Viernes 3 de enero de 2003

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Rastros de pisadas y huellas dactilares

Un hombre trabajador, atento y vital

"Hace falta más rigor"

Una ciudad que hace tiempo que dejó de ser tranquila

 

Salvaje asesinato de un antiguo chacarero en Plottier

 

Le quemaron las piernas con un aerosol y un encendedor. Sufrió fractura de cráneo y le dispararon un balazo.

 
En esta silla se sentaba cada mañana don Marcial. Allí lo sorprendieron los delincuentes que lo asesinaron después de golpearlo con saña.
PLOTTIER (AN)- La chacra es un pequeño paraíso a pocos minutos del centro de esta ciudad. Todas las mañanas, Marcial González Arias (español, 89 años) se sentaba en una silla a contemplar su prolija huerta donde abundan los zapallos. Cumplía ese rito el uno de enero, esperando que sus familiares pasaran a buscarlo para el almuerzo de bienvenida al año nuevo, cuando lo sorprendieron por lo menos dos sujetos. Entonces, el paraíso trocó en infierno.
González Arias recibió un brutal golpe con un palo que le fracturó el cráneo y sufrió cortes de cuchillo en la frente. Sus agresores lo torturaron quemándole las piernas utilizando un aerosol y un encendedor como si fuera un soplete, al parecer para obligarlo a que les dijera dónde guardaba el dinero. Pero el pobre hombre nada podía revelarles, porque en la chacra no guardaba valores. Después, con un revólver que la víctima guardaba en la casa, lo mataron de un balazo que le ingresó por el ojo derecho y quedó alojado en el cráneo.
"Fue un ataque irracional, actuaron con maldad contra un hombre que no pudo defenderse", dijo a "Río Negro" el comisario Francisco Fernández, quien aseguró que este caso es uno de los más terribles que le tocó investigar en su carrera.
La policía está confiada porque los asesinos dejaron muchas huellas, tanto de calzado sobre el terreno como dactilares en el interior de la vivienda. Actuaron de manera desprolija, por eso se cree que son improvisados, que estaban alcoholizados, o ambas cosas. Las primeras sospechas apuntan hacia un barrio ubicado cerca del escenario del crimen.
Sin embargo, hasta anoche no había detenidos y buena parte de las esperanzas para resolver el caso están depositadas en el trabajo de los expertos de Criminalística, encargados del cotejo de las huellas.
La chacra identificada con el número 35, ubicada en calle Pellegrini, a unos ciento cincuenta metros de la avenida San Martín en la zona norte de la localidad, fue rastrillada ayer con perros entrenados pero la tremenda lluvia del miércoles a la tarde borró todos los rastros e hizo estéril el trabajo.
Mientras la Policía hacía su trabajo, ayer al mediodía una multitud acompañó los restos de González Arias hasta el cementerio local, porque era un antiguo y querido poblador. Ahora descansa junto a la tumba de su esposa

Ataque feroz

Los investigadores lograron reconstruir casi todo lo sucedido en la chacra 35, donde González Arias vivía solo aunque era visitado asiduamente por sus muchos parientes.
Las fuentes consultadas por este diario indicaron que la noche del 31 la pasó en compañía de familiares, entre los que hay un suboficial de la Policía neuquina. Ese efectivo fue el encargado de llevarlo en auto hasta la chacra, a las 2.30 del uno de enero.
El viejo chacarero durmió unas horas, se levantó temprano a la mañana, antes de 9.30, y se sentó en su silla de siempre, a la sombra del parral y junto a un estrecho canal de riego, a observar la plantación de zapallos. Al mediodía, uno de sus nietos iba a pasarlo a buscar para ir a almorzar.
A esa hora de la mañana ocurrió el drama. Por lo menos dos sujetos, que ingresaron por los fondos de la chacra, lo sorprendieron en la silla. El primer golpe le destrozó los anteojos, y a la rastra lo llevaron hasta el interior de la vivienda.
Desde la calle Pellegrini apenas puede verse lo que sucede en la casa, y el vecino más próximo a Marcial tiene serios problemas auditivos por su avanzada edad. Ayer le dijo a este diario que ni siquiera puede escuchar lo que sucede a pocos metros.
Dueños de la situación, los delincuentes actuaron con una saña pocas veces vista. Armados con un cuchillo, cortaron el cuero cabelludo de su víctima y con un palo de grandes dimensiones le dieron un golpe que le fracturó el cráneo.
Se cree que no tenían otras armas, pero esas fueron suficientes para vencer la escasa resistencia que pudo ofrecer el antiguo poblador de 1,57 metro de altura y cuerpo menudo. Un golpe en el antebrazo derecho es el único signo de defensa que encontró el médico forense.

Las torturas

Los asaltantes revolvieron toda una habitación, al parecer buscando dinero. Pero en la propiedad no había valores. "El hombre llevaba una vida modesta, tenía un ingreso de unos 200 pesos mensuales y la chacra la explotaban sus hijos", indicó una fuente de la investigación.
Al parecer para obligarlo a confesar dónde guardaba el inexistente dinero, los asesinos torturaron a González Arias: con un insecticida en aerosol y un encendedor, improvisaron un soplete y le quemaron las piernas.
"Tenía el pantalón quemado y parte de las piernas también", señaló otro de los investigadores.
Revisando la casa, los delincuentes encontraron un revólver calibre 22. Con ese arma le habrían disparado un balazo que ingresó por el ojo derecho de la víctima y quedó alojado en el cráneo causándole la muerte. "Traumatismos, herida de arma de fuego y hemorragia intracerebral", anotó el médico forense en el certificado de defunción.
La paliza que había recibido González Arias fue de tal magnitud que probablemente habría muerto sin el disparo, arriesgó otro de los investigadores consultados ayer.
Los asesinos escaparon llevándose sólo el revólver calibre 22. Horas después, 12.45, un nieto que lo fue a buscar a la chacra para el almuerzo encontró el cadáver.
La investigación está a cargo de la comisaría Séptima de Plottier, con intervención del juez Daniel Geloni y el fiscal Pablo Vignaroli.
   
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