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Domingo 5 de enero de 2003 | ||
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Toda la atención está en una huella y en los teléfonos |
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Los investigadores del caso García Belsunce esperan saber quién dejó la marca de sus dedos en el lugar del asesinato. Mientras tanto, analizan todas las llamadas que hizo la familia. |
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Es que los informes de las llamadas telefónicas hechas desde la casa de la mujer no han aportado las novedades que se esperaban. Sólo se encontraron llamados a un ambulancia de Osde (10 minutos después del hallazgo del cadáver), a un médico amigo, a Constantino Hurtig, segundo marido de la madre de María Marta; y al periodista y abogado Horacio García Belsunce (hijo), hermano de la víctima. Cerca de las 22, en tanto, se comunicaron desde el teléfono de línea de la casa con un funcionario del cementerio de La Recoleta y a la casa del padre de María Marta. Al día siguiente, en tanto, los registros dan cuenta de una comunicación con el concejal de Pilar César Martino, pero esa llamada habría sido hecha por una empleada doméstica que trababa en el bloque radical de ese organismo y que, al mismo tiempo, había sido convocada para limpiar la casa, llena de manchas de sangre. En base a esos pocos datos, los investigadores aguardan ahora que los cruces sobre los teléfonos celulares puedan llevar alguna pista sobre el asesino o la asesina. Según las últimas versiones, las pesquisas apuntarían a dos personas, cuyos nombres son un misterio. De acuerdo con los investigadores policiales, existen sostenidas sospechas que indican que la familia García Belsunce habría intentado encubrir el crimen. Pero el fiscal de Pilar Diego Molina Pico, a cargo del caso, no ha coincidido con esta mirada. Pese a ello, fuentes del caso señalaron que en los últimos días hubo una presentación de familiares de García Belsunce para convertirse en partes del expediente -como "particulares damnificados"- y el fiscal habría rechazado el pedido. Es que, de aceptarlo, esa parte podría tener acceso a la complicada investigación que se está llevando adelante. Más allá de las sospechas sobre la familia de García Belsunce, hasta ahora no se ha logrado determinar, con pruebas, qué motivo podría haber sido tan fuerte en una familia como para tapar el asesinato de una de sus miembros: una socióloga de 50 años que ocupaba la vicepresidencia de la organización Missing Children y que parecía tener una vida perfecta. En la tarde del domingo 27 de octubre del 2002, la tranquilidad del country Carmel Club, de Pilar, se quebró cuando María Marta García Belsunce apareció muerta en la puerta del cuarto de baño, en la planta alta de su vivienda. La mujer había participado de una reunión junto a su marido, Carlos Carrascosa, en la casa de Guillermo Bártoli y su hermanastra, Irene Hurtig, donde se estaba viendo el partido Boca-River, pero María Marta se fue minutos después de las 18 para recibir a la masajista Beatriz Michelini. Cuando la masajista llegó, el custodio llamó varias veces a la casa pero el mensaje no fue atendido. Un dato curioso es que tampoco ladró la cachorra de labrador que habían adquirido meses atrás. Los custodios llamaron a Carrascosa que, a las 19.10, llegó a la casa. Allí, se encontró con el cadáver de su mujer vestido, en medio de manchas de sangre y una bañera semi-llena. De acuerdo a su versión, creyó que había sido un accidente doméstico contra la canilla. Según sostienen en la familia, recién se enteraron de que había sido un crimen un mes y medio después, cuando una autopsia determinó que la muerte respondía, en realidad, a cinco tiros de un revolver calibre 32 que había recibido en la base del cráneo. |
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