Lunes 2 de diciembre de 2002 | ||
La infección por VIH/sida hoy |
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Por Gustavo Lopardo (*) |
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En 1981 se describieron los primeros casos de personas con severo daño del sistema inmunológico, a causa del Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH). Durante los primeros 15 años de la epidemia de VIH/sida, en el período comprendido entre 1981 y 1996, una persona que vivía con el virus tenía por delante un panorama sombrío: la destrucción de su sistema inmunológico, la aparición de síntomas vinculados con la infección por VIH, un marcado deterioro en su calidad de vida o la aparición de infecciones frecuentemente fatales. En 1996, la aparición de nuevos medicamentos cambió en forma repentina la evolución de la enfermedad. Las nuevas drogas lograron controlar la replicación del virus y como consecuencia la recuperación paulatina del sistema inmunológico. El empleo de tratamientos antirretrovirales, que combinan distintas drogas, permitió que muchas personas gravemente afectadas por la infección por sida recuperaran su estado de salud. Los nuevos esquemas de tratamiento fueron utilizados también por personas que aún no habían sufrido un severo daño del sistema inmunológico, para prevenir el deterioro del mismo. En los países y comunidades con acceso al tratamiento se evidenció rápidamente una marcada disminución de las complicaciones vinculadas con la infección por VIH/sida, acompañada por un descenso de la tasa de mortalidad. A pesar de que aún no contamos con un tratamiento curativo, la infección por sida se transformó en una enfermedad crónica y controlable. Todo esto impactó favorablemente en la calidad de vida de las personas que viven con el virus, no sólo por la disminución de síntomas asociados, sino también porque para muchos se reabrió la posibilidad de reiniciar un proyecto de vida ante el cambio en el pronóstico de la enfermedad. Esta es la realidad de un gran número de personas que viven con VIH/sida en la Argentina. En nuestro país se brinda asistencia médica y tratamiento a través del Programa Nacional de Sida, de las obras sociales o de sistemas de medicina privados. Sin embargo, la provisión de medicación frecuentemente se ve amenazada por las dificultades económicas que atraviesa el país. La crisis golpea particularmente a las personas que viven con el VIH/sida. En América Latina, otros países también ofrecen tratamiento gratuito, como en el caso del Brasil, Uruguay, Costa Rica y Cuba. Lamentablemente, para la mayor parte de los 40 millones de personas que viven con el virus en el mundo, el reloj se detuvo en 1996, pues ellos carecen de acceso a asistencia médica adecuada y al tratamiento. Se estima que el 94% de los afectados con el mal habita en países en desarrollo, y en éstos sólo 230.000 de ellos tienen acceso a servicios médicos y medicación para combatir el virus. Según cálculos de la ONU y de la Organización Mundial de la Salud, en el presente año, 6 millones de personas que viven en países pobres requerirían tratamiento en forma urgente, y muy probablemente no tengan acceso al mismo. La preocupación es mayor si consideramos que la epidemia se encuentra en una fase temprana de desarrollo, sin que sepamos a ciencia cierta cómo evolucionará a largo plazo. El mundo enfrenta hoy realidades disímiles en relación con la infección por sida, como en tantos otros aspectos. En los países con acceso a la asistencia médica y al tratamiento, la calidad de vida y las expectativas de las personas que viven con el virus han mejorado enormemente. Esto contrasta con las estimaciones de la Organización Mundial de la Salud, que calcula que tres millones de personas fallecerán en el 2002 a causa de la epidemia, la gran mayoría de ellas en países pobres donde no hay el acceso a la asistencia y al tratamiento. Frente al panorama actual de una epidemia no controlada, dispar acceso a la medicación y ausencia de tratamientos curativos, la sociedad debe estar alerta y redoblar sus esfuerzos en esta lucha. Debemos trabajar en prevención, el arma indiscutida para detener la propagación de la epidemia, con particular énfasis en las mujeres, los jóvenes y los grupos especialmente vulnerables. Es necesario garantizar el acceso universal al tratamiento. La sociedad debe movilizarse y presionar a los países ricos para promover el desarrollo de una vacuna efectiva que prevenga la transmisión del VIH. Tal como dijo el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, para que se pueda albergar alguna esperanza de éxito en la lucha contra el sida es preciso que el mundo aúne sus fuerzas en una gran alianza mundial. (*) Médico Infectólogo FUNCEI (Fundación del Centro de Estudios Infectológicos) |
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