Viernes 3 de enero de 2003
 

La política y los políticos

 

Por Ernesto A. Bilder (*)

  El gran profesor inglés J. S. Mill escribía a mediados del siglo XIX que "el mérito de un Estado es el mérito de los individuos que lo componen... con hombres mezquinos no puede realizarse nada verdaderamente grande".
La crisis argentina que vivimos nos lleva una vez más a reflexionar sobre la política y los políticos que de una u otra forma nos han gobernado el último cuarto de siglo. Somos claramente conscientes de que las generalizaciones no son correctas cuando se estudia un universo tan vasto como el de los integrantes de los estratos políticos.
Max Weber, uno de los grandes de la sociología alemana, publicó un trabajo en 1919 que cobra actualidad para nuestro análisis. Su título es "La política como profesión" y su enunciado nos despierta interrogantes.
Weber sostiene que las sociedades modernas requieren para su funcionamiento ingenieros, médicos, abogados, así como también políticos, entendiéndose con ello la gente que se especializa en manejar el aparato público y suministrar las grandes líneas de funcionamiento. En este mundo, la política se transforma en una ocupación como cualquier otra. El autor hace una importante distinción entre aquellas personas que viven de la política y los que viven para la política. Los primeros son nuestros "oportunistas o acomodaticios", que usufructúan de sus posiciones en el aparato del Estado y hacen de su tarea una fuente permanente de ingresos, mientras que los segundos tienen en la política una actividad que aprecian.
A Weber le preocupaban "los políticos profesionales sin vocación, es decir los oportunistas carentes de elevados ideales que podían llegar a monopolizar el liderazgo de una sociedad".
Otra observación interesante es que las grandes luchas de los partidos se presentan en la distribución de los puestos, una vez que se ha tomado el gobierno. Pareciera que los militantes de los partidos esperan siempre una compensación personal de la victoria de su agrupación, ya sea por cargos u otras ventajas directas. Estas disputas tendrían más importancia que la de discutir los programas partidarios.
En su libro "Formas de vida" E. Spranger analiza diversos tipos de conducta humana, entre los cuales identifica al hombre político. Para el escritor la clave de esta conducta es la búsqueda del poder.
Sin embargo, se arriba a tener poder por varios caminos, ya que se puede superar a otro por la inteligencia y los conocimientos efectivos, por los medios económicos y técnicos de que se disponga, por una personalidad arrolladora o por representar una fuerza religiosa que crea sumisión a los creyentes. Todos los caminos pueden darse en la persona que ejerce el poder político, imponiendo su personalidad y proyecto a mayorías.
Otras cualidades que describe Spranger en el hombre político son el arte de aprovechar la ocasión y crear la oportunidad, como también cultivar necesariamente cierta distancia con sus subalternos.
La política y los políticos argentinos se han desvalorizado en la opinión pública de manera notable, en un movimiento similar al constatado en muchos países de nuestro continente.
El cargo político en el último decenio se transformó en una fuente de ingresos nada despreciable para muchos postulantes, dada la dificultad de tener trabajos bien remunerados en la economía privada, esto sin considerar otras posibles ganancias asociadas a actos corruptos.
En términos latinoamericanos podemos pensar en dos modelos de hombre político: el primero será el idealista extremo, dispuesto a ser coherente con sus postulados e ideales hasta la muerte. Es el hombre que no negocia nada, dado que respeta cumplir con su palabra pública y su compromiso con valores de justicia o grandeza colectiva. En el extremo opuesto tenemos al pragmático, que está permanentemente acomodándose a las circunstancias, listo para traficar influencias y posiciones. Para este modelo, no hay que tener coherencia con nada, lo que importa es el mantenerse, ello implica olvidar programas o propuestas y adaptarse a la variante realidad. Para lograrlo, puede ser necesario cambiar de fracciones dentro de un partido o de agrupación política. Todos los vaivenes carecen de importancia, en la medida en que se cumpla el objetivo de seguir siendo parte del poder. La frecuencia de las propuestas reeleccionistas o de otros cargos dentro del aparato está enmarcada en esta dirección.
Entre ambos extremos se encuentran los hombres políticos, probablemente en nuestra Argentina haya un número considerable que se aproxima al modelo pragmático, lo que genera el rechazo de la opinión pública y el anhelo de cambiar nuestros sistemas de gobierno.
En 1764 Voltaire escribió: "Algún día los filósofos ocuparán los primeros lugares, se está preparando el reinado de la razón". Su reflexión estaba enmarcada en la idea del progreso que acompañó a la cultura occidental desde su nacimiento. Esperemos que se cumpla su profecía.

(*) Profesor
     
     
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