Lunes 2 de diciembre de 2002
 

Ambiente y desarrollo sustentable: cuestiones ausentes en el discurso político

 

Por Hugo A. Chafrat

  Los lineamientos de la política ambiental a instrumentar y las propuestas de gestión de los recursos, soportes indispensables para garantizar el desarrollo sustentable y la calidad de vida, por lo general están ausentes en el discurso de quienes se afanan por ocupar cargos gubernamentales a partir del año próximo. No es extraño en un país como el nuestro, en el que pese al abundante sustento legal (Constitución nacional, provincial, cartas orgánicas, leyes específicas), poco se ha hecho, salvo excepciones, para implementar políticas eficientes y poner a cargo de las mismas a funcionarios idóneos en la materia. La cuestión para muchos dirigentes pareciera ser menor, cuando en realidad la superación de la peor crisis económica y social de la historia está inexorablemente ligada a la forma en que utilicemos y administremos los recursos naturales, único potencial del que depende nuestro crecimiento. Y mientras las cuestiones coyunturales, las luchas partidarias internas y las externas generadas por la voracidad de poder sigan instaladas en buena parte de la dirigencia, y sus seguidores y la improvisación y la ineficiencia hacen lo propio en muchos organismos de gestión, la problemática ambiental -comprensiva de los recursos naturales y las cuestiones de desarrollo inherentes- continúa en el olvido con la carga de gravísimas consecuencias que ello implica.
La ausencia de esta preocupación genera, repito, perspectivas muy graves. En un mundo cada vez más ávido de recursos naturales y energéticos, nuestro país los posee en abundancia. Pero la dependencia, la carencia de planificación, los "compromisos asumidos", el afán por superar en forma fácil y rápida lo coyuntural son algunos de los obstáculos para empezar a trabajar por un desarrollo verdaderamente sustentable. En ese contexto, la suscripción de cierto tipo de tratados o negocios internacionales puede resultar sólo favorable a aquellos países desarrollados que desean extraer recursos a bajo costo y sin mayores requisitos, instalar fuera de sus fronteras industrias "sucias" y en otros casos deshacerse de residuos peligrosos o derivar su tratamiento, con las consecuencias ambientales que conlleva. Todo ello es constante en el Tercer Mundo y basta con poner atención a información, lamentablemente de escasa difusión, para comprobar que en nuestro país existen ejemplos concretos.
La Patagonia, ¿"nuestra" Patagonia?, podría resultar una de las regiones más perjudicadas. Mientras pretendemos que se mantenga e incremente su prestigio internacional, por sus condiciones ambientales y paisajes únicos y por la calidad y abundancia de sus recursos (que podrían ser generadores de riqueza a perpetuidad), las políticas instrumentadas no son siempre coherentes con esas premisas. Para citar sólo algunos ejemplos, no se advierte preocupación en ciertos casos por controlar en forma efectiva la actividad minera en constante expansión y la extracción de otros recursos, de modo que no sean lesivas al ambiente. Se sobreexplotan recursos renovables, se mutilan y descuidan áreas naturales protegidas y de continuo, de manera más que alarmante, cientos de miles de hectáreas quedan en manos de inversores extranjeros, con destino incierto.
El desarrollo, el indispensable buen modelo de desarrollo que ponga fin al hambre y la pobreza sólo será posible y efectivo si se garantiza la sustentabilidad. La utilización ordenada y regulada de los recursos naturales, la protección del ambiente, deberá garantizarse a través de la implementación de herramientas adecuadas de gestión. Los criterios básicos de ordenamiento ambiental así establecidos no deberán ser considerados de ninguna manera como un freno u obstáculo al crecimiento ni a las soluciones que las urgencias de la crisis imponen, sino por el contrario, la única forma racional y perdurable de superar la situación y crecer. Ello deberá ser no sólo priorizado en el discurso y las plataformas partidarias, sino efectivamente instrumentado a través de políticas coherentes. De lo contrario proseguiremos soportando sólo los costos ambientales producto del desorden y sentaremos principios de perpetuidad no ya para el verdadero progreso con calidad de vida, sino para la postergación y la miseria que continúa avanzando en nuestra sociedad con sus secuelas muchas veces irreversibles.
     
     
Tapa || Economía | Políticas | Regionales | Sociedad | Deportes | Cultura || Todos los títulos | Breves ||
Ediciones anteriores | Editorial | Artículos | Cartas de lectores || El tiempo | Clasificados | Turismo | Mapa del sitio
Escríbanos || Patagonia Jurásica | Cocina | Guía del ocio | Informática | El Económico | Educación