Domingo 5 de enero de 2003

 

Kamaruko: el camino de la percusión

 

Mendocino de nacimiento, viedmense por adopción, vivió en la montaña de Bariloche en una cabaña construida con sus manos, y desde hace ocho años la pelea en Buenos Aires, donde lleva adelante el ensamble percusivo "Kamaruko". Fabián Tejada presentó oficialmente hace unos días su placa "Ora Natural", una producción de excelente nivel que conjuga todo un muestrario de ritmos, partiendo de una influencia casi obligada de la música de Africa y Latinoamérica. A partir de eso, Kamaruko estudia distintos aspectos del lenguaje rítmico y melódico de los instrumentos de percusión.

  Fabián Tejada cuenta que la batería le llegó "como un amor a primera vista", cuando tenía unos quince años y apenas se escuchaban algunos temas de rock nacional "porque estaba todo prohibido. Yo me deslumbré cuando vi tocar en la bata temas de Vox Dei, y sentí que en esa música había algo más".
Emprendió la tarea de aprender batería en Viedma, tomando clases con el maestro Claude Avila. "Pero no me dediqué profesionalmente. Anduve unos años dando vuelta, era bastante zapador y me gustaba mucho el rock: Pappo, Deep Purple, Led Zeppellin... Esa fue la primera influencia y esa fuerza, ese espíritu, por suerte quedó, y trato de trasmitirlo ahora con los tambores. Esa energía roquera, con estos tiempos y estos instrumentos, está, porque es lo que me inició, el primer impacto."
Con el tiempo se fue pasando a las tumbadoras, y cuando empezó a estudiar con el maestro platense Daniel Mele, se metió en el terreno de la percusión general. Tejada apunta que "en la Argentina se los suele separar, pero en realidad la batería es un instrumento de percusión, muy completo porque manejás los cuatro miembros. Como no tenemos una cultura de tambores, se dividen los conceptos".
Reconoce que hasta llegar a La Plata en los "90, nada fue importante en lo musical. "El encuentro con Mele marcó un punto de inflexión. Es un tipo que se levanta a las cinco de la mañana todos los días, que hace yoga, no come carne, no consume drogas, cigarrillos ni alcohol. Y que además inventó un sistema nuevo en el estudio de la percusión, y especialmente orientado a la composición, dejando de lado la idea de ser el mero acompañante de distintos estilos de música".
Tejada comenta que estuvo mucho tiempo dándole vueltas a la música, sin profundizar, pero que "el quiebre fue dejar las drogas. Fundamental. Y también el conocer a Daniel Mele. Mi generación fue de drogas "a full", era como que si no curtías no podías hacer música; en la medida que encontré alguien que me orientó en la organización de la vida con respecto al instrumento y en la convivencia con la música, empecé a pensar que podía llegar a ser músico sin tener que consumir. Tiene que haber un intercambio, algo muy "grosso" para hacer, para llenar ese vacío que tenía y que llenaba con drogas. Lo de la droga no es por una cuestión moralista, la dejé simplemente porque no me sirvió más. A medida que la dejaba, me podía meter más en la música".

Cuestión de estilo

El músico apunta que "más allá de lo africano, lo latino, la cosa ritual del tambor y lo que nosotros más asociamos a la percusión, Mele volcó sus estudios con la seriedad con que se estudia un piano o un saxo. Y yo seguí esa línea, aplicando lo mío, tratando de hacer música con los tambores, buscar un lenguaje propio, de acá".
Y ahonda en que "ese de acá no es chacarera, zamba o tango, es este momento, lo que vivís. Y uno es argentino. De alguna manera digo que es folklore, porque el folklore es tu forma de vida. Yo no puedo decir que el mío es una zamba o una chacarera, porque no crecí con eso, mi generación es más de rock. Y tampoco renegamos del folklore, sino que lo interpretamos como un estilo más."
"La historia pasa por hacer cosas que tengan personalidad y que no se hayan escuchado en otras partes del mundo. En dos festivales - en Río de Janeiro y La Habana- vi que llamaba la atención los ritmos que hacíamos. No es cuestión de ir a un país a tocar lo que ellos hacen a la perfección. Es imposible competir con miles de años de ancestros. Hoy confluyen en mi música muchas vertientes: rock, jazz, latina, africana, y todo lo que se te ocurra. Y mucho de la naturaleza."
- ¿Cómo ingresa la naturaleza...?
-Eso fluye naturalmente. Ahí no hay mentiras. Si vas en contra de lo que sentís y vivís, sale un híbrido. Lo de la naturaleza es una cuestión de vivencias. Prácticamente crecí en el campo. Y fue importante la experiencia de Bariloche.
 
