Miércoles 15 de enero de 2003

 

Colapsó la capacidad de la alcaidía barilochense

 

La cárcel de Bariloche está abarrotada. Sólo quedan libres la sala de visita y los pasillos. Los últimos cinco detenidos fueron alojados en una comisaría. Las promesas siguen sin cumplirse.

 
La cárcel de Bariloche es la que peor condiciones presenta para los detenidos y el hacinamiento es total.
SAN CARLOS DE BARILOCHE (AB).- Con una población de 139 internos, ubicados en espacios concebidos para albergar a 48 ó 50 personas, en la alcaidía local el hacinamiento es total y apenas quedan libres los pasillos y la sala de visitas. Los últimos cinco detenidos debieron ser alojados en la comisaría de Melipal, pero la situación es muy complicada porque el calabozo de la comisaría Segunda fue clausurado hace casi dos años y todavía no ha sido rehabilitado.
Las autoridades de la alcaidía están esperando la habilitación de 10 plazas que prometió liberar el Servicio Penitenciario Federal en diciembre, pero si en las próximas horas hay nuevos detenidos las autoridades deberán alojarlos en Tribunales o en los pasillos de alguna comisaría.
Después de la multitudinaria visita organizada por jueces y funcionarios, hace algunos meses se renovaron las promesas de solución, que pasaría por la construcción de una cárcel en Viedma y la adecuación del sector de autodisciplina de Bariloche, pero la alcaidía sigue en el mismo estado o está peor todavía con motivo de este nuevo récord de ocupación.
El comisario Hugo Cecchini, circunstancialmente a cargo de la unidad carcelaria, reconoció que la ampliación de la alcaidía de Bariloche no era posible, y que sólo cabía esperar el mejoramiento de las condiciones de detención que padecen los alojados en la celda de autodisciplina.
Al respecto Cecchini recordó el "Proyecto Emeta", de cárcel granja implementado en Roca durante su presencia allí, y comentó que "hay 60 internos que alcanzaron el grado de autodisciplina cumpliendo pena y trabajando en una chacra, con beneficios económicos para la familia del condenado y para la alcaidía. En Bariloche hay 15 internos que podrían estar alojados en un lugar similar y seguro que no se escapan, y podrían ser 30 los que están en condiciones de acceder a ese beneficio", agregó.
A mediados de mayo de 2001 el juez César Lanfranchi emitió su cuarto mandamiento de hábeas corpus en el mes relacionado con el mismo tema, e intimó al Ejecutivo provincial para "que realice los actos necesarios para el efectivo cumplimiento de las medidas tendientes a garantizar los derechos y garantías de los internos de la alcaidía. El magistrado advirtió que un tercio de los internos padecía aislamiento en celda propia durante 22 horas diarias, y que las dos horas de recreo que le concedían en patio abierto transcurrían parcialmente en horario nocturno y en un sitio helado y sin comodidades.
En la alcaidía no existe una división entre condenados y procesados, como podría suponerse, pero sí una distribución múltiple que limita el acceso al pabellón general y al patio descubierto de muchos presos y potencia las condiciones de encierro al límite del confinamiento, la mortificación y el tormento.
No hay solución posible que no pase por el traslado a una cárcel adecuada. En todas sus resoluciones, Lanfranchi invocó normas de la Constitución Nacional, los pactos internacionales sobre derechos humanos, la Constitución Provincial y las leyes que advierten a los funcionarios sobre las penalidades que le corresponden a quienes consientan o no denuncien los tratos crueles, degradantes e inhumanos, pero después de un año y medio la situación no varió.
   
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