Martes 10 de diciembre de 2002
 

Idioma e imperio

 

Por Héctor Ciapuscio

  El 2001 fue el "Año europeo de los idiomas" y en distintos ámbitos de la Comunidad se discutió la necesidad de una lengua única con vistas a un futuro en el que los europeos competirán por el liderazgo mundial en varios frentes. Nadie propuso que sus naciones renuncien a la propia lengua sino que los dirigentes - culturales, económicos y políticos - vayan llegando a coincidencias en cuanto a facilitarse una lengua única, "vehicular", para entenderse. (1) El uso de un idioma vehicular para la comunicación entre países es cada vez más necesario. Representa, por cierto, en el caso de la Unión Europea, que se halla en pleno proceso de ampliación hacia los países del Este, casi un imperativo. Así se llegó a afirmar que una tal adopción por los países significaría un paso aún más importante que el de la moneda común y que sería positivo iniciar acuerdos sobre cuál sería el idioma vehicular más conveniente.

Un no-invitado

En el debate fue presentado un candidato curioso: el esperanto. El alemán Reinhard Selten, Nobel de Economía 1994, lo señaló como de gran conveniencia para el aprendizaje de las jóvenes generaciones con vistas a las relaciones cooperativas futuras entre los agentes económicos de la Comunidad. Recordemos que al esperanto lo inventó un ruso de apellido Zamenhof (él mismo se firmaba "Doktoro Esperanto" -doctor esperanzado) en 1887, que se divulgó ampliamente en razón de sus méritos, que tiene defensores y simpatizantes notables entre científicos y que, así como el gran Meillet había dicho en 1918 que -sin discusión - "el esperanto funciona", otro lingüista más reciente -André Martinet- lo propuso en 1991 como idioma universal. Aunque quizá sea sobre todo una ilusión generosa de fraternidad humana, hay que notar que existe una Asociación Mundial ("Universala Esperanto Asocio"), un centenar de periódicos y, al par de cierta producción literaria original, se cuenta con traducciones de las principales obras de todas las literaturas. Aunque nos parezca raro a los de este rincón sudamericano algo duro para las lenguas, en algunos ambientes y sobre todo en Europa Central, este pájaro está volando por el jardín. "La birdo flugas en el gardeno".

El inglés

Como era absolutamente previsible, la mayoría se pronunció por la candidatura del inglés como "lingua franca" en la comunicación del saber organizado. El éxito del inglés, luego de cinco siglos de prevalencia de idiomas nacionales en el actual espacio geográfico de la Comunidad, se basa en la suma de la expansión colonial y mercantil del imperio británico y la hegemonía del modelo tecnológico norteamericano en los dos últimos siglos. Apreciando las tendencias actuales y el hecho de que es, por lejos, el más influyente y extendido, hubo acuerdos en estimarlo estratégicamente conveniente para la definitiva constitución de Europa. La angloamericana se ha convertido en la lengua mundial de los negocios, los viajes aéreos, la tecnología de la información, la música pop y los entretenimientos. Cada vez en mayor medida, es la de la ciencia y la educación avanzada, hasta el punto de que no hace mucho un ministro propuso al gobierno de Holanda -país en el que se estima que en dos generaciones será hablado por la mayoría- que se establezca como único para la instrucción universitaria.
Se impone en el mundo como un curso o proceso natural de las cosas. Algo diferente, pero en el mismo sentido que lo que nos dice un episodio de la formación del imperio español en tiempos del Renacimiento. Cuenta que en 1492 el gran erudito Antonio de Nebrija le pidió a la reina Isabel de Castilla su apoyo para la elaboración de la primera gramática castellana. Le ofrecía un instrumento para colonizar el idioma que hablaban sus propios súbditos; quería reemplazar el habla del pueblo con "la lengua de la Reina". El idioma, aducía, crece y florece junto con el poder. Y con una linda frase remataba: "La lengua ha sido siempre la consorte del Imperio".

(1) Las lenguas "vernaculares" expresan a cada pueblo, sus sentimientos, sueños, vivencias. Son subjetivas, polivalentes, ricas y propias para matices. Tienen vocabulario amplio, en el que pueden expresarse todas las diferencias y contradicciones. Las lenguas "vehiculares", por su lado, tienen como propiedades la exactitud, la objetividad, la univocidad de sentidos. Son concretas, claras, económicas; capaces de transmitir bien la información académica, científica, técnica, práctica; la propia, sobre todo, de los campos en que los países que los forjan tienen liderazgo.
     
     
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