Lunes 27 de enero de 2003

 

"Hacer cultura es resistir"

 

Como toda entidad cultural, La Scala de San Telmo ha transitado con estoicismo y ajuste los tiempos actuales de crisis. En esta entrevista su director, Eduardo Cogorno, cuenta los entretelones de la llamada "resistencia" a la situación económico y social. Solidaridad de artistas y espectadores, ausencia del Estado, son elementos de la historia de la cultura.

 
"La resistencia cultural fue decir: a pesar de todo, vamos a seguir", explica Cogorno.
Lo repite Eduardo Cogorno, barítono, actor, director y responsable artístico de La Scala de San Telmo, una de las personalidades de la cultura en Buenos Aires. Su trabajo ejemplifica el esfuerzo desesperado de muchos militantes del arte en medio de la crisis de la sociedad argentina. Esa resistencia a partir de la experiencia de La Scala y la suya es motivo de reflexión y esperanza.
-¿Cómo se da esa resistencia?
- El lema lo tomamos desde el 2001 del escritor Mempo Giardinelli, ahora ya es motivo de notas en muchos medios. Fue una manera de reaccionar frente a la crisis económica, política y social del país, que pudo habernos paralizado en el momento de armar la temporada 2002. Cuando sentimos una sensación de horror. Entonces, en primer lugar solicitamos apoyo a la Dirección de Música que depende de la Secretaría de Cultura del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Por supuesto, no nos ayudaron, como ocurre desde los 10 años que lleva La Scala de San Telmo. Y no es extraño, creo que todo es política, y como nosotros hacemos cultura parece que no les interesamos, a pesar de que, por ejemplo, estamos en un barrio histórico como San Telmo, hemos reciclado una casa del siglo XIX y hasta la policía nos agradece nuestra presencia por cómo modificamos el vecindario con nuestra labor cultural. Entonces recurrimos a los artistas para ver como podían ayudar, no hay que olvidar que nosotros hacemos cerca de 300 funciones al año, muchísimo, además de mantener una sala y la casona.
-¿Cuál fue la reacción de los artistas al convocarlos?
- Una reacción fue que ofrecieron su trabajo ad honoren y beneficio de La Scala. Así surgió a iniciativa de la pianista Fernanda Morello un ciclo para los lunes donde desfilaron cantidad de artistas como el Barítono Víctor Torres, la mezzo Martha Blanco, el pianista Ariel Azcárate, el violinista Sergio Polizzi o la cantante Virginia Correa Dupuy entre tantos otros. Ellos convocaron un público que abonó a la gorra y con eso se pudo también solventar gastos. Fundamentalmente fue relevante la actitud de los artistas de hacer su trabajo a pesar de todo. Es muy difícil programar 300 funciones al año, pero más hacerlo sin dinero, en este caso hay que agradecer a todos aquellos que acercaron sus propuestas, porque en estos años de trabajo intenso se había creado un espacio único en Buenos Aires que no se podía perder.
-¿Y los sponsors?
- Fue mucho más difícil, por la terrible retracción, pero también tuvimos la tradicional colaboración de personas que en distintas categorías se asocian a la entidad. Incluso agregamos una nueva actividad que se llama Arte para chicos, talleres de música y teatro para niños de bajos recursos de la zona de San Telmo. Como una forma de acercar cultura al barrio al conectarlos con otros valores que los aleje de la calle y el delito. En este caso estuvo el apoyo privado, que se perfila más importante para el 2003 con varias empresas. Otra cosa que pudimos hacer es el Cuarto concurso para jóvenes estudiantes de música, que se hace a nivel nacional y tuvo premios para representantes de Córdoba, Tucumán, Bahía Blanca, General Las Heras y Buenos Aires. Eso nos proyecta al interior, más allá de que La Scala sea un lugar abierto a todas las inquietudes de la ciudad y las provincias. El problema de la gente del interior son los costos y otra atraer el público que no conoce a esos artistas. Pero hemos tenido, por ejemplo, un grupo de General Roca con un proyecto Piazzolla muy interesante, que tuvo mucho éxito. Es muy difícil tratar con los entes oficiales para movilizar La Scala y conectarla con el interior. Con 32 años de música me resulta muy desgastante lidiar con el señor de turno puesto a cargo de la cultura, todo funciona por amiguismo, política o con imágenes apocalípticas de la situación que desilusionan a aquellos que queremos trabajar. Por eso la resistencia cultural fue una manera de decir: a pesar de todo vamos a seguir.
Julio Pagani

Una verdadera política cultural

Tal vez ésa sea la idea de Eduardo Cogorno desde su indignada postura de trabajador de la cultura al que se le cierran puertas, como a tantos.
"Recién ahora con la crisis se dan cuenta de que tenemos buenos cantantes, cuando el mundo hace rato que los ha descubierto. Si hay un Cura, un Marcelo Alvarez, Graciela Alperyn, Víctor Torres y tantos otros músicos y artistas, es por algo y aquí no han sido considerados hasta ahora", señala.
Cogorno propone una política cultural coherente y de crecimiento para los artistas, además de un ente de control para que no cambien las cosas según el gobierno de turno. En la pluralidad de oferta que tiene la Scala está contemplada la idea democrática del arte donde conviven lo mejor del folklore y sus ciclos, el tango, la música de cámara, el teatro musical, la lírica, los recitales de instrumentistas, exposiciones y artistas internacionales gracias a los oficios de las embajadas. El acento será desarrollar todo eso mucho más.
La Scala de San Telmo dispone de dos pianos de primera línea, así como también se hizo el esfuerzo de editar el compacto "Renaceré en Buenos Aires", una antología única sobre Piazzolla. Esta tenacidad, que esgrime Eduardo Cogorno, se justifica en la resistencia y el acompañamiento de muchos de los mejores artistas argentinos. (J. P.)

   
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