Domingo 15 de diciembre de 2002
 

Vecinos parecidos, pero diferentes

 

Alicia Miller
amiller@rionegro.com.ar

  Río Negro y Neuquén nacieron como provincias al mismo tiempo. Pero en el corto lapso desde entonces, sus Estados y su situación general se fueron tiñendo con el color que les dieron las sucesivas administraciones.
Hoy, las diferencias que ya comenzaban a verse en la prestación de servicios públicos están exacerbadas por el alto precio del petróleo, que convierte al neuquino en un Estado rico que se muestra repartiendo obras o elementos, aun cuando el interior de aquella provincia y los barrios de la capital muestran una pobreza que preocupa incluso cuando se la compara con otras regiones tradicionalmente menos prósperas del país.
El Estado rionegrino, en cambio, fue esquilmado por la visión maniquea y estrecha de quienes cumplieron funciones de gobierno y, con una irresponsabilidad que bien podría configurar una negligencia criminal, condenaron en forma directa o indirecta a la desnutrición, la ignorancia o el sufrimiento a decenas de miles de personas.
Hasta hace unos años, los presupuestos de ambas provincias eran casi equivalentes. Hoy, el de Neuquén es virtualmente el doble que el de Río Negro. Y atribuir todo a la coyuntura del precio del petróleo sería una visión recortada.
Los pobres rionegrinos son más pobres que los neuquinos, no por cuánto dinero manejen, sino porque el hospital al que deben acudir en procura de la atención de su salud es tan raquítico como ellos mismos. Y porque las escuelas a las que van sus hijos se ven humilladas por cualquier pretensión de una educación que los prepare para manejarse en un mundo de tecnología y globalización.
Y así todo.
Los políticos de una y otra provincia están cuestionados. Eso, no varía. Pero las condiciones objetivas en que los docentes, los proveedores del Estado, los productores y otros sectores económicos desarrollan su tarea, eso sí cambia.
El Estado rionegrino sigue postergando su cumplimiento con el sector privado, entendido éste no sólo por las empresas, sino también por los ciudadanos que trabajan en el Estado educando, curando o de cualquier otro modo, y tienen una vida privada que atender.
La "deuda interna" del Estado es fabulosa:
• Por un lado, la integran los descuentos salariales que empobrecieron a los empleados que dependen del Poder Ejecutivo. Hoy, miles de estatales miran cómo, en los despachos del poder, se evalúa si les pagarán o no un cuarto de aguinaldo antes de fin de año. Cuando, haciendo cuentas, saben que en algunos casos esa suma no será más que escasísima. O los docentes, que recibieron como propuesta oficial un pago adicional único de 75 a 150 pesos que, sólo por llamarse de algún modo, alguien denominó "incentivo".
• En Salud, la visión que muestran los funcionarios de gobierno es tan divergente de la realidad, que parece que vivieran en otro Río Negro. No en el del médico Guillermo Carminatti, que este mes renunció a la dirección del hospital de Bariloche hastiado de la falta de fondos, las internas políticas y la incapacidad para dar respuesta a las necesidades de la ciudad más poblada de la provincia con un hospital que "tiene 30 años de atraso". El Río Negro que ven los funcionarios es el de los ladrillos: inauguraron el hospital renovado de Viedma -obra importantísima-, el nuevo de San Antonio, anunciaron un nuevo edificio para Catriel y abrieron sobres para varios centros menores de salud. Pero el interior de esos ambientes, los insumos, los medicamentos, y hasta los mínimos elementos de higiene, tienen que ser provistos en toda la provincia por colectas que realizan asociaciones civiles, o por la actitud mendicante a la que se ven obligados los directores de hospitales, ante las empresas todavía solventes de cada ciudad.
• Gran parte de la "deuda interna" la constituyen los bonos que emitió la provincia y que, en gran medida, están en "default" desde noviembre del 2001. Pese a que -por la cesación de pagos nacional la provincia evitó pagar su deuda externa y a que la Nación está más que al día en los pagos comprometidos a Río Negro- el "aire" así resultante no se notó en los servicios públicos ni en el cumplimiento de la deuda interna. Apenas, en disminuir la demora en el pago de salarios.
A mediados de este año, una sentencia del Superior Tribunal de Justicia admitió que la provincia no cumpliera puntualmente el pago de bonos, pero le dio tiempo hasta fin de año para prever una alternativa. Ahora el Estado ofrece un canje de bonos que tenían plazos ya en marcha, por otros a 16 años, garantizados pero con el poco atractivo ajuste salarial.
A todas luces, son bonos que buscan neutralizar una escalada de juicios más que aportar una solución concreta. Como el plan de obras en los hospitales, que huele más a anuncios de campaña que a una respuesta a las necesidades de Salud.
Los nuevos bonos, que -sólo por decir, alguien calificó como "voluntarios"- se llamarán Bonos Garantizados. Su "nombre de pila" será "Bogar". Bogar, en idioma castellano, significa remar. Sin duda, los rionegrinos deberán remar mucho todavía para construir con participación y exigencia ciudadana un Estado más cumplidor, humanitario y responsable.
Alicia Miller
amiller@rionegro.com.ar
     
     
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