Vivir en la montaña

Luego de estudiar con Mele en La Plata, volvió a Viedma, participó de la experiencia "Loca de la Legua" y estuvo un año tocando con un grupo de pachanga -"tocan tan fuerte y tanto tiempo, que eso me "dio" el sonido en las tumbadoras, porque tenía que romperme las manos para que sonara".
Entre el 92 y el 94 vivió en Bariloche, al que llegó por un amor. Ese tiempo "fue una experiencia en la que terminé de entender el tema de las drogas. Fue fundamental, porque fue como el encuentro con Dios. Estuve un año en silencio, sin energía eléctrica, y eso te hace encontrarte con vos mismo, no te queda otra. Ahí pude visualizar el camino, entender y ser consciente de la energía que todos tenemos dentro. Y pude enfocar la energía en la música."
"El alcohol, las drogas, el cigarrillo fueron como ofrendas al dios o al angel de la música; fue como decir "esto me encanta, te lo entrego". Y toda esa ofrenda me retribuyó en una gran fuerza y energía que me posibilitó llevar adelante el proyecto, y cambiarlo por estudiar y estudiar y estudiar".

Viaje al sol

En las montañas que rodean la ciudad de Bariloche nació una experiencia singular, en la que con el artista plástico Federico Marchessi conjugaron el mundo de los sonidos percusivos con los colores de la pintura.
""Viaje al sol" definió mi camino y mi estilo musical; era eso, un viaje al centro de lo más positivo, y como espectáculo era muy interesante, por ser muy original. Federico ya había hecho alguna experiencia anterior. Yo vivía a 60 metros de él, estaba todo el día con mis instrumentos y él con sus pinturas, y un día se dio una zapada que duró cuatro horas. Eso se tornó una investigación de tres meses, y condensamos todo en una hora de espectáculo".
"Yo estaba por quedarme en Bariloche, pero un día vi un video de Mele con la Orquesta Amarilla -vi la música que hacían- y partí hacia Buenos Aires. Desde que llegué aquí siempre me dediqué a la música, no tuve que trabajar en otra cosa".
"En 1997, después de cuatro años, volví a estudiar con Daniel Mele y en una "vacante" en la Orquesta Amarilla, ingresé al grupo. Ya estaba preparado para entregarme al proyecto".
La Orquesta Amarilla -uno de los proyectos señeros de la percusión en Argentina- grabó en diciembre de 2001 su primer disco de estudio, pero en abril del 2002 Fabián dejó la banda. "Me fui porque ya se había cumplido el ciclo con el maestro. Fueron 12 años de relación, yo ya había armado Kamaruko -en formato de trío-, tenía mi disco casi terminado, quería lanzar mi proyecto y era el momento".

El segundo Kamaruko

Antes de que "Ora Natural" se editara, la primera formación de Kamaruko –con dos mujeres percusionistas- se disolvió. Fabián rearmó el grupo con dos de sus alumnos, sumó un baterista, "y ya tenía la idea de sumar un bajo y algún instrumento melódico como sikus, quenas o una cantante. Ahora es más banda, con un punto melódico, que lo hace más atractivo. No es que vamos a hacer lo que le gusta a la gente, pero quizá sirva para que llegue un poco más".
Además de tener a su cargo la dirección general de la banda, Fabián ejecuta tumbadoras, bongó, djembé, steel drum y berimbao. Junto a él tocan Viviana Fortugno (canto y accesorios), Claudio Soler (tumbadoras y accesorios), Gustavo Vitale (conga, zurdo, timbal y accesorios), Luciano Larocca (bombo legüero, zurdo, tambor y accesorios) y Nicolás Courreges (bajo eléctrico y accesorios).
Tejada reconoce que "estar en un concierto de percusión, donde no hay melodías, es difícil. Yo, por ejemplo, ni loco voy a uno. En realidad, ya pasé la etapa de escuchar percusión. Ahora trato de escuchar otro tipo de música, que tenga melodías, e incluso tuve una vuelta al rock".
El músico hace hincapié en que "el gran desafío es hacer una música que no está" y confía en que "al público hay que volverlo tu cómplice, si lo seducís un poco, ya agarra viaje".

Ignacio Artola

   
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