mayorías. El alcalde participa frecuentemente en inauguraciones de escuelas en barrios pobres, anuncia vistosas obras públicas y ha expuesto una imagen de gobernador justo, desalojando a ricos y pobres que han ocupado tierras de manera ilegal.
López Obrador incluso logró un acuerdo con prominentes empresarios para que paguen los servicios del ex gobernador de Nueva York Rudolph Giuliani, quien pondrá en marcha en el 2003 un plan de seguridad para la capital. Observadores coinciden en que entre sus éxitos políticos se encuentran un programa de apoyo para ancianos, bajo el que entrega mensualmente 63 dólares a unas 321.000 personas, además de millones de desayunos escolares y vales para leche. "Uno puede saber que (el alcalde) es demagogo y populista, pero él sabe transformar eso en la política, y ahí el arte consiste en contar con el aval del pueblo", consideró Orozco.
En un país donde los políticos tienen pésima reputación, el capital político del regente capitalino lo perfila como la figura ideal del PRD para las elecciones presidenciales del 2006. López Obrador ha esquivado las repetidas preguntas sobre sus intenciones presidenciales -que nunca ha negado- y en sus respuestas prefiere afirmar que está concentrado en ser gobernador.
La popularidad del alcalde contrasta con la deteriorada imagen del presidente de México, Vicente Fox, que también asumió en diciembre del 2000 y en campaña prometió millones de empleos y viviendas para los mexicanos. Pero Fox, quien con su triunfo electoral puso fin a 71 años de gobiernos ininterrumpidos del Partido de la Revolución Institucional (PRI), se topó con una aguda desaceleración económica y una férrea oposición política que han obstaculizado el cumplimiento de sus compromisos provocando el desencanto de la población. (Reuters)
     
     
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