Domingo 1 de diciembre de 2002
 

Dolores de cabeza

 

Por Héctor Mauriño

  Con una oposición planchada, en medio de una gran bonanza por la formidable inyección de recursos de las regalías dolarizadas, Sobisch ha venido paladeando durante la mayor parte del año, un año devastador para la inmensa mayoría de los argentinos, su segura reelección. Todo andaba muy bien, hasta que surgieron los primeros dolores de cabeza: Centenario, Loncopué, Piedra del Aguila, el adelanto de elecciones de Quiroga y, ahora último, la trágica muerte de un hombre clave como fue Jorge Gorosito.
La pérdida, independientemente del inestimable valor humano -y al gobernador se lo vio muy afectado-, no podía ser mayor desde el punto de vista político. No sólo por el papel que desempeñaba el ex ministro de Gobierno en relación con los intendentes, piezas clave del aparato electoral del MPN, sino porque la desgracia se abatió, como suele ocurrir, en el peor de los momentos: cuando Gorosito procuraba apagar varios incendios en medio de la cuenta regresiva de las elecciones.
Por todo esto, no debería sorprender que Sobisch se haya apresurado con el relevo y en lugar de elegir una figura que le sirva de nexo con la oposición haya apelado a Oscar "Cacho" Gutiérrez, quien además de ser una persona de su mayor confianza es un eficaz intérprete de la interna partidaria.
En los hechos, "Cacho" Gutiérrez es ya el jefe de campaña de Brollo, el hombre que Sobisch sacó del lugar más expectable de la Legislatura para colocarlo al frente de su más ambiciosa apuesta después de la reelección: recuperar la capital.
Justamente, éste es uno de los frentes que se presentan más arduos para el gobierno, en primer lugar porque el intendente Quiroga, quien basó su estrategia en la gestión y en pegarse a Sobisch, ha sorprendido al gobernador sacando de la galera una convocatoria anticipada para el 2 de marzo.
Contrariamente a lo que pretende el gobernador, que no se ha cansado de repetir aquí y allá que el tema no le preocupa, en realidad le preocupa y mucho porque Quiroga aparece, por lejos, liderando todas las encuestas, y el candidato del gobernador no logra siquiera tomar la delantera entre los otros dos aspirantes del MPN.
La jugada también le quita el sueño al gobernador porque, de ganar su aspirante una interna que se presenta complicada, no podrá beneficiarse de su propio arrastre, cosa que Sobisch daba por descontada antes de que el astuto Quiroga le hiciera la mala pasada de convocar en forma adelantada.
Para colmo de males esta semana agitada Sobisch y su renovado socio, Jorge Sapag, fracasaron en el intento de convencer a los tres aspirantes de que armaran una lista de unidad y en ese contexto, con preocupación renovada, Sobisch camina hacia las elecciones de capital con un candidato que ni siquiera tiene asegurada la interna del 5 de enero.
Otra piedra en el zapato es el escándalo de Centenario. En otro de sus gestos hacia dentro del partido que descuidan la imagen institucional, Sobisch se sentó ante las cámaras con Castillo, un procesado por corrupción que prometió a cambio renunciar a la intendencia y hacerse humo. Al parecer, a este costo el gobernador creía haber dado un corte a un escándalo que no ha hecho sino drenarle adhesiones.
Pero, sea porque no hubo forma de acordar, sea porque el pícaro Castillo se apartó del libreto, el controvertido intendente renunciante acaba de relanzar su candidatura, en una de esas muestras de contumacia, que ratifican el desprecio del electorado por la clase política argentina.
También hay un incendio en Piedra del Aguila, donde el intendente Baeza, acusado de irregularidades por los concejales -incluidos los del MPN- desafía la institucionalidad negándose a acatar la suspensión. Y algo de similar calibre ocurre en Loncopué con el intendente Parra. Como se ve, en todos los casos el hilo conductor es el desprecio por la institucionalidad y la aparente confianza, cada vez más lábil a la luz de los incesantes fogonazos, en que el electorado hará oídos sordos a los escándalos y votará con el bolsillo.
Todos estos incendios deberá apagar mínimamente Gutiérrez. Pero no sólo éstos. Después de observar un perfil sub cero en el año más grave de las luchas sociales del país, los gremios estatales vuelven por sus fueros al compás del clima electoral, insinuando un nuevo, arduo, frente de batalla para el gobierno. Otro tanto ocurre con los desocupados, que abundan en la provincia y que constituyen una amenaza latente de desbordes y saqueos en vísperas de elecciones.
Como además de todo Gutiérrez también es precandidato en primer término a diputado provincial, cualquiera puede advertir que este hombre orquesta del oficialismo enfrenta un severo desafío. Es notable la fragilidad del proyecto sobischista, en éste, el que parecía el mejor momento de su historia.

Héctor Mauriño
vasco@rionegro.com.ar

     
     
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