Jueves 26 de diciembre de 2002

 

El retorno del "Virrey" parece tener más que perder que por ganar

 

El propio Carlos Bianchi lo dijo el lunes cuando volvió a la "Bombonera": "No piensen que seremos campeones así nomás". Está claro que esta nueva etapa apunta a ser difícil.

  BUENOS AIRES (Télam).- El retorno de Carlos Bianchi a Boca Júniors vino mal barajado desde el principio, pero una vez concretado y en virtud de la actualidad del plantel boquense en cuanto a cantidad y calidad de jugadores, la sensación inicial es que, en el plano estrictamente futbolístico, tiene más para perder que para ganar.
Y las razones que justifican esta impresión compartida por buena parte del pueblo boquense pasan precisamente por el motivo por el que el "Virrey" está de vuelta en el club de la Ribera: todo lo que ganó. O mejor dicho, porque "ganó todo".
Pero esto, agorerías al margen como que "segundas partes nunca fueron buenas" o "técnico que volvió a Boca, fracasó", implica por sí mismo que nada podría mejorar su performance anterior.
Esto es, en síntesis, que no hay trofeos más importantes por conquistar, porque bajo su conducción Boca llegó hasta lo más alto: la Copa Intercontinental.
Nada hay por encima de él ni fue creado hasta ahora, al menos para la importancia que se le da en el fútbol argentino.
Porque para darle alcance hay que vencer al mejor de Europa, lo que de por sí no es poco, pero siempre después de hacerse con torneos locales y Copa Libertadores.
Seguramente que el sabor estará ahora en el desafío de repetir esos logros. Pero esta es un arma de doble filo, porque cualquier cosa de menos que se consiga tendrá sabor a frustración.
Porque a pesar de no haberlo manifestado públicamente y aunque esté anclado a Buenos Aires por afectos familiares, lo concreto es que loa posibilidad "única" de sentarse en el banco del Barcelona seducía por completo a Bianchi. ¿Y a quien no? por otra parte.
Es que ese tren, el de tomar la conducción del primer equipo de uno de los cinco clubes más importantes del planeta, pasa una sola vez, mientras que su vuelta a Boca, por lo señalado precedentemente, estaba a la vuelta de cualquier esquina.
Sin embargo los tiempos no le dieron y la espera se fue dilatando, hasta que el ex técnico de Vélez Sarsfield tuvo que tomar una decisión entre las dos ofertas que más le interesaban (¿hubo un ofrecimiento concreto de Barcelona?) y seguramente, ante la posibilidad de quedarse sin el pan y sin la torta, volvió a Boca.
Pero este Boca no es aquel que moldeó a su estilo y llevó al éxito.
El Boca que le deja el uruguayo Oscar Tabárez -de triste papel en los últimos días de negociaciones entre Mauricio Macri y Bianchi, ya que fue ignorado por completo- carece fundamentalmente de la riqueza individual que poseía el otro.
Ya no están Córdoba, Bermúdez, Samuel, Arruabarrena, Serna, Cagna -hay ganas de que se lo pueda volver a traer, a pedido del propio Bianchi (ver aparte)- Riquelme, Palermo, quienes conformaban la base y sustento de un equipo ganador en cualquier parte y ante cualquier rival, embebidos de la filosofía de su entrenador.
Quienes hoy día componen el plantel "xeneize" no tienen la misma estatura futbolística, salvo contadas excepciones como Guillermo Barros Schelotto, Marcelo Delgado, el todavía joven (en el amplio sentido de la palabra) Carlos Tévez y quizás Nicolás Burdisso.
Los demás no cuentan con la jerarquía necesaria como para emprender grandes empresas futbolísticas, que por otra parte deben afrontarse inmediatamente, porque en apenas febrero próximo Boca estará compitiendo simultáneamente en el torneo Clausura y la Copa Libertadores, dos objetivos que se reparten equitativamente en los gustos y los deseos del hincha.
Y la posibilidad de traer refuerzos es hoy por hoy bastante escasa.
Pruebas al canto, Bianchi admitió que al único que pidió es a Diego Cagna, quien por otra parte poco le costaría a Boca porque llegaría con el pase libre del Villarreal, de España.
Aunque después de una fractura de tobillo y un intrascendente paso por el Celaya, de México, lo que pueda rendirle a Boca es toda una incógnita.
Por eso las primeras palabras de Barros Schelotto al confirmarse la vuelta de Bianchi al club constituyen una auténtica pincelada de realismo.
"Como ganar, se puede ganar todo, pero hay que ver que este equipo no tiene nada que ver con el otro arrollador al que estaba acostumbrada la gente", advirtió el mellizo.
"Por eso debemos estar tranquilos todos, los jugadores y también los hinchas. Si al primer amistoso que juguemos en el verano pretenden ver a aquel equipo de Bianchi, se estarán equivocando. Este es otro proceso y hará falta tiempo para crecer. No solamente con nombrar a Bianchi van a venir los títulos", avisó.
Además, algunos jugadores importantes del plantel como el mencionado "Chelo" Delgado quieren irse a ganar más dólares al exterior y otros dudan si serán tenidos en cuenta por Bianchi (Cascini, Crosa).
Con ese panorama se encontrará Bianchi el 7 de enero, cuando el plantel retome los entrenamientos de cara a la pretemporada. Se sabe que es un técnico capaz de obrar milagros, como bien pueden dar fe los hinchas de Vélez y Boca. No así los "tifosi" de la Roma.
Y como para completar la lista de refranes también puede decirse de este retorno que "el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra". (Télam)
   
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