Domingo 1 de diciembre de 2002
 

Recetas para cabalgar la crisis

 

La semana en Bariloche

  En la rendición de cuentas que efectuó el último miércoles, el intendente Alberto Icare ubicó en el haber de su gestión el "diálogo maduro" que alcanzó con el SOYEM, que redujo a cero la conflictividad gremial en el municipio.
A modo de contexto en esa armónica relación resaltan el atraso salarial de dos meses más aguinaldo que siguen sufriendo los trabajadores y el reciente compromiso del intendente de pagar intereses por ese incumplimiento a quienes plantearon el reclamo en sede judicial.
Lo que llama la atención es la soltura del intendente para adoptar una lógica opuesta a la que se aferró en mayo pasado, apenas asumió el gobierno. En aquellos días no dudó en anunciar una rebaja salarial generalizada del 14%, desencadenando una protesta gremial que paralizó el municipio hasta que la medida quedó sin efecto. Icare reconoció que propiciar ese enfrentamiento con el SOYEM había sido uno de sus máximos errores, pero los motivos de su empecinamiento de entonces siguen siendo un enigma, que algunos explican sólo por una imposición de fierro bajada desde la cúpula de su partido.
Para ilustrarlo mejor, es útil repasar algunas de las declaraciones del intendente sobre la relación con el gremio. El 27 de mayo dijo y repitió que el recorte de salarios era el único camino. "Hago esto porque mi estilo es ir de frente y no mentir", argumentó. El SOYEM expresó su rechazo furibundo a la "receta menemista" de la que se sentían víctimas, pero Icare no se dio por enterado.
Cuatro días después, el intendente aseguraba que no estaba dispuesto a retroceder "un solo centímetro" porque su misión era gobernar "para todos los barilochenses". Propuso respetar el salario histórico pero a cambio de despedir a 100 contratados. El gremio tampoco aceptó y siguió el paro. La pulseada se prolongó con tensión máxima hasta el 11 de junio, cuando Icare aceptó dar marcha atrás para buscar "una alternativa superadora". A todo esto, el municipio había pasado dos semanas sin prestar servicios, acumulando deudas y sin recaudar un solo peso.
Ahora Icare parece haber cambiado de anteojos y defiende con firmeza su decisión de pagar intereses por los salarios caídos. Consideró que el reclamo es "legítimo" y lo sostendrá "a pesar de las críticas recibidas".
Es evidente que le va mejor con una posición conciliadora, pero aún así sigue postergando las definiciones de fondo para lograr un "municipio viable". Entre ellas la aprobación de un nuevo Estatuto del trabajador, las modificaciones al régimen fiscal y tarifario y la tan anunciada reforma de la Carta Orgánica.
Con la misma energía que exhibió para imponer la rebaja salarial, hoy Icare se planta en sostener el pago de intereses por los salarios caídos sin un razonamiento transparente que le dé sustento. Incluso algún técnico municipal de planta consideró que el compromiso de pagar esas compensaciones es descabellado, al menos mientras no exhiba una firmeza similar para reclamar intereses a la provincia por el atraso de coparticipación.
Más allá de saber que las encuestas lo confirman como un candidato fuerte para repetir el año próximo, Icare dijo que no tiene en mente la reelección.
Pero de todos modos deberá ir aclarando qué perfil de gestión le sienta mejor cuando le llegue el momento de pensar seriamente en su futuro político. Y tal vez ese futuro no lo espere por el lado del MUP -hoy un tanto desdibujado- sino por la coalición conformada por el MPP y el peronismo de Eduardo Rosso, que no dudaría en llevar a Icare como candidato a intendente.
Daniel Marzal
   
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