Martes 3 de diciembre de 2002
 

Amigos e intereses

 
  Desde que la Argentina se hundió bajo el peso de sus deudas, acontecimiento que algunos festejaron antes de darse cuenta de todo cuanto significaría el default, han sido muchos los líderes extranjeros que la han colmado de manifestaciones de amistad, las que, de más está mencionarlo, no han querido decir que estuvieran dispuestos a ayudarla con medidas concretas, deber que todos han preferido dejar en manos del FMI. Así las cosas, sería un error tomar el entusiasmo evidente del presidente electo brasileño Luiz Inácio Lula da Silva por impulsar el Mercosur como un compromiso personal con el futuro de nuestro país. Para los dirigentes brasileños, el Mercosur, además de ofrecer muchas oportunidades a sus empresarios, podría ser un instrumento muy útil en la medida en que sirviera para fortalecer su propia posición negociadora frente a Estados Unidos y la Unión Europea. Sin embargo, esto no ha sido óbice para que en el marco del Mercosur hayan procurado aprovechar los problemas ajenos para conseguir más ventajas sectoriales. Cuando es cuestión de las relaciones internacionales entre "amigos", ningún país puede darse el lujo de confiar demasiado en el altruismo de sus socios, razón por la que es de esperar que nuestros representantes atribulados no permitan que el clima de buena voluntad que ha generado la irrupción de Lula les haga pasar por alto aquellos detalles que más adelante podrían resultar ser muy significantes.
Aunque el comercio con el Brasil no carece de importancia, en la actualidad nuestro mercado principal es la Unión Europea, lo que podría considerarse lógico porque nuestras exportaciones siguen consistiendo en buena medida en productos agrarios. Asimismo, si bien el Brasil parece ser el destino "natural" para nuestro trigo, el gobierno del presidente Fernando Henrique Cardoso acaba de comprometerse a comprar a Rusia y Ucrania 1.500.000 toneladas, decisión que, desde luego, ha motivado cierta preocupación entre nuestros productores a pesar de que todo hace prever que debido a la mala cosecha su incidencia en las ventas no será muy grande. Además, a pesar de la existencia del Mercosur, el socio comercial más importante del Brasil no es la Argentina sino Estados Unidos, lo cual, a la luz de las necesidades de nuestro vecino, es más que comprensible.
Dicho de otro modo, es evidente que los proyectos estratégicos de quienes quisieran equiparar el Mercosur con la Unión Europea han incidido menos en la evolución del comercio que factores más concretos. Por tratarse de dos países relativamente atrasados sus respectivas economías no son complementarias aunque por motivos geográficos sus productos distan de ser idénticos. Asimismo, de emprender los dos países un proceso de crecimiento, ambos propenderían a integrarse cada vez más con los mercados ya desarrollados, lo cual reduciría la importancia del comercio regional. Claro, son muchos los que preferirían que no fuera así. Quisieran que el Brasil y la Argentina conformaran un bloque monolítico capaz de enfrentarse con otros, pero tales aspiraciones se basan casi por completo en los deseos de quienes anteponen sus propios sueños "geopolíticos" a las preocupaciones económicas de la gente.
La breve visita de Lula a Buenos Aires dio pie a mucha especulación en torno de la presunta necesidad de priorizar el Mercosur a fin de poder oponerse mejor a los designios de Estados Unidos en el mismo. Aunque sería muy bueno que los gobiernos de la región estuvieran en condiciones de defender los intereses locales ante los norteamericanos y europeos, los que con toda seguridad tratarán de aprovechar al máximo sus ventajas actuales, la propensión de muchos a ubicar la realidad en el contexto de una lucha entre América Latina por un lado y Estados Unidos por el otro ya nos ha ocasionado un sinfín de perjuicios económicos y, de intensificarse a raíz de la crisis actual, podría obstaculizar la recuperación, desgracia que acaso no inquietaría demasiado a los lobbies proteccionistas argentinos y brasileños pero que sí debería preocupar a decenas de millones de otros cuyos intereses serían sacrificados en aras de actitudes que se inspiran más en planteos ideológicos, cuando no en prejuicios personales, que en el respeto por los intereses concretos de la mayoría abrumadora de sus compatriotas.
     
     
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