Viernes 3 de enero de 2003 | ||
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Un hombre trabajador, atento y vital |
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NEUQUEN (AN).- El viejo Marcial González Arias aún iba al pueblo en su bicicleta flaca, siempre atento al paso de los vecinos casi todos menores que él, a quienes saludaba con afecto. Marcial, que nunca pudo despojarse de su acento español, rendía un culto al trabajo y su quinta de cinco hectáreas era un pequeño vergel que el hombre se encargaba de mantener de punta en blanco. "Un jardín, un verdadero jardín", definió el dueño de una conocida avícola de Plottier. Otro vecino comentó que González Arias estuvo siempre cerca del consorcio de regantes y que año tras año se encargaba de limpiar a lomo y pala el tramo de canal que bordea su chacra. Nunca paraba; "se sacaba la gorra para espantar los jejenes y para secarse el sudor porque lo suyo era el trabajo", resumió un pequeño empresario de Plottier. Ese vecino, también chacarero, comentó que cada vez que pasaba frente a la propiedad de don Marcial, por más apuro que llevara, desde su vehículo siempre miraba las bondades que regalaban la chacra y sobre todo la huerta. "Aprovechaba cada rinconcito de tierra, siempre miro las plantaciones porque son un lujo", graficó la fuente consultada por este diario. González Arias era delgado y medía un metro con cincuenta y siete centímetros. Era todo un personaje. Usaba lentes cuyos vidrios estallaron luego de los primeros golpes que le arrojaron sus matadores, y era "un hombre atento y vital", coinciden quienes lo conocieron. Los vecinos más cercanos tenían bien presenta la fecha de su cumpleaños. Es que el próximo 8 de febrero el hombre iba a estar en condiciones de apagar 90 velitas. De eso hablaron algunos familiares en los últimos días y de eso se conversó en el velorio realizado ayer. "Era un horticultor por excelencia, uno de esos que daba gusto saludar, él se preocupaba por hacer lo propio. Cada tanto lo cruzaba en su bicicleta, que me parece que la que usó toda su vida, y le tocaba bocina y le levantaba la mano. Estaba muy bien de salud, si lo veías no le dabas la edad que tenía", explicó otro vecino también muy golpeado por la noticia del crimen. Los vecinos tienen grabada para siempre la imagen de don Marcial sentado en su silla mirando la huerta y destacan el esfuerzo y el bajo perfil que marcaron la vida del pequeño productor. Tenía dos hijos y había quedado viudo en 1971, año en el que murió su esposa Delia. Ayer, en el velorio, vecinos que en los últimos tiempos sólo han compartido saludos a la distancias hablaron del viejo chacarero, se atragantaron de dolor y repasaron anécdotas que iluminan muchas vidas sencillas dedicadas al trabajo. Allí también destilaron bronca y mordieron la amarga impotencia por el asesinato de uno de los pioneros de la zona de Plottier. |
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