Martes 3 de diciembre de 2002
 

Un delgado hilo de luz

 
  BUENOS AIRES (ABA).- "Cuando todo es negro, hasta el más delgado hilo de luz es esperanzador". La reflexión, pronunciada por una alta fuente de la Casa Rosada, resume a las claras lo que significó para el Gobierno la visita del presidente del Brasil, Luis Inacio Lula da Silva, al país: un ligero aunque significativo impulso del Brasil a las negociaciones que la Argentina mantiene con el FMI y con los organismos multilaterales de crédito.
Si bien algunos funcionarios del ala dura del duhaldismo se lanzaron a "operar" sobre las virtudes que tendría el gesto político de la reunión de Olivos -al que llegaron a calificar como "el más importante de los últimos años"-, lo cierto es que otro importante sector se manifestó más escéptico acerca de los efectos que podría provocar hacia el exterior.
"No es que el gesto prometa dar frutos hacia delante...sólo podemos apreciarlo como lo que es hoy: una señal hacia el exterior de que si cae la Argentina, pueden caer los principales países del cono sur con ella", aseguró en estricto off the record un secretario de Estado con despacho en Balcarce 50.
Es que en el entorno del presidente Eduardo Duhalde llegaron a imaginar que el arribo de Lula podría funcionar más como una advertencia hacia la comunidad internacional, aún renuente de evitar que la Argentina se borre del mapa definitivamente, que como una promesa de consolidación político-comercial entre ambos países.
"La idea del fortalecimiento de la regionalización está flotando en el aire, está bien. Pero eso es una segunda instancia, que viene en un futuro bastante más lejano, cuando Lula asuma y ponga a prueba su plan de gobierno en su propio país.
No es que sea el mensaje principal que se erige detrás de la visita...lo que se le está advirtiendo al mundo es que no nos condenen al olvido, porque sino no vamos a estar solos en la caída", agregaron fuentes del ministerio de Interior.

Ciudadano ilustre recuerda

El presidente de Brasil fue declarado ciudadano ilustre de la Ciudad de Buenos Aires en un acto organizado por el jefe del gobierno de Ciudad, Aníbal Ibarra.
Luego de evento, el presidente electo del Brasil, Lula da Silva, visitó el Congreso argentino donde apeló al diálogo de la clase política, tras lo cual calificó de "una mentira" la rigidez cambiaria que rigió en su país y en la Argentina durante la década del 90, al decir que "el real nunca valió un dólar, y el peso nunca valió un dólar. Si ambos países hubiesen devaluado conjuntamente su moneda hoy no estarían en esta crisis" y que el acuerdo sólo podrá hacer efecto "el día que los políticos se entiendan y conversen más alla de la diplomacia".
Ante un nutrido grupo legisladores, Lula remarcó la importancia del Parlamento al decir que "después de electo presidente visite Cámara de Diputados y el Senado de Brasil y la Corte brasileña, para demostrar que por más defectos que tenga, el Legislativo es la única garantía de la democracia política en el país".
"Vengo a Argentina para cumplir un compromiso de campaña. Hace tiempo un político argentino fue a Brasil y dijo que si Lula ganaba se terminaba el Mercosur", recordó el brasilero quien repitió una y otra vez que llegó para motorizarlo.

   
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