Jueves 26 de diciembre de 2002
 

Chile: ¿la Irlanda de las Américas?

 

Por Andrés Oppenheimer

  En momentos en los que las victorias electorales de la izquierda en el Brasil y Ecuador, y las protestas anti-libre comercio en otros países están dominando los titulares de la región, hay otro fenómeno que está pasando casi desapercibido: Chile se está preparando para convertirse en la Irlanda de las Américas.
¿Irlanda? Sí. Irlanda, hasta hace poco un país agrícola pobre con una historia de polarización política, que después de abrir su economía y firmar un tratado de libre comercio con los países más ricos de su región se ha convertido en una de las naciones más prósperas del mundo.
Entre 1995 y el 2000, la economía irlandesa creció a un promedio de casi el 10 por ciento anual, más que ningún otro país europeo. En la década de los años "80 Irlanda era, junto con Grecia y Portugal, uno de los miembros más pobres de la Unión Europea. Hoy es la tercera nación más rica de Europa, después de Dinamarca y Luxemburgo.
No hay motivo por el cual Chile no pueda seguir los pasos de Irlanda, dice Andrés Velasco, profesor de la Escuela Kennedy de Gobierno de la Universidad de Harvard. Tras el tratado de libre comercio con Estados Unidos alcanzado este mes, y con su acuerdo comercial con la Unión Europea, Chile podría convertirse en una isla de prosperidad en América Latina, afirma.
Ya antes de la firma del acuerdo con Estados Unidos, Chile estaba mucho mejor que sus vecinos. Entre 1995 y el 2000 la economía chilena creció un promedio del 5.2 por ciento anual, mientras que América Latina en su conjunto creció apenas el 1.8 por ciento anual. Aunque la economía chilena creció apenas un 1.8 por ciento este año, la economía regional cayó un 0.5 por ciento, según cifras de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (CEPAL).
Pero el principal logro de Chile ha sido reducir a la mitad sus niveles de pobreza, de casi el 40 por ciento de su población a comienzos de la década de 1990, al 20 por ciento actualmente. En otras palabras, hay dos millones menos de pobres en Chile que hace diez años.
Con el nuevo acuerdo de libre comercio con Estados Unidos, que se espera que sea aprobado por los congresos de ambos países el año entrante, algunos economistas pronostican que la economía chilena crecerá un 1.5 por ciento adicional por año.
"No hay duda de que Chile presenta un agudo contraste con sus vecinos, política y económicamente"", me dijo John O"Leary, ex embajador de Estados Unidos en Chile. "El reto ahora será lograr hacerlo funcionar para todas las Américas"".
Es cierto que no hay un clima festivo en Chile. Los chilenos se quejan de que el crecimiento económico récord de la década de 1990 se haya desacelerado, y de que el gobierno acaba de sufrir su primer gran escándalo de corrupción. Además, muchos critican -con razón- el hecho de que las fuerzas armadas chilenas conserven privilegios de la época de la dictadura a los que hace tiempo deberían haber renunciado.
Y también es cierto que aunque el modelo chileno logró reducir la pobreza en ese país, sus variantes no funcionaron en otros países con instituciones más débiles y mayor corrupción, como la Argentina.
Aun así, el éxito de Chile debería enviar un poderoso mensaje a quienes abogan por "terminar con el modelo". Hay una realidad difícil de negar: que mientras hay algunos ejemplos de países que han reducido su pobreza abriendo sus economías, como Chile, Irlanda, Singapur, España e incluso China, no hay un sólo ejemplo de país que haya conseguido reducir la pobreza cerrándose a la economía global.
"En las décadas de 1950, 1960 y 1970 hubo muchos países que cerraron sus economías, y les fue fantásticamente bien"", dice el director de la CEPAL, José Antonio Ocampo, cuyo organismo impulsó las políticas nacionalistas de sustitución de importaciones en la década de 1960. "Pero en el mundo actual, las economías exitosas son las que aprovechan las oportunidades del mercado global"".
Estoy de acuerdo. Las cifras hablan por sí solas: el ingreso per cápita de Chile es de $ 8.400 al año, el de España es de $ 17.800, y el de Irlanda, de $ 22.460. En comparación, Cuba y Corea del Norte no publican cifras de ingreso per cápita similares, pero los economistas independientes las estiman entre las más bajas del mundo.
Hay buenos motivos para proponer correcciones a las actuales políticas de libre mercado para reducir los intolerables niveles de pobreza en varios países. Pero quienes van más allá de los ajustes y propugnan un "anti-modelo"", se equivocan: hasta que alguien pueda mostrar un solo modelo exitoso de economía cerrada en el mundo actual, seguirá estando claro que el aislacionismo es una receta para el fracaso.
     
     
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