Domingo 22 de diciembre de 2002
 

Los peores reflejos

 

Héctor Mauriño
vasco@rionegro.com.ar

  La semana pasada fue de virtual parálisis oficial. Después de los ataques a la prensa y el intento de explicar el escándalo de las cámaras ocultas como una conspiración, el gobierno acusó el golpe que implica aparecer ligado a un intento de soborno y se quedó sin respuestas a medida que se iban desmoronando sus coartadas. Paralelamente se siguió profundizando la fisura en su seno con el mutismo corrosivo de Jorge Sapag y con el intento de varios diputados del MPN de tomar distancia pidiendo la cabeza de Ferreyra. Por desgracia, la aparente incapacidad del gobierno para articular una excusa creíble no ha hecho sino disparar sus peores reflejos: la amenaza y la violencia.
También quedó claro en la semana que la denuncia de la escribana López Alaniz se constituyó en un cerrojo contra la argumentación de Ferreyra para tratar de despegarse del intento de soborno a Taylor acusando a este último de querer coimearlo para obtener un crédito.
La escribana había denunciado que el abogado de la fiscalía de Estado Martín Segovia y el diputado sobischista Eduardo Carbajo le ofrecieron 30.000 pesos para que confeccionara un acta antedatada incriminando a Taylor. Ante la presunción de que algún letrado hubiera aceptado la oferta, la Fiscalía de Delitos Contra la Administración Pública revisó una por una las escribanías de Neuquén y Plottier, y no pudo hallar el acta en cuestión. Sólo constató que faltaba una hoja foliada en el registro del escribano Omar Franchi, de Plottier.
Así las cosas, pocos esperan ahora que el acta aparezca. Sea porque ya no es posible fraguarla impunemente, sea porque fue hecha y luego destruida para evitar la autoincriminación.
En su monólogo ante la prensa, Ferreyra también había presentado como testigo del presunto "pedido de crédito" a Jorge Pérez, un empleado del Banco Provincia de quien dijo, de paso, que era "el Jorge" mencionado en los videos.
Luego de gambetear un par de citaciones, Pérez se presentó esta semana ante la fiscalía y se preocupó de aclarar que sólo ratificaba sus dichos y no la coartada de Ferreyra. Tampoco lo del crédito se mantuvo del todo en pie: Taylor declaró que nunca en su vida había visto a Pérez y aseguró que "el autor ideológico de la maniobra" es Jorge Sobisch.
No sólo porque su coartada hace agua por todos lados, la parálisis oficial también se debió a la profundización de las diferencias internas en el oficialismo.
Luego de aparecer fugazmente para repetir que confía en la Justicia, Jorge Sapag se fue a San Martín y se refugió en el mutismo. Una persona de su confianza describió su enfrentamiento con Sobisch como de difícil retorno, situación que su silencio de esta semana no ha hecho más que ahondar.
En paralelo, la brecha abierta en el bloque del MPN por el escándalo tendió a ampliarse. A Guiñazú, que fue el primer diputado en pedir la cabeza de Ferreyra, se sumó Tobares. Y varios más, como González, Mesplatere, Irízar y Yolanda Figueroa, al menos dudan de la estrategia oficial para sostener al desprestigiado vicepresidente primero de la Cámara.
Sobre el final de la semana, Falleti rompió la mudez oficial con un nuevo ataque al director de "Río Negro", Julio Rajneri, y a otros periodistas de este diario, y reiteró la teoría conspirativa para "derrocar al gobierno popular del MPN".
Aunque nadie las toma seriamente, estas imputaciones entrañan, con todo, una grave responsabilidad por parte de quienes las han estado agitando, desde Sobisch para abajo.
No se puede dejar de apreciar que estos cargos tan gratuitos como desaprensivos pueden tener por receptores a los punteros y matones que medran en el aparato clientelista del MPN. Después de todo, en el país existen sobrados ejemplos de que una señal del patrón puede ser entendida como un guiño para apelar a la fuerza.
Así parecen haberlo entendido en todo caso los activistas del gremio petrolero que conduce Guillermo Pereyra, quienes el viernes pasado, en Rincón de los Sauces, se dedicaron a golpear a los integrantes de una movilización que reclamaba el juicio político contra Sobisch. Pereyra integró el gabinete y hace un año fue despedido por Sobisch con honores, después de que su gente protagonizara un violento raid contra empresas petroleras. Su gente es la misma que hace un par de años golpeó al corresponsal de este diario en Rincón cuando intentaba cubrir una nota vinculada con el gremio.
Más grave que todo esto resulta que el propio Sobisch haya apelado ayer a una amenaza contra los hijos de todos los que se atreven a criticarlo. En un hecho sin precedentes, el gobernador acaba de advertir que si bien "no se las agarra" contra los hijos de sus críticos, tiene "el poder para hacerlo". Sería bueno que explicara qué ha querido decir.
     
     
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