Martes 3 de diciembre de 2002 | ||
El sida |
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Por Marcela León |
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Conocimos la enfermedad como la peste rosa. Se llevaba la vida de los homosexuales y no podíamos más que asociarla con la promiscuidad. Hoy el sida es la epidemia más devastadora en la historia de la humanidad. Y dejó de ser una enfermedad para algunos pocos. En este momento miles de niños quedan huérfanos en todo el mundo, millones de mujeres enfrentan la nueva realidad ante un análisis positivo, millones pierden su trabajo, otros mueren a la espera de medicamentos que nunca llegan. El sida acabará con el desarrollo y se convertirá en el principal obstáculo para el progreso y un foco de desestabilidad global. Esta enfermedad no entiende de fronteras, de tecnologías, de equidad. Desconoce edad, género, gustos y prácticas sexuales. Saltó por encima de credos, preceptos religiosos, ideologías; nada parece detenerlo. En una carrera contra la muerte, la esperanza de vida se reduce prácticamente a los esfuerzos en prevención. El preservativo -forro, condón, profiláctico- desafía a los más entrenados cerebros: hay que concientizar a la gente de que es lo único que tenemos a mano para frenar este terrible flagelo. Y aquí se desnudan los miedos, las dudas y la hipocresía; entregar forros a los adolescentes es inducirlos a que tengan relaciones sexuales antes de tiempo, las religiones lo condenan, los adultos revisan su sexualidad, los esposos hablan por primera vez de infidelidad, las mujeres aprenden a negociar las relaciones. Los Estados afilan sus registros para conocer la dimensión del problema. Algunos diseñan campañas de prevención y contención de enfermos, mientras que otros ven diezmadas sus poblaciones. El sida aparece como un nuevo componente en el mundo de las relaciones; es el antes y después de cuidar al otro y cuidarse a uno mismo. Los números no siempre dicen la verdad "Todavía hoy padecemos una cantidad permanente de subregistros. Hay provincias que este año no enviaron una sola notificación. Otro problema es la confusión que tiene la gente, incluidos profesionales médicos, por la utilización inadecuada de los términos VIH-sida" expresa en el último boletín la Dra. Gabriela Hamilton, directora del Programa Nacional de Lucha contra los retrovirus del humano, sida y ETS, dependiente del Ministerio de Salud de la Nación. Y aquí vale la aclaración. La diferencia entre el VIH y el sida es fundamentalmente clínica. Un portador o VIH positivo es una persona que está infectada con el virus. Hablamos de un enfermo de sida cuando alguien infectado con el virus desarrolla algún tipo de enfermedad marcadora. Hay portadores del mismo que no presentan ningún signo o síntoma relacionado con la enfermedad sida. Es decir, hay personas que viven con él y no enferman. No obstante, al albergarlo en su organismo pueden contagiarlo. Es decir, el sida es un conjunto de signos y síntomas que surgen como consecuencia de la inadecuada repuesta del sistema de defensas del ser humano. El aparato inmunológico de las personas pierde, en algunos casos y por la presencia de este virus, la capacidad de defenderse de ciertos agentes de enfermedad, y así surgen diferentes patologías asociadas con el sida. El sida es cada vez más mujer "Este año, por primera vez en la historia de la epidemia, el número de mujeres que viven con VIH ha aumentado al 50% del total de casos", señaló Peter Piot, director ejecutivo de la Organización de las Naciones Unidas para el combate del sida (Unaids). "El rostro del sida ha cambiado. Se podría decir que hubo una feminización de la enfermedad". En el 2001, entre el 6 y el 11% de las mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años, estaban infectadas con el virus, comparadas con la franja del 3 al 6% de hombres jóvenes del mismo grupo de edad. Los cambios dinámicos en la incidencia del VIH y el sida significan que un número mayor de bebés podría infectarse a través de sus madres. Además, las mujeres, que tradicionalmente han sido las cuidadoras del hogar, están siendo golpeadas fuertemente por la enfermedad. En la Argentina desde 1997 es obligatoria la determinación del VIH en embarazadas. En Neuquén, con capacitaciones mediante, en cada hospital se aceita día a día esta modalidad. Está comprobado que antes del tercer mes se reduce notablemente la probabilidad de contagio del hijo por nacer. Consultorio de asesoramiento Funciona en las salas externas de ginecología del Hospital Castro Rendón. El consultorio 20 abre sus puertas los días miércoles de 14 a 16 hs. Allí un grupo de médicos, enfermeras y obstetras van rotando para despejar las dudas respecto del VIH-sida. Su trabajo se divide en cinco grandes tareas: asesoramiento para realizar el análisis -la gente debe saber que en los hospitales es gratuito, confidencial y con consentimiento previo-, entrega de los resultados de VIH positivo a quienes concurrieron al banco de sangre como donantes; realización de talleres con pacientes en tratamiento y su adhesión a los medicamentos; atención a embarazadas y charlas a estudiantes de todos los niveles. Anécdotas hay muchas, pero quizás hay una que llame la atención. El miércoles siguiente a los festejos por el día de la primavera, el consultorio se vio desbordado por jóvenes que ante conductas de riesgo -sexo sin protección-, pedían asesoramiento. Otros habían compartido unos mates con compañeros que se confesaron como portadores del virus. Como reflexión queda pensar en lo importante que es estar informados, y que las preguntas con respuestas a tiempo pueden salvar vidas. Análisis a menores de 14 años Tienen 16 años y sospechan de estar infectados. El médico les explica que al ser menores de 21 años deben traer la autorización de sus padres, tutores o Juez de menores. Ante la negativa, por el motivo que fuera, se priva a los chicos de contención, asesoramiento y tratamiento en caso de ser positivos. Desde enero de este año los menores de 14 años pueden autorizar sin mediadores el análisis de VIH. Desde la Subsecretaría de Salud de la provincia se van consolidando los datos que llegan de todos los hospitales de los nuevos portadores. Se ha constatado un incremento de casos en menores de entre 18 y 20 años, lo que supone por las características de la enfermedad que se han contagiado en edades tempranas. Otro estudio revela que los jóvenes de esta provincia se inician sexualmente entre los 14 y 16 años y que el 20% de los partos corresponden a menores de 21. Por todo esto es que se pretende garantizar, desde el ámbito de la Salud, una protección definida a los menores en Neuquén. Este es otro avance generado por el sector público en dicha área, desde el Programa Provincial de Salud Sexual y Reproductiva. |
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