Sábado 18 de enero de 2003

 

Le dieron el alta a la mujer atacada en Zapala

 

Tras sufrir un estado de shock por el ataque de una patota, Isabel Bustamante fue dada de alta y abandonó el hospital zapalino junto a su esposo Gerardo Quirquitripay. El matrimonio chileno fue víctima del accionar de una patota que intentó quemarle la casa con ellos adentro, indignados por la nacionalidad de la pareja. Los vecinos aseguran que si no pagan "peaje" a los patoteros no pueden caminar por el barrio, especialmente durante la noche.

 
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ZAPALA (AZ).-Gerardo Quirquitripay y su esposa, abandonaron ayer el hospital zapalino y se mudaron a la casa de un familiar, luego del xenófobo y bestial ataque protagonizado por una patota, que casi los mató por ser ambos de nacionalidad chilena.
La mujer se recuperó de la crisis nerviosa y el shock sufrido tras el ataque, por lo que los médicos le dieron el alta.
Hasta el momento no hay detenidos, aunque los propios vecinos de las víctimas aseguraron que los patoteros son los "dueños del barrio" Ruca Hueney y que deben entregar dinero o cigarrillos para poder caminar sin ser molestado. Esta especie de peaje, se da especialmente cuando comienza a anochecer. De todos modos, casi nadie se anima a denunciar la situación ante la Policía por el terror a las represalias.
En los últimos meses se incrementaron los robos, amenazas y agresiones y varias personas reconocieron que deben entregar cigarrillos o monedas para caminar tranquilos de noche. La policía debe patrullar este sector con un camión blindado para evitar las constantes roturas de sus móviles. Mientras, desde la comisión vecinal critican la falta de contención del municipio.
"Cuando baja el sol esto se convierte en tierra de nadie, y en todas las esquinas encontrás grupos tomando cerveza y pidiendo plata", relató un comerciante del barrio. La desocupación, que golpea con dureza en este sector, y la casi nula contención familiar, favorecen la conformación de estas patotas que en muchos casos utilizan como válida cualquier excusa para iniciar una reyerta.
Varios fueron los comerciantes que en las últimas semanas sufrieron las consecuencias del accionar de los violentos. Desde el robo hasta la rotura de vidrieras componen el abanico de acciones que ejecutan los patoteros amparados en la oscuridad y el alcohol.
El domingo pasado estos vándalos casi provocan una tragedia cuando, luego de apedrear y destruir la vivienda de Gerardo Quirquitripay y su esposa, la prendieron fuego con ellos adentro en un claro mensaje xenófobo.
La acción policial abortó las llamas y salvó al matrimonio trasandino pero no hubo detenidos. Ayer, la mujer Isabel Bustamante fue dada de alta luego de permanecer internada con un cuadro de shock. Según explicaron sus familiares está en etapa de recuperación luego de la terrible experiencia. Asimismo se supo que recibieron un llamado de apoyo del Consulado chileno, a la vez que la noticia generó el repudio desde los más variados sectores.
Justamente el temor a sufrir este tipo de violencia es lo que dificulta el accionar de la policía, ya que es casi imposible obtener algún testimonio sobre estos episodios. "La gente tiene miedo, nadie habla porque después tiene que ver a estos malandras todos los días y puede sufrir las represalias", reconoció otro vecino.
El alto grado de conflictividad entre la Policía y los jóvenes de esta barriada, obligó a que los efectivos deban patrullar con un camión blindado para evitar roturas. Uno de los reclamos más urgentes de buena parte de los vecinos es la instalación de una comisaría para poner freno a la creciente ola de inseguridad. El proyecto, que tiene el aval del gobierno provincial, por ahora no muestra avances y la dependencia policial más cercana es una oficina ubicada en el centro comercial del barrio 582 Viviendas que cuenta con solo dos efectivos.
"Se reforzaron los patrullajes en la zona y esperamos reducir los hechos delictivos" señaló el inspector de la policía provincial Sergio Seguel.
"Acá el único problema es la falta de contención del municipio que discrimina a nuestra comisión vecinal porque tenemos un pensamiento diferente", sostuvo Gervasio Luna, líder barrial del Ruca Hueney.
El dirigente explicó que el diálogo con los jóvenes está abierto y todo pasa por la falta de alternativas laborales.
De todos modos, la alta desocupación y la falta de contención, no justifica en nada el ataque del domingo que casi termina con las vidas del matrimonio trasandino.
El Deliberante aprobó un proyecto para destinar fondos para la construcción de un predio deportivo que sería administrado por los propios adolescentes, pero la iniciativa nunca se concretó.
   
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