Lunes 9 de diciembre de 2002

 

Lógica intermitente

 

La semana en Roca

  Hay quienes aseguran que la lógica es la asesina de la pasión.
Otros, como el novelista francés Remy de Gourmont, afirman que la lógica es buena para razonar, pero mala para convivir.
Los últimos días demostraron en Roca cuánto de cierto tienen estos pensamientos, pero también la intermitencia del gobierno para aplicar la teoría.
Lógica y pasión se enfrentaron en el municipio, con un marco climático imposible de soportar la existencia de dos polos opuestos en un mismo lugar. El producto de esa colisión fue la salida de Luis Salvucci de la Dirección de Servicios Públicos.
El intendente Ricardo Sarandría decidió echarlo porque consecutivas acciones del funcionario no encuadraron en el estilo que el jefe comunal intenta imponer a su gestión.
El tiempo que tardó en darle un corte a la situación corre por otra vía de análisis que no entra ahora en tela de juicio. Lo cierto es que le pidió la renuncia y Salvucci está desocupado por estos días.
Observando el accionar cotidiano de los actores enfrentados queda claro que una sociedad Sarandría - Salvucci es una puerta abierta a los constantes disensos.
El intendente es reflexivo, de buenos modales, propenso al diálogo.
Salvucci reconoció la semana pasada que a veces no cuenta hasta tres porque al llegar a uno sus impulsos lo superan.
Y así como esa hiperkinesia lo convirtió en un buen director de Servicios Públicos que solucionaba imprevistos, más de una vez quedó en evidencia su propensión a defender sus convicciones sin medir consecuencias.
Tal vez traicionado por sucesivas "vistas gordas" a su accionar reñido con las buenas costumbres, Salvucci creyó el 22 de noviembre que lo mejor para defender al gobernador Pablo Verani de una protesta de desocupados en el hospital era encabezar una custodia extraoficial.
Los hechos se fueron de madre, quedó mal parado por las agresiones a la prensa y allanó el camino para quienes no compatibilizan con su figura. La lógica marcaba una sola dirección y Sarandría la aplicó.
Es muy temprano para saber quién ganó y quién perdió con la salida de Salvucci. Se puede pensar que el veranismo resta presencia en los barrios a través de la participación del ahora ex funcionario en una radio atendiendo todo tipo de pedidos vecinales. Sin embargo, sería ingenuo creer que el aparato oficialista no tiene cómo tapar ese vacío.
Tampoco se sabe qué tipo de consecuencia palpará el gobierno de Sarandría, que más allá de la protección policial solicitada afrontará en breve el primer aniversario del 20 de diciembre. No sería descabellado pensar que antipatías acentuadas en los sucesos de la última semana deriven en una movilización de gente desde los barrios a la municipalidad para complicar aún más la estabilidad del gobierno. Hay funcionarios que computan este dato, porque ya ocurrió en otras oportunidades, como por ejemplo durante la retención de Unter a principios de año.
Zanjada la cuestión política protagonizada con Salvucci, Sarandría debe decidir ahora los cambios operativos en su gabinete.
Y allí el intendente quedará atrapado. No hay dudas de que en el equipo de colaboradores hay funcionarios peleados. ¿Qué hacer entonces? La lógica se encaminaría a optar por apoyarse en los afines a su visión sobre el ejercicio de gobierno.
Pero Sarandría no desmantelará su gabinete. Entonces, en un futuro cercano, la teoría quedará en un rincón, las pasiones -que no son exclusivas del veranismo ortodoxo- volverán a dominar y el desgaste por no tomar decisiones firmes como la asumida con Salvucci hará del municipio un lugar donde la armoniosa convivencia sólo será parte de las utopías.
Hugo Alonso
halonso@rionegro.com.ar
   
